SUSURRO URBANO
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba – Agosto (www.cubanet.org) - En La Habana no se comenta, se susurra. La gente camina como zombi. Se sale sólo por necesidad. La calle está mala, es mejor andar recogidos. Nadie comenta en la vía pública. Precaución, no hay que olvidar “que las calles son de los revolucionarios”. No está bien eso de provocar a “esta gente”.
Corren rumores inquietantes sobre el estado de salud de Fidel Castro. Como de costumbre, la primera reacción civil a una declaración oficial es la negación. Luego sobrevendrá la incredulidad. Más tarde una indiferencia sorda y luego: olvido.
La ciudad ni ríe ni llora. Ambos extremos son perjudiciales. Los habaneros hoy comparten un solo rostro hierático e impasible. La especulación y esa condición bullanguera de saberlo todo o de al menos vaticinarlo, se apagó en los habaneros.
La gente se mueve en medio de una aprensión ambigua. No saben y lo peor es que no quieren saber. Se refugian en la aliada silenciosa de las últimas cuatro décadas: la espera.
Se espera por la amabilidad del tiempo y los que esperan son patéticos. Esperar con paciencia va más allá del temperamento nacional. A los cubanos no nos gustan las esperas y muchísimo menos los silencios. Esto crea tensiones.
La gente se mira temerosa en las calles y susurra en las alcobas. Es la antesala del fin. La esperanza combate silenciosa al miedo. Para distinguir una de otra es necesario pertenecer al clan secreto de los iniciados en el amor a las tradiciones y el buen sentir de los cubanos. Mientras Cuba baila en las calles de Miami, en La Habana las calles silenciosas están recorridas por el susurro urbano del miedo, la corrección y la esperanza silenciada.
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