miércoles, septiembre 13, 2006

LAS ARMAS DE SANTIAGO ÁLVAREZ

Nota del Blogguista

Un hecho histórico bastante desconocido: a los 15 días de ser incautados las armas, aquellas que se pudieron decomisar pues muchas fueron lanzadas al mar, un tribunal norteamericano falló a favor de la causa cubana y les fueron devueltas a los independentistas cubanos dichas armas. En el juicio el abogado norteamericano Horatio S. Rubens, gran amigo de Martí y de la causa de la Independencia cubana, desempeñó una extraordinaria labor . Lo anterior puede leerse en el libro de Nydia Saravia ¨Noticias Confidenciales de Cuba ¨, y en uno de los tomos de la monumental obra ¨Historia de la Nación Cubana¨, obra escrita y dirigida por los mejores historiadores de la época y publicada en Cuba en 1952, si mal no recuerdo. Esa gran obra es casi desconocida en Cuba porque muestra los grandes avances que tuvo la República en ese medio siglo de existencia. Uno de los que dirigieron su creación fue Ramiro Guerra, cuyo nombre lleva el Premio Nacional de Historia.
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Las armas de Santiago Alvarez

Por Alberto Muller



La historia es la mejor testigo de las incongruencias.

Resulta que por algunas décadas a los cubanos exiliados se les facilitó armas de todo calibre, por parte de algunos gobiernos de la Casa Blanca para que fuesen liberadores de la Patria oprimida por la tiraní­a de Fidel Castro, que en la otra cara de la moneda, fue armada hasta los dientes por el comunismo stalinista de la Unión Soviética.

Pero cuidado, pues si esas armas entregadas a los exiliados son encontradas ahora por razones de azar o de cualquier delación sospechosa, no importa que la delación provenga de un agente castrista sin escrúpulo de los que deambulan por Miami tratando de vender sus secretos al FBI, entonces esas armas se convierten en un poderoso alegato fiscal, casi un escándalo violatorio por posesión de armas ofensivas.

Y los cubanos exiliados que caigan atrapados en esa incongruencia, aunque sean las mismas armas entregadas con motivos liberadores unos años atrás, se convierten ipso facto en enemigos de la paz interna en los Estados Unidos.

El juicio por la posesión de armas en contra de los cubanos Santiago Alvarez y Osvaldo Mitat presenta esa naturaleza peculiar y debe ser analizado dentro del contexto histórico de la liberación cubana. Sacarlo de ese contexto es injusto porque desconoce una realidad inocultable, de por sí­ heroica.

Veamos con calma los elementos contradictorios, que han surgido en todo el desarrollo del proceso por parte de la fiscalí­a, que justifica al menos nuestra observación periodí­stica.

Primero, nos parece importante señalar que los cubanos llevan envueltos más de cuatro décadas, en una confrontación polí­tica por la liberación de su paí­s en contra del régimen comunista castrista, que aún no ha terminado. Pocos dudan de la validez de esta confrontación.

Y es importante insistir, que ese proceso de liberación, ha sido bien visto y hasta estimulado por los gobiernos de la Casa Blanca, a través de las últimas décadas:

¿ Quiénes eran los alzados del Escambray, que reunieron en las montañas de esa cadena montañosa en la región central de Cuba a más de 10 mil alzados para intentar liberar a Cuba de la dictadura castrista ?

¿ Quiénes integraron las fuerzas de la clandestinidad, que reunieron a más de 200 mil hombres para detener, en una guerra de liberación, que se instaurara en Cuba una dictadura comunista de corte stalinista ?

¿ Quiénes fueron los estudiantes que ante el paredón de fusilamiento de Fidel Castro gritaron con bravura inigualable ante la historia, Viva Cuba Libre, Viva Cristo Rey y Viva el Directorio Revolucionario ?

¿ Quiénes formaron la brigada 2506 que desembarcó en Playa Girón para liberar a Cuba del autoritarismo castrista ?

Todos eran parte del pueblo cubano, que no ha cesado en su proyecto de liberar a Cuba de la desverguenza y del crimen del comunismo castrista. Y siempre estos cubanos liberadores han contanto con las simpatí­as del pueblo de los Estados Unidos.

Además de estos esfuerzos, han surgido otros esfuerzos, no menos heroicos, de corte pacifistas por parte de los grupos de Derechos Humanos y de la Disidencia en intramuros, con el mismo objetivo de liberar al paí­s del autoritarismo comunista.

Y debemos decir, que tanto Santiago Alvarez, como Osvaldo Mitat, son parte de toda esa generación de liberadores. Excluirlos no es leal.

Fí­jense que recalco el término, pues liberar es honroso. Y los cubanos libres no han cesado de ejercer esa responsabilidad liberadora, por muy adversas que hayan sido las circunstancias.

Segundo, nos parece importante analizar cómo han actuado los gobiernos estadounidenses y sus dependencias fiscales, a través de la historia, inclusive desde el esfuerzo de liberación de José Martí­ ante la colonia española, en el famoso caso de las tres embarcaciones repletas de armamentos e incautadas por las autoridades federales de los Estados Unidios.

Los tres barcos de la Fernandina en 1895, en un puerto cercano a Jacksonville, estaban bajo la dirigencia de José Martí­ para impulsar el proceso independentista cubano contra al despotismo colonial.

Una vez descubiertas, las armas y los barcos se confiscaron, pero Martí­ no fue acusado ni perseguido. En el fondo porque los Estados Unidos simpatizaban con la gesta independentista cubana.

Pero vayamos a hechos menos distantes, como la ¨Operación Mongosse¨ bajo el gobierno de John F. Kennedy, dirigida directamente por su hermano Robert Kennedy en la década de los 60, que aglutinó a más de dos mil exiliados cubanos con bases de torpederas y lanchas rápidas por toda la costa de Cayo Hueso, más decenas de hombres ranas y combatientes entrenados para el proceso liberador.

Inclusive, algunos observadores del quehacer cubano, afirman que el atentado al presidente John F. Kennedy fue ordenado directamente por Fidel Castro, en represalia por la Operación Mongoose.

También por la misma época se desarrolló la ayuda masiva a los campamentos en Costa Rica y Nicaragua dirigidos por Manuel Artime.

Pero después de la Operación Mangoose, década del 80 y del 90, se desarrolló la estrategia de acción de los Comandos L, con el apoyo entusiasta de las agencias de inteligencia de los gobiernos estadounidenses de turno.

En todas esas operaciones mencionadas, el gobierno estadounidense entregaba armas con sus números de serie borrados. Y no estamos revelando ningún secreto de estado, pues todo esto es de conocimiento público por documentos ya desclasificados.

Valdrá la pena preguntar sin dobleces: ¿De dónde salieron las armas encontradas a Santiago Alvarez y a Osvaldo Mitat ?

Si se comprueba que las armas son partes de las que entregó años atrás el gobierno norteamericano para colaborar con el proceso de liberación de Cuba, condenar a éstos dos cubanos serí­a profundamente injusto y amoral.

Inclusive, si se comprobara que ellos compraron algunas de las armas en el mercado paralelo para el mismo objetivo de liberación, entonces también la condena serí­a igualmente injusta, pues todos los pueblos tienen pleno derecho a liberarse de la opresión.

Hay un precedente, y sé que las precedencias tienen mucha importancia en lo jurí­dico, cuando en 1990 la inteligencia norteamericana descubrió un barco con un alijo de armas de los Comandos L.

El presidente George Bush, padre, ordenó que se incautaran las armas, pero que no se encausara a los implicados.

Y ya para concluir, debemos decir, que hay un principio sagrado del derecho norteamericano, que enfatiza que los acusados deben ser juzgados por sus semejantes.

¿Por qué entonces se traslada el juicio de Santiago Alvarez y de Osvaldo Mitat para que sean juzgados por ciudadanos distantes y extraños fuera de Miami ?

Seamos solidarios con cualquier esfuerzo liberador que surja del pueblo cubano, ya sea en intramuros o en el exilio. Condenarlo será una complicidad indirecta con el régimen asesino de Fidel Castro.

albmul@bellsouth.net