CARTA ABIERTA DE ZOE VALDES A EL NUEVO HERALD
Félix José Hernández
Jefe de Buró
Francia
La Nueva Cuba
Septiembre 13, 2006
París, 13 de Septiembre del 2006.
Señor Humberto Castelló:
Le escribo en relación a lo sucedido en El Nuevo Herald, me refiero a la expulsión deshonrosa, a la manera que recuerda a la dictadura castrista, por cierto, de un grupo de periodistas cubanos que trabajaban y colaboraban para ese periódico. Le escribo, repito, porque la noticia me tomó, como a todos, por sorpresa; y desde luego que protesto enérgicamente por esa forma tan poco ética que ha tenido El Nuevo Herald y The Miami Herald, de tratar a estos periodistas; aunque tengo que decirle, que en alguna parte de mí, me lo esperaba. Como sabe soy una asidua lectora de El Nuevo Herald, y hasta un momento fui colaboradora de sus páginas. Por cierto, esa colaboración la fueron cortando ustedes, sin siquiera darme una explicación, sin siquiera responder a mis mensajes, y argumentando a veces que el artículo era muy largo, otras que era demasiado corto, el tiempo pasaba, y mis artículos perdían actualidad, y El Nuevo Herald no los publicaba. Les recuerdo que El Nuevo Herald me pagaba por cada artículo 150 dólares, lo que no corresponde a la tarifa que acuerda la agencia literaria que me representa con otros diarios del mundo entero. Yo hice una excepción con ustedes, aceptaba esta cifra sólo por mantener la comunicación con mis lectores naturales, las personas que amablemente compran mis novelas, o sea los cubanos y los latinoamericanos que viven en La Florida.
He estudiado la evolución de El Nuevo Herald desde que este periódico tuvo acceso a internet, y lo he comprado a diario en mis estancias en La Florida, y me he ido dando cuenta de que las noticias sobre Cuba, pese a la enorme influencia política que ejerce la dictadura castrista en el área (Estados Unidos y América Latina), influencia negativa, claro está, desde hace ya más de cuatro décadas, fue cayendo en ciertos casos en el maniqueísmo o en la manipulación. Por suerte teníamos a periodistas y escritores como Pablo Alfonso, Carlos Alberto Montaner, Ninoska Pérez, Castellón, Olga Connor (quien se dedicaba más a la cultura), entre otros, que informaban con una alta ética profesional sobre la actualidad cubana, en relación con Estados Unidos, con América Latina, con la cultura y el quehacer de los intelectuales del exilio. Es una pena que para, como decir, imponer un cierto equilibrio, El Nuevo Herald se haya visto en la obligación de introducir voces procastristas en varias ocasiones para "nivelar" la opinión, pero eso, según algunos, es la democracia, y vivimos en democracia. Sin embargo, le recuerdo que el primer compromiso que tiene un periódico con sus lectores es informar con la verdad, no con aproximaciones vagas ni con mentiras. El compromiso de un periódico, su razón de existir, es dar la verdad íntegra e integral, y en este caso creo, desafortunamente que El Nuevo Herald y sus jefes han mentido, y no sólo han intentado dañar la trayectoria de sus periodistas, además han herido la sensibilidad e inteligencia de sus lectores.
Le escribo porque yo he sentido discriminación en relación a mí misma por parte de este periódico, y muchas veces me he cansado en la lucha por publicar mis artículos en sus páginas, lo que me recordó cuando era subdirectora de la revista Cine Cubano en Cuba, y tenía que batallar con los censuradores para poder trabajar con calidad.
De cualquier manera, creo que El Nuevo Herald les debe una explicación pública, más consistente que los artículos que han salido recientemente, a sus periodistas; les debe, sobre todo, una rectificación y aclaraciones con la verdad en la mano, con las cartas sobre la mesa. Pero lo más importante, nos debe a todos los lectores la restauración de nuestra propia imagen, de nuestro respeto a aquellos que con seriedad hacen el más hermoso trabajo que posee la humanidad hoy en día, la de informar y denunciar los horrores y las injusticias que se cometen en el mundo entero.
Le reitero que conmigo, El Nuevo Herald, podrá volver a contar, en caso de que esta rectificación sea posible con respeto a nuestra inteligencia. Mientras tanto, esperemos que los espacios vacíos no los ocupen los voceros de la dictadura, del totalitarismo y de la intolerancia, que ya se expanden a Venezuela, y a otros países de América Latina, y se insertan en los centros de enseñanza de Estados Unidos, y por donde quiera donde se abre un hueco a la mediocridad y al cretinismo, muy útiles al castrismo.
Espero que me responda esta carta, ya que otros mensajes que le envié por email jamás me los ha respondido.
Muchas gracias,
Zoé Valdés.
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