BOCHORNO EXTERIOR
Bochorno exterior
La presencia de nuestro país en la XIV Cumbre del Movimiento de los No Alineados (NOAL) -tal y como revela hoy ABC- introduce un gravísimo precedente en la historia de nuestra diplomacia. Ver al secretario de Estado, Bernardino León, asistiendo a una reunión que ha sido planificada con el fin de glorificar la figura de Fidel Castro es una imagen lamentable. Con su presencia en La Habana, España no hace ningún favor al proceso de transición democrática que debe abrirse en la isla tras la muerte de Castro. En realidad, con este hecho se avivan los rescoldos de la tiranía cubana al respaldar sus iniciativas exteriores y, de paso, al permitir que se asocie el nombre de una democracia occidental como es España con una dictadura en descomposición a la que sostienen los petrodólares de Hugo Chávez y el reclamo espectral de la figura de Fidel Castro.
El Gobierno socialista vuelve a ofrecer al mundo una imagen desenfocada de nuestro país que agrava el descrédito de la política exterior española. Y así, en apenas una semana, nuestra diplomacia ha sido capaz de emitir señales tan contradictorias como atender nuestras responsabilidades occidentales en Oriente Próximo enviando un contingente militar a la guerra del Líbano y, al mismo tiempo, decidir nuestra participación en una cumbre de la NOAL -reunión de algunos de los dirigentes menos recomendables del planeta- que trata de sacar adelante un documento final que probablemente contenga un respaldo a la continuidad del régimen castrista y críticas a la política exterior de los Estados Unidos. De este modo España parece empeñada en ofrecer el lamentable espectáculo de una sociedad abierta secuestrada por los complejos tercermundistas de un PSOE que parece haber vuelto a la mentalidad de parvulario neutralista que exhibió antes del referéndum de la OTAN de 1983.
Que un país como España, comprometido con la libertad y con los valores occidentales, sea capaz de respaldar con su presencia una cumbre organizada por Cuba con el lema «Un mundo mejor es posible» resulta, cuando menos, una broma macabra a la vista de la flagrante vulneración de los derechos humanos que practican el anfitrión y la mayoría de los países que se dan cita estos días en La Habana.
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