viernes, agosto 04, 2006

ESTA ES LA OPORTUNIDAD || ´DELEGO CON CARÁCTER PROVISIONAL MIS FUNCIONES ¨|| EL MUTIS DEL CAPITÁN GARFIO

Esta es la oportunidad

El fin de Fidel Castro no es tan importante como el fin del sistema que ayudó a crear.

Si los cubanos que aman la libertad piensan que la muerte de Castro es lo único necesario para el cambio, entonces su muerte sólo cambiará el rostro del tirano, que continuará con su bota sobre la espalda de los cubanos.

Estas oportunidades raramente se dan. La muerte de Fidel Castro puede ser una, pero sólo si estamos preparados para derribar a esta malvada dictadura en un momento de debilidad temporal. De otra manera el futuro será el dictador Raúl Castro.

Si Fidel Castro está vivo o muerto es de poca consecuencia. Lo importante es si el sistema malvado que opera en Cuba ha llegado a su fin o no. Lo que debe importar es que una amnistía general sea otorgada a todos los prisioneros políticos y que un sistema basado en el respeto a los derechos humanos fundamentales, entre ellos la libertad de expresión y de asociación, sea establecido.

Neri Martínez

Free Cuba Foundation,
Graham Center



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Tomado de El Nuevo Herald


`Delego con carácter provisional mis funciones'


Por Miriam Leyva


La Habana -- Seis palabras claves en la proclama del comandante en jefe al pueblo de Cuba, leída por su jefe de despacho para que no existieran dudas de que nadie lo suplantaba ni siquiera en momentos de máxima gravedad de su salud. No guarda la mente de ningún cubano ni al anciano muy enfermo ni otro dirigente ocupando su lugar para siempre. Sólo el fiel y competente secretario repetiría en seis ocasiones ''delego con carácter provisional mis funciones como...'' Muy probablemente estaban preparadas desde hacía mucho tiempo, previendo una urgencia.

Miriam Leyva, al centro con espejuelos o gafas, una de las líderes de Las Damas de Blanco --->

Aún quedaría fresco en el recuerdo de los cubanos, el máximo líder, comandante en jefe, pronunciando sus discursos a las 7 de la mañana y a las 7 de la noche del 26 de julio, en el 53 aniversario de aquella fecha de 1953. Sus responsabilidades como primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, comandante en jefe de las fuerzas armadas revolucionarias y presidente del Consejo de Estado y del Gobierno pasarían ''provisionalmente'' al heredero desde hacía más de 47 años. Sus funciones como ''impulsor principal del Programa Nacional e Internacional de Salud Pública'', ''impulsor principal del Programa Nacional e Internacional de Educación'' e ''impulsor principal del Programa Nacional de la Revolución Energética'' pasaban a tres personas, y los fondos correspondientes a esos tres programas, que oficialmente nadie conocía que él manejaba personalmente, serán administrados por otras tres, que deberán constituir una comisión para ese objetivo.

Indudablemente, nadie en Cuba ha acumulado tantas funciones; nadie ha sido garante de tanto poder para controlar los destinos del pueblo cubano. Nadie ha gozado de tanto carisma y sagacidad. ¿Acaso se marcha definitivamente? No, está ahí, en todas partes. Y podrá regresar en varias semanas, luego de ser sometido a una ''complicada operación quirúrgica''. Anuncia que su cumpleaños, ''que tan generosamente miles de personalidades acordaron celebrar el próximo 13 de agosto'', de lo cual ahora se enteran los cubanos, deberá ser pospuesto para el 2 de diciembre, 50 aniversario del desembarco del Granma. Así, augura su reincorporación personal y participación en esos festejos.

Esas sutilezas que pasan inadvertidas parecen ser las claves de la sensación de suspense y desconcierto que ha seguido a la sorpresa ocasionada por la lectura de la proclama. El está, pero no está, ni se sabe cuándo o si volverá, pero no deja de estar. Y mientras tanto la dirección heredera ad interin procura mantener un clima de normalidad, sin sobresaltos, de continuidad.

Sin embargo, se presiente que ya nada será igual. Se tiene temor y a la vez esperanzas de que el eterno salvador de las crisis, Raúl Castro, logre sacar el país de la terrible situación económica, política y social que sufre. Mucho preocupa esto a quienes han estado en las esferas dirigentes; necesitan estabilidad y avance para mantener el poder, pero no pocos presienten que sus días están contados y que los suplantarán. Otros muchos se preguntan si encauzará la nación hacia la democracia y las oportunidades del siglo XXI.

Salir a la calle en la mañana del 1ro de agosto atemorizaba a todos, pero no se decía. En 47 años los cubanos no han conocido otro dirigente. Más del 70 por ciento de la población nació después de 1959. Nadie sabía qué encontraría y cómo podría ya comenzar a cambiar de un día para otro la vida personal, de la familia y de la nación. Luego, sensación de alivio para la mayoría, pero sin garantías del mañana. Miedo a que esto sea sólo un compás de espera para apreciar la reacción de la población. Miedo a mayor represión. Miedo a ese futuro incierto en muchos sentidos.

En realidad está por ver si esas fuerzas armadas que poco a poco han tomado la dirección de las principales instituciones, que han sido sostén real del poder y que ahora lo tendrán más decisivamente se darán la oportunidad con la patria para propiciar un futuro venturoso para todo el pueblo cubano.

Periodista independiente cubana.
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Tomado de El Nuevo Herald.com

El mutis del Capitán Garfio

Por Vicente Echerri

Para los cubanos de Miami que salieron a las calles a festejar el anuncio de que Fidel Castro delegaba ''provisionalmente'' su poder absoluto debido a una súbita intervención quirúrgica, la celebración es válida, aunque dentro de unos días o semanas el dictador cubano reapareciera como Godzila por el horizonte. El regocijo es legítimo y catártico, aunque Castro no esté muerto ni moribundo, como se ha especulado en estos días a partir de sus propias palabras, o de las que se le atribuyen. La reacción de los nuestros vale incluso como ensayo o como conjuro. Aunque Castro siga vivo, es bueno que los cubanos celebremos anticipadamente su desaparición para propiciar que ésta ocurra, para degustar de antemano el júbilo por su ausencia.

El año pasado proponía yo a los lectores de esta columna esa celebración adelantada, aunque fuese en el ambiente más discreto de sus casas, como un modo de ir remitiendo al tirano de Cuba al reino de la muerte, como un símbolo de su entrega a los poderes de las tinieblas. Tiene una cierta simetría que esta muestra de público alborozo se haya producido a unos días del octogésimo cumpleaños del déspota, que el espontáneo festejo por su humana extinción haya tenido lugar cuando está a punto de cumplir 80 años de vida crapulosa.

Medir esta reacción, y las que puedan producirse dentro de Cuba y en el ámbito internacional, puede haber sido uno de los objetivos de esta carta que Castro --dícese-- firmó y fechó desde su lecho de enfermo de cuidado. ¿Cómo un paciente que se encuentra en un estado de salud tan delicado que lo obliga a abandonar sus deberes durante varias semanas --al extremo de que no podrá presidir a la reunión cumbre de los Países no Alineados que tendrá lugar en septiembre-- encuentra ánimos para escribir o dictar una carta tan larga y prolija? Y si la enfermedad no amenaza su vida y este retiro tiene en verdad carácter provisional, ¿qué necesidad había entonces de crear expectativas con ese anuncio? Si en Cuba la sucesión está tan bien aceitada ''para que nada pase si a mí me pasa algo'', como Castro afirmó en días pasados en la Argentina, ¿qué sentido puede tener este documento más allá de ser un instrumento de sondeo de opinión?

La noticia, que desplazó por un momento al conflicto del Líbano, llevó a muchos analistas a hacer una evaluación de la vida y trayectoria política de Castro. En Estados Unidos, el personaje tiene desde hace mucho unos ribetes de farsa que, en mi opinión, han ayudado a mantenerlo en el poder. A diferencia de América Latina, donde sigue siendo un mito por su interminable enfrentamiento --sobre todo retórico-- con los gringos; aquí pertenece al folclore, tan enraizado en la cultura pop de este país como los personajes de Walt Disney, con una pintoresca notoriedad que sólo cede el sitio al ratón Mickey.

Desde luego, él es uno de los ''malos'' del reparto. En verdad se trata de una versión más moderna del Capitán Garfio, el eterno enemigo de Peter Pan, y Cuba no es más que un gigantesco parque temático, una suerte de Tierra de Nunca Jamás, ruinosa y triste, donde este comandante de fantasía hace sus periódicas y largas peroratas contra ''el imperio'', un papel que lleva representando por casi medio siglo. ¡Nada despreciable, a decir verdad, como carrera artística!

Ese papel, que hace de Castro un icono popular norteamericano, villano de tira cómica y dictador de opereta o, nunca mejor dicho, de ''ópera de jabón'', es responsable en gran medida de su longevidad en el poder. Ahora, desde el estrado donde ha tiranizado por casi medio siglo a los cubanos, acaba de hacer una dramática salida. ¿Será la última o reaparecerá en busca de otro aplauso de sus ingenuos fans? Está por verse, pero los que hemos padecido en carne propia esta ''actuación'' perversa durante tantos años tenemos sobradas razones para empezar a celebrar.

© Echerri 2006