viernes, agosto 04, 2006

MENSAJES DE SILENCIOS Y AUSENCIAS

MENSAJES DE SILENCIOS Y AUSENCIAS

Por Eugenio Yáñez *
Colaboración
Miami
Florida
E.U.
La Nueva Cuba
Agosto 4, 2006


Si la mujer del césar, además de ser casta, tiene que parecerlo, el sucesor del tirano, para poderlo ser, tiene que aparecer.


Sin embargo, el nuevo y flamante Comandante en Jefe brilla por su ausencia: no tiene que recorrer escuelas ni obras en construcción, ni pronunciar un discurso de cinco horas o recibir algún visitante distinguido. Hay mucho que hacer para estarse dedicando a los ceremoniales.


Bastaría un video de uno o dos minutos, grabado por la Sección Fílmica del MINFAR, su propia gente, diciendo a los cubanos y al mundo que todo está bajo control y que el Comandante evoluciona (aunque no se diga hacia donde): es lo que corresponde a un gobernante substituto que ha asumido las funciones, mucho más en una situación de la atención y trascendencia como la que vive Cuba hoy.


Sin embargo, esa tarea parece que se la ha autoasignado Ricardo Alarcón, notorio ausente en la Proclama-Testamento, pero que lo está haciendo desde su condición de Presidente de la siempre fiel y unánime Asamblea Nacional del Poder Popular, y miembro del Buró Político.


Él resulta el vocero, quien informa a Cuba y al mundo que conversó con el Gran Ausente, que se siente mejor, de buen ánimo, y que todo marcha de maravillas.


Y lo hace, además, sin mencionar para nada al flamante nuevo Comandante en Jefe, y en momentos en que ninguno de los herederos designados en la Proclama ha aparecido en público ni ha dicho una palabra desde la noche del lunes.


Podría esto ser una estrategia coordinada de la sucesión, o incluso hasta una falaz maniobra del eterno Comandante para ver el entierro que le hacen y, además, chequear si alguno del entorno se “destapa” en la aventura, pero se parece mucho más a un reto a la autoridad raulista, un desconocimiento conciente de los poderes designados, o hasta una insubordinación.

Los mal pensados dirían que esto puede ser casi un golpe de estado a plazos contra Raúl Castro y su grupo. La prolongación del silencio de los herederos, y su no aparición por algún lado, alimenta la especulación.


Hay toda una serie de elementos aislados que están creando confusión entre los analistas y desatando sin control alguno los perros de la guerra especulativa.


Debería ser imposible un reto de Alarcón, porque ese grupo del nuevo Comandante en Jefe cuenta con una mayoría segura en el Buró Político, donde brillan las estrellas.


Cuestionar ese poder, si es lo que realmente está haciendo Alarcón, requiere dos cosas: un apoyo decisivo en el Buró Político, y contar con fuerzas suficientes para “convencer” a los perdedores. ¿Cuenta con eso Ricardo Alarcón?

Y tampoco puede descartarse, en el plano hipotético, que el mismo Raúl Castro, a los 75 años y con una muy salud quebrantada, haya colapsado ante la tremenda tensión de esa sucesión acelerada por la repentina complicación de salud de Fidel Castro, y esté también en mal estado de salud en estos instantes. Ello explicaría muchas cosas. En una sociedad cerrada como Cuba, cualquiera de estas variantes no sería de conocimiento público y solo queda espacio para suponer hipótesis.


El Buró Político siempre ha sido y es fiel a Fidel Castro por sobre todas las cosas. Si se demostrara a sus miembros que la supuesta Proclama no fue elaborada ni aprobada por Fidel Castro, un Raúl Castro con poderes absolutos sería el gran usurpador, y muchos miembros del Buró podrían desautorizarlo en nombre de Fidel.


Se dice que Alarcón tiene videos, fotos y las pruebas médicas de la operación, y que la misma no es tan grave como se sugirió, lo cual mostraría que la transferencia de poderes absolutos a Raúl Castro fue algo forzado. Por otra parte, reportes de inteligencia insisten en una grave enfermedad repentina y una complicada operación, que harían imposible la resurrección inmediata que proclama Alarcón


Pudiera ser cierta esta versión de que Alarcón tiene evidencias, pero una jugada de esta naturaleza sería extremadamente peligrosa y requeriría una celeridad en la acción y la actuación que no aparece por ninguna parte. Alarcón se comporta públicamente como un retador, pero no como conspirador, ni da señales en esta dirección, ni ha hecho referencia al Buró Político.


Desde España llegan noticias de fuentes ubicadas en La Habana sobre un fuerte choque del General de Cuerpo Julio Casas, Viceministro Primero de las Fuerzas Armadas, junto al yerno de Raúl Castro, Teniente Coronel López-Callejas, ambos enfrentados a Ricardo Alarcón.


Además, el veterano franquista Fraga Iribarne, gallego, y amigo de los Castro, a quien incluso les ofreció años atrás residencia segura en Galicia en caso de que las cosas se pusieran demasiado complicadas en Cuba, señala en una entrevista que la transición será “delicada”, contando que en 1998 le sugirió a Fidel Castro que fuera preparando la transición debido a su edad y su salud, pero que éste no le hizo caso.


Más que la declaración de Fraga, es interesante que no parece haber podido hablar con Raúl Castro, quién de seguro le contestaría el teléfono aunque solo fuera por cortesía, y le diría algo que significara nada para cubrir las apariencias. Parece que no pudo hablar ni con “el gallego” José Ramón Fernández, muy cercano a Fidel y Raúl.


Otro silencio interesante es el del locuaz Hugo Chávez, incapaz de callarse ante nada. Fue sorprendido por la noticia a través de la televisión pública, igual que todos los cubanos, pero un poco más tarde, pues andaba de viaje.


Evidentemente, no se le avisó con anticipación a quien desde hace tiempo envía petróleo y dinero para que el manicomio funcione: se sabe que no es bien visto ni por Raúl ni por los generales, pero bien visto por Pérez Roque y Carlos Lage, quien meses atrás declaró que “Cuba tiene dos Presidentes”. Indiscutiblemente, el segundo presidente no ha sido incluido en la foto de familia raulista.


Interesante también que Chávez no haya dicho nada referente a que habló con Cuba y le dijeron esto o lo otro, y que no haya anunciado una escala en La Habana de regreso de su periplo que termina en África. O aterriza sorpresivamente, o debe continuar alejado y callado, como si no fuera bienvenido.


El periódico oficial del Partido, Granma, y la televisión cubano, solo el jueves es que han comenzado a mencionar a “Raúl”, a secas, refiriéndose a actos de apoyo a Fidel y Raúl Castro. Controlados, como toda la prensa, por el Partido, es inexplicable que dejen a “Raúl” en el nombre propio, sin los cargos correspondientes. Lo humaniza y “acerca” al pueblo, pero ignora sus atributos en un momento que son fundamentales.


La información oficial fluye solamente por Ricardo Alarcón y la “Mesa Redonda” de la televisión, donde un puñado de incapaces repite boberías y muestra tal optimismo en la normalidad de las cosas que uno puede preguntarse para qué se necesita un Comandante en Jefe.


Finalmente, personajes clave en un momento como éste, los tres Comandantes de la Revolución, Juan Almeida, Ramiro Valdés y Guillermo García, no aparecen tampoco ni en los centros espirituales. Debían ser un emblema y garantía de la continuidad de la obra revolucionaria, pero nadie sabe lo que están haciendo.


Los periodistas extranjeros son devueltos a sus países de origen sin pisar Cuba, desde el mismo aeropuerto, y se anuncia que no se otorgarán visas de prensa durante el mes de agosto.


Calladamente, ha comenzado una discreta movilización de unidades militares, claro, en previsión de una “agresión imperialista”, y se dice además que los disidentes comienzan a ser “advertidos” por la seguridad.


Hasta ahora, estos dos factores habían sido evitados por el régimen, sobre todo la detención de disidentes, para evadir choques con gobiernos extranjeros: mientras pueda soslayarse estarán en la calle, discretamente controlados por la seguridad, pero cuando se haga necesario serán detenidos, no importa la repercusión.


Con un Castro intervenido quirúrgicamente, según el parte oficial, y otro designado con poderes absolutos, pero invisible, las únicas declaraciones hasta ahora provenientes de los Castro proceden de Juanita, la hermana menor de Fidel y Raúl, exiliada en Miami desde los años sesenta, y de Antonio, médico ortopédico del equipo de beisbol, uno de los hijos oficiales de Fidel Castro: ambos cercanos como familia, pero muy lejos de todos los mecanismos del poder.


Una sucesión, o un traspaso temporal de poderes absolutos, no pueden perdurar en estas condiciones de silencio y desinformación.


Podríamos estar frente a una maniobra diabólica y genial de Fidel Castro para mantener el poder tras bambalinas, reponerse, y después reaparecer triunfalmente en el cincuenta aniversario de las Fuerzas Armadas, el 2 de Diciembre.


Es una jugada que parece demasiado arriesgada para acometerla, pero permitiría al dictador comprobar todo el comportamiento de sus más cercanos colaboradores y de gobiernos extranjeros, pasarle la cuenta a los vacilantes o los “destapados”, y propinar un golpe moral demoledor a todos sus adversarios: cuatro meses después de “muerto o muy grave” volver a aparecer, rejuvenecido, tras unas intensas sesiones de cámara hiperbárica, esteroides y PPG, en gran forma: Comandante para rato.


Sí, sería difícil mantener este secreto en Cuna por cuatro meses, pero no imposible. Es muy arriesgada y peligrosa la jugada, pero no sería la primera de este tipo en un maestro de la escena y la intriga como Fidel Castro.


O es cierto lo de su intervención quirúrgica y la extensión del proceso de recuperación, y Ricardo Alarcón puede ser quien esté apostando fuerte y se haya convertido en un escollo no previsto, y que entonces todos los silencios tengan que ver con un complejo proceso de negociaciones y ajustes para el reparto del poder.


Y también, y no por última menos probable, que todo se deba a la extraordinaria ineptitud de los sucesores y su incapacidad para desarrollar los planes correctamente, y que todo el silencio de una parte y la locuacidad de Alarcón por la otra se deba a que no han podido ponerse de acuerdo para desarrollar el guión.


Acostumbrados por medio siglo a que el eterno Comandante pensara por ellos, ahora no son capaces de pensar y tomar decisiones ellos mismos.


Creían saber como dirigir a Cuba con Comandante, y ahora no saben como hacerlo sin Comandante.


Si fuera así, han creado un estado de cosas que tiene a la población dentro de Cuba entre la ansiedad y el terror, comiéndose las uñas y no pensando en las carencias y faltas de libertades, sino en lo que podría suceder, y a los cubanos y gobiernos extranjeros tratando de entender lo que sucede, y dejando para el final la hipótesis de la extraordinaria ineptitud de los mediocres.


Cualquier posible respuesta, de las aquí esbozadas o cualquier otra que haya escapado al análisis, demuestra que si este es el comienzo de la sucesión, o solo una jugada más, un régimen de este tipo solo llevará a Cuba a lo peor.



(Terminado de escribir a las 9:30 PM, Agosto 3, 2006)
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* Eugenio Yáñez, Dr. en Economía, politólogo, analista y especialista en la realidad cubana, durante 14 años fue Profesor de la Universidad de La Habana y el Instituto Superior de Dirección de la Economía. Ha publicado diversos libros y es coautor, junto a Juan Benemelis, de "Secreto de Estado. Las primeras doce horas tras la muerte de Fidel Castro". Colabora habitualmente con La Nueva Cuba desde el 2005.