miércoles, septiembre 20, 2006

LOS DESPIDOS DE EL HERALD EN CONTEXTO

LOS DESPIDOS DE EL HERALD EN CONTEXTO


Por Jorge Hernández Fonseca
Cuba Libre Digital
BrasilLa Nueva CubaSeptiembre 19, 2006

El exilio enfrenta un nuevo y grave escollo. Varios prestigiosos periodistas cubanos han sido despedidos de un importante periódico de Miami, en medio de un escándalo público que tiene por objeto lesionar su reputación. La lectura directa de los hechos apunta en la dirección de Cuba, en función del interés de la flamante empresa propietaria del periódico para abrir en la Habana una representación acreditada dentro de la isla, por lo cual estaría pagando un pecio.

Sin embargo, fuera de la lógica implicitita en este razonamiento --negado no muy creíblemente por los responsables de los despidos-- hay factores adicionales de contexto, que teniéndolos en cuenta pudieran ayudarnos a arrojar luz sobre el sentido global de estos hechos, insertados indudablemente en una conjura más amplia y abarcadora que unos simples despidos.

En primer lugar debemos admitir, fuera del natural apasionamiento político de todo opositor cubano, que hay una polarización en los dos campos que se oponen al gobierno dictatorial de la isla: por un lado, aquellos opositores que simpatizan con las medidas socialistas tomadas por la dictadura cubana, y que ven el fracaso socialista como algo circunstancial, y los opositores que entienden que el socialismo es el causante principal del drama global que asola la isla.

Hasta el presente, Estados Unidos en general --y Miami en particular-- habían sido campos típicamente dominados por opositores que identifican al socialismo como responsable por la debacle, lo que era tendencia entre los cubanos exiliados que viven en Norteamérica.

El deterioro material del régimen cubano, unido al hecho de que la represión ha alcanzado a diversas capas dentro del partido gobernante, llegando incluso a la depuración y fusilamiento de altos oficiales de las FARC y del MININT, ha ocasionado que una cantidad cada vez más importante de funcionarios cubanos comprometidos ideológicamente con el socialismo, deserten de la isla y vengan al exilio a disfrutar, de un ambiente carente de penurias materiales.

De hecho, el gobierno dictatorial de la Habana incentivó en la década del noventa el llamado “exilio de terciopelo”, extendiendo “permisos de residencia en el exterior” a numerosos artistas e intelectuales comprometidos con el régimen, con vistas a no ocasionar escándalos en el seno de estas filas, cuando alguno de ellos “se quedara”, abandonando sus misiones oficiales.

El hecho anterior, unido a la apertura en Cuba de permisos de trabajo en EUA otorgados por sorteo, ha ocasionado que el espectro político del exilio --particularmente en EUA-- haya incrementado el porcentual de exiliados cubanos que ven con buenos ojos “los logros de la revolución” y que emigran para poder garantizar su sustento mínimo, pero que no vinculan los problemas de la isla con el socialismo como sistema económica y políticamente fracasado.

No cabe dudas que sobre los exiliados que de alguna manera “no quieren buscarse problemas” con el régimen de la isla y aspiran a vivir en el exterior, no como exiliados políticos, sino más bien como exiliados económicos, que existe una red de control relativo por parte de los agentes castristas en el exterior. La enorme masa exiliada en estas circunstancias no está formada por agentes del castrismo, pero los agentes reales sí poseen control efectivo sobre ella.

Paralelamente y basado en sus ideologías socialistas, numerosos intelectuales cubanos de la izquierda exiliada han comenzado una campaña dirigida a hacer conciencia en el seno del exilio cubano, tratando de detuprar los símbolos republicanos que el exilio de EUA ha mantenido en alto. Ataques a la memoria de José Martí es un ejemplo elocuente de este procedimiento.

En momentos que el dictador está a punto de hacer mutis final de la escena cubana y que un débil sustituto se empeña en basar su fuerza sucesoria en la imagen deteriorada del símbolo (se nos ha mostrado postrado en una cama, inconexo, balbuceante y esquelético) las redes exiliadas socialistas en el exterior han hecho maridaje con las izquierdas nacionales, sobre todo en EUA, para garantizar cierta continuidad en la isla propugnado un fidelismo sin Fidel.

La cueza que el otrora exilio de Miami mostraba en sus enfrentamientos con la dictadura corre hoy serio peligro. Razones asociadas a la lucha política interna de EUA señalan al hermano del dictador cubano como la persona ideal para establecer negociaciones. Por un lado, ofrece garantías contra una masiva y temida invasión balsera a EUA, y por otro, ofrece el petróleo recién descubierto como moneda de cambio para un estatus de convivencia “civilizado” y como forma de garantizar la perpetuación de los “logros de la revolución”.

En estos momentos, la tendencia a levantar el embargo norteamericano ha ganado fuerzas incluso en el seno de la derecha norteamericana, muchos de cuyos políticos representan los intereses petroleros que ya hacen lobby para aprobar leyes que permitan levantar el embargo, con vistas a participar en la piñata que Raúl ofrece en la isla con “el petróleo de la costa norte”.

Es en este contexto que la gran prensa norteamericana de izquierda compra el periódico de Miami, que acto seguido expulsa deshonrosamente a varios periodistas cubanos vinculados a la lucha contra el castrismo de manera frontal --ninguno de ellos con militancia en la izquierda-- como parte de las acciones de apoyo a las negociaciones para la sucesión en marcha.

Declaraciones inconexas de altos funcionarios del gobierno de EUA en apoyo a plebiscitos que perpetuarían a Raúl en el poder; solicitando a Hugo Chávez encabezar el proceso de transformaciones democráticas dentro de Cuba y llamados a la paciencia (¡mucha paciencia!) son signos inequívocos del contexto en que nuestros periodistas fueron escarnecidos.

Estados Unidos no es solamente el gobierno. EUA es también --y sobre todo-- sus Instituciones, su sociedad civil, sus formadores de opinión. Es en este campo que la oposición histórica a la dictadura está perdiendo la batalla frente a los opositores que quieren negociar un futuro sucesorio para Cuba, con vistas a preservar los supuestos “logros de la revolución”.

De nada vale acusar de agentes de Castro a los personeros de la izquierda opositora cubana que difaman a Martí. Es el adelanto, en el exilio, de la lucha política futura dentro de la isla, con la ventaja para ellos de contar con la fuerza “liberal” dentro de Estados Unidos, con la izquierda española, europea y latinoamericana, que los ayudará a resolver el caso Cuba “pacíficamente”.

Un proceso complejo y anti-exilio cubano se inició cuando los cubanos de Miami perdieron la batalla de Elián González. El episodio de los periodistas es un round más de aquel proceso y tendrá continuidad después de pasadas las elecciones legislativas actuales dentro de EUA.

Si los opositores cubanos no se preparan adecuadamente y usan su fuerza, que hasta ahora no han sabido usar, serán los propios Estados Unidos los que negociarán con Raúl el futuro que más convenga a los intereses económicos y migratorios del coloso del norte, apoyados por la fuerza poco despreciable de la izquierda opositora cubana, dentro y fuera de la isla.