EL ASEDIO A LA LIBERTAD.
EL ASEDIO A LA LIBERTAD.
19-09-2006
La Habana ha sido durante varios días escenario de un espectáculo que se ha movido entre el vodevil de baja estofa y la más zafia retórica tabernaria. La Cumbre de los no alineados, justo nombre para quienes se niegan a alinearse con la seriedad y la sensatez, pero sobre todo con la libertad, ha transcurrido bajo los auspicios de un siniestro fantasma y con la grotesca presencia en las tablas de unos pésimos actores de segunda.
Los no alineados, o al menos quienes asumieron su representación ruidosamente, han clamado que se les tenga en cuenta, se les escuche. Se han pronunciado por reformarlo todo y han declamado sus intenciones de conseguir un mundo mejor. Credibilidad cero cuando tales aspiraciones vienen de la mano de los más despreciables déspotas del planeta. Castro, Chávez, Ahmnidejad, El Asad, Kim Jon Il, Lukasenko y Mugabe como modelos para el mundo. Un mundo que, al decir de Chávez, si le dieran a Castro poderes plenipotenciarios, en diez años lo arreglaba. Como para echarse a temblar.
Payasadas aparte, e independientemente de que la inmensa mayoría de los asistentes al cónclave de La Habana lo hicieron por inercia o por torpe oportunismo, y pese a la nula trascendencia de ese cadáver insepulto que son los No Alineados, presididos a partir de hoy por un fantasma virtual, no debemos desconocer ciertos peligros. La reunión de La Habana ha servido para que se encuentren, establezcan alianzas y diseñen estrategias los principales enemigos que hoy tiene la libertad. La izquierda radical que encabeza Castro (o lo que de él queda), su clon (y clown) venezolano y otras figuras menores, así como los restos mórbidos del antiguo imperio soviético, se van constituyendo cada vez más sólidamente en diabólica liga con el fanatismo terrorista islámico. Se trata de una conjunción contra los Estados Unidos, contra Occidente y contra la libertad cuyo único cemento unificador es el odio. La izquierda enclenque y huérfana se agarra a la braza ardiente del terrorismo islámico como recurso desesperado contra aquello que odia: la libertad.
Nadie en sus cabales puede dudar de que hoy la libertad se haya bajo asedio. El islamismo radical que tumbó las Torres Gemelas y que siembra de cadáveres todos los días en cuanto lugar puede, se apresta a conseguir armas nucleares por intermedio de los ayatollahs, las que compartidas con otros radicales como Corea del Norte serían capaces de usar contra sus enemigos jurados (que somos todos los que no nos sometemos a sus designios religiosos o políticos). En este entramado de terror que se urde ante nuestros ojos, y que cuenta con la suicida complicidad apaciguadora de tantos en Occidente –principalmente en Europa- no puede ser desdeñado el papel que puede jugar el decrépito odiador de La Habana y su clon (clown) de Caracas. Por delirantes o disparatadas que puedan parecernos las alianzas y las amenazas que lancen junto al sórdido iraní y el oscuro coreano, sería más que insensato desconocerlas.
La ruidosa reunión de estos días en La Habana no tendrá efectivamente trascendencia, en el sentido de que ese Movimiento simplemente no existe; pero el “eje del mal” que puede haberse estructurado a su sombra no puede ignorarse.
Por otra parte, el a simple vista renqueante régimen castrista busca agónicamente sobrevivir. Busca aliados que le consoliden. Para nada es inteligente que le creamos derrotado. Hay que derrotarlo aumentando las presiones internacionales de todo tipo y ayudando a quienes dentro de Cuba buscan el cambio. Hay que reforzar las acciones para restarle legitimidad internacionalmente, para poner en claro los peligros que puede encerrar, no ya sólo para los cubanos y sus aspiraciones democráticas, sino incluso para toda la comunidad de naciones libres el que pueda consolidarse una sucesión en Cuba y, con ella, endurecerse las alianzas entre los enemigos de la libertad de todos.
No es alarmismo. La Libertad está bajo asedio. Y el castrismo es un bastión enemigo a vencer.
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