miércoles, septiembre 27, 2006

ELEFANTE BOLIVARIANO EN CRISTALERÍA INTERNACIONAL

ELEFANTE BOLIVARIANO EN CRISTALERÍA INTERNACIONAL




Por Eugenio Yáñez *
Jefe de Analistas
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Septiembre 25, 2006




Pocos líderes en el mundo podrán igualar la extraordinaria capacidad del Presidente venezolano Hugo Chávez de crear tantos problemas, tan innecesarios y tan complicados, en tan poco tiempo.

Menos de una semana después de la culminación de la Cumbre de los No Alineados en La Habana, donde las posiciones extremistas de la izquierda paranoica quedaron simplemente echadas hacia una esquina y no fueron suscritas por la inmensa mayoría del Tercer Mundo, Chávez no da muestras de entender la realidad.

Supuestamente el convaleciente y muy enfermo Fidel Castro pasó a manos de Hugo Chávez en La Habana la antorcha del liderazgo revolucionario continental y mundial, pero el Presidente bolivariano, como niño con juguete nuevo, en vez de pretender guiar a los revolucionarios del planeta con esa antorcha, como soñaba Fidel Castro, parece dispuesto a utilizarla como encendedor y detonante, y va incendiando peligrosamente todo lo que encuentra a su paso.

Terminando la Cumbre en La Habana, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad visitó Venezuela, y en medio de un carnaval antimperialista propuso a Hugo Chávez, como medida de presión contra Estados Unidos, instalar cohetes Shahab-3 de mediano-largo alcance, unos dos mil kilómetros, primero en Venezuela y posteriormente en Cuba, según un reporte de inteligencia de DEBKAfile's, que fue dado a conocer por La Nueva Cuba recientemente.

La temeridad e irresponsabilidad de tal propuesta no escapa a ninguna mente sensata. Cuando en 1962 Fidel Castro, con igual temeridad e irresponsabilidad, convenció al entonces Primer Ministro soviético Nikita Jrushov de instalar cuarenta y dos misiles nucleares en Cuba, apuntando hacia los Estados Unidos, el mundo estuvo al borde de una conflagración nuclear de incalculables y devastadoras consecuencias.

La propuesta de Ahmadinejad solo puede llevar a los mismos resultados. Cohetes de dos mil kilómetros de alcance en Venezuela o en Cuba, cuando Irán busca desesperadamente la posesión del arma nuclear, constituyen un acto de provocación y agresividad de tal magnitud que no quedaría sin respuesta inmediata por parte de Estados Unidos.

La irresponsabilidad de Hugo Chávez, unida a su proverbial torpeza, podrían admitir una jugada de esta naturaleza en Venezuela, pero con seguridad que en La Habana nunca darían el visto bueno a semejante locura. Cuba estuvo muy cerca de haber sido barrida del mapa, literalmente, en Octubre de 1962, a pesar del apoyo soviético, para intentar repetir semejante demencia cuarenta y cuatro años después, ni con un Fidel Castro moribundo ni con un equipo sucesor timorato y desorientado.

Tras la locura con Ahmadinejad en Caracas, Hugo Chávez se fue a la ONU, donde pronunció un discurso digno de "estadistas" como Idi Amin Dada o Pol Pot: llamó a George Bush como "el diablo" y, desde esa misma tribuna que el día anterior había hablado el Presidente de Estados Unidos, declaró que ese lugar todavía olía a azufre, se santiguó y unió sus manos como rezando.

Si quiso imitar a su maestro Fidel Castro, le quedó muy mal. En 1960, cuando Castro visitó la ONU, dijo muchas cosas contra Estados Unidos y "el imperialismo", pero nunca con el nivel de chusmería, torpeza y ridiculez de Hugo Chávez. Y cuando regresó en 1979, recién terminada la Sexta Cumbre de los No Alineados, declaró que no iba a utilizar la oportunidad que brindaba el anfitrión para denunciarlo.

Para sorpresa de los ilusos solamente, el grosero discurso de Chávez en la ONU recibió una cerrada ovación de varios minutos: muchos gobiernos ven en Chávez hoy, como vieron antes en Fidel Castro, a quien se atreve a decir cosas que ellos mismos quisieran decir, pero no se aventuran a hacerlo.

Posteriormente, fuera de la ONU, en actos "populares" en la ciudad de New York, Chávez fue mucho más allá, y acusó al Presiente Bush de "alcohólico", enfermo, y de haber accedido a la presidencia por ser hijo de su papá.

Personajes del establishment en Estados Unidos, como los inefables Jesse Jackson y Charles Rangel, tan proclives al apoyo a líderes tercermundistas y antinorteamericanos, tuvieron que desmarcarse de la locura chavista, y aunque intentaron justificar al orate bolivariano tuvieron que dejar bien claro que no compartían esos criterios.

No contento con toda la barbarie, al regresar a Caracas Hugo Chávez comenzó a declarar que le habían avisado "sus amigos" que era probable que ahora el gobierno de Estados Unidos intentara asesinarlo. Aunque no aclaró quienes eran esos "amigos", parece que podrían ser personajes como el actor Danny Glover o el profesor Noam Chomsky, o tal vez el dice que cineasta Michael Moore, todos destacados por su rechazo al sistema norteamericano y su apoyo a cualquier movimiento que cuestione la democracia y la libertad en Estados Unidos.

En el plano regional, las inadecuadas declaraciones del Embajador venezolano en Chile con relación al apoyo para otorgar a Venezuela un escaño por dos años como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas han desatado otro escándalo bilateral, al solicitar la presidenta chilena Michelle Bachelet el retiro del embajador, por considerar sus declaraciones como una intromisión en los asuntos internos del país andino.

Si esa es la forma en que Hugo Chávez pretende lograr apoyo a su candidatura para el Consejo de Seguridad de la ONU, evidentemente es el peor camino. Tras la solicitud de retirar al embajador, la presidenta de Chile recibió en Santiago a la Secretaria de Estado de Estados Unidos, Condolezza Rice, quien de inmediato comunicó a la mandataria chilena el apoyo de Estados Unidos a la candidatura de Guatemala para el escaño del Consejo de Seguridad.

Para más complicaciones, Venezuela anunció la creación de dos bases militares en zonas fronterizas de Bolivia, una de ellas sobre el río Paraguay y la otra en la frontera con Brasil, así como el establecimiento de una fábrica de pólvora, lo cual confirmó el Presidente boliviano Evo Morales.

Además de la dudosa necesidad de tales bases fronterizas en Bolivia, y que provocó de inmediato preocupaciones en Paraguay y otros países vecinos, es significativo el hecho de que ambas bases se encontrarían en zonas fronterizas como la llamada "Triple Frontera", que se consideran zonas proclives al narcotráfico, y donde se concentran grandes cantidades de fundamentalistas musulmanes, caldo de cultivo del terrorismo contra Estados Unidos.

Finalmente, fue desde la misma Venezuela que vino el sábado la señal más interesante y significativa de los estragos que Hugo Chávez está haciendo en sus propias posiciones, en la voz de uno de los que fuera muy cercano colaborador del Presidente.

El 15 de septiembre, en el marco de la Cumbre de NOAL en La Habana, Hugo Chávez había hecho unas pintorescas declaraciones en ocasión de su encuentro con el Presidente iraní Ahmadinejad:

"Irán está amenazado. Ya hay planes para invadir Irán. Ojalá que no ocurra eso. Si llegara a ocurrir, tú sabes que estamos con ustedes en cualquier circunstancia. Estaremos con Irán como estaremos con Cuba".

La información agregaba que Chávez había dicho que si Estados Unidos llegara a invadir Cuba, "correría la sangre".

"No nos vamos a quedar con los brazos cruzados mirando las bombas caer sobre La Habana o que se lleven a Raúl (Castro) en un avión".

Chávez, cuya incontinencia verbal le lleva a hablar sin pensar demasiado lo que va a decir, algo sumamente peligroso para un Jefe de Estado, había comparado a Raúl Castro con el narcogeneral panameño Manuel Antonio Noriega, al suponer que a Raúl Castro se lo podrían llevar detenido en un avión.

Doble insulto a quien es ahora el Mínimo Líder cubano: Noriega, además de ser un narcotraficante convicto, demostró muy poco valor personal, a pesar de sus alardes agitando el machete en la mano, cuando la invasión norteamericana en 1989, al correr desesperadamente hacia una embajada buscando refugio, y rendirse sin disparar siquiera un tiro.

Respondiendo a tamaña insensatez, el General venezolano Jorge Luis García Carneiro, quien fuera ministro de Defensa chavista y es actualmente el ministro de Participación Popular y Desarrollo Social de Venezuela, declaró que era "una tontería" que las fuerzas armadas venezolanas pudieran prestar "ayuda militar al régimen cubano en el caso de que la isla fuera atacada por Estados Unidos aprovechando la convalecencia o muerte de su líder, Fidel Castro".

"¿Qué ayuda le podría prestar Venezuela a Cuba? Sería como un león (Estados Unidos) peleando contra un chihuahua".

Hablando en términos realistas, el general García Carneiro declaró que la ayuda que Venezuela podría prestar a Cuba "en esa situación sería diplomática al más alto nivel, porque la ayuda militar sería una tontería".

Es sin dudas interesante que mientras el Presidente Chávez hablaba de que en caso de invasión norteamericana a Cuba "correría la sangre" y que "no nos vamos a quedar con los brazos cruzados mirando las bombas caer sobre La Habana o que se lleven a Raúl (Castro) en un avión", uno de sus ministros, general de la fuerza armada y ex ministro de defensa, califique estas opiniones de "tontería", y declare la imposibilidad material de cualquier tipo de ayuda de Venezuela a Cuba en tal situación.

Esta opinión del general García Carneiro no es un simple comentario sobre el tema, sino un significativo paso para desmarcar a Venezuela y a sus fuerzas armadas del absurdo compromiso chavista de apoyar a Cuba en un eventual enfrentamiento militar con Estados Unidos. Y muestra una innegable fisura entre la irresponsabilidad política del Teniente Coronel bolivariano y los enfoques realistas y profesionales de los militares venezolanos.

Tal y como se han venido desarrollando las cosas en estos últimos días, es evidente que la antorcha revolucionaria fue a parar a manos de un pirómano, que al no saber exactamente lo que debe hacer con ella ha decidido ir incendiando todo lo que encuentra a su paso, lo que está creando una situación que no puede resultar conveniente para casi nadie.

A pesar de la aparente dependencia del régimen cubano al petróleo y los subsidios de Hugo Chávez, está claro que ni Fidel Castro, aunque se esté muriendo, ni los actuales gobernantes que le sustituyen "con carácter provisional", están dispuestos a seguir incondicionalmente al elefante bolivariano en la cristalería internacional, mientras destroza todo a su paso y desata incendios incontrolados por doquier.

Si Chávez con su peligrosa antorcha revolucionaria recibida de Fidel Castro solamente sabe acercarse a Mahmoud Ahmadinejad y sus demenciales políticas de confrontación y crisis, se puede convertir en un peligro para la supervivencia del régimen cubano, y no se lo van a permitir.

Regalar 98,000 barriles de petróleo diarios, y más de mil millones de dólares anuales en subsidios, dan a Chávez un papel preponderante en sus relaciones con Cuba. Pero más de cuarenta y cinco mil cubanos en Venezuela, incluyendo militares y personal de seguridad, más el factor de peso político a favor del chavismo que representan los médicos, maestros y entrenadores, son una formidable fuerza a favor del régimen cubano para llamar a Chávez a capítulo.

Solamente los talibanes tropicales en Cuba están dispuestos a seguir a Chávez en su irresponsable aventura, pero no los militares ni los dirigentes sensatos que, por mucho que odien a Estados Unidos y la democracia, saben donde están los límites de una confrontación: a pesar de su interminable verborrea, Fidel Castro siempre tuvo mucho cuidado de provocar un choque directo con los Estados Unidos.

Ya se sabe que los sucesores cubanos, donde prima el factor militar, no están dispuestos a seguir a Hugo Chávez en esa demencial carrera. La incógnita es, ahora, hasta cuando estarán dispuestos a permitirle mantenerse en el poder si no logra controlarse.

Con seguridad, que eso no será eternamente. Y si tanto los militares cubanos como los venezolanos consideran que las posiciones y declaraciones de Chávez son "una tontería", en cuanto Fidel Castro deje de estar en el mundo de los vivos podrían llegar a un acuerdo para continuar la revolución bolivariana bajo un nuevo liderazgo, sin el peligro de un elefante, con una antorcha revolucionaria en la trompa, suelto en una cristalería.
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Eugenio Yáñez, Dr. en Economía, politólogo, analista y especialista en la realidad cubana, durante 14 años fue Profesor de la Universidad de La Habana y el Instituto Superior de Dirección de la Economía. Ha publicado diversos libros y es coautor, junto a Juan Benemelis, de "Secreto de Estado. Las primeras doce horas tras la muerte de Fidel Castro". Colabora habitualmente con La Nueva Cuba desde el 2005.