martes, diciembre 05, 2006

SEGUIREMOS SIENDO

Seguiremos siendo


Por Ninoska Pérez Castellón

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Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo.
Memorias de Adriano, Marguerite Youcenar
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Ya no morirá del disparo certero de algún adversario. Tampoco ajusticiado, como cualquier tirano por la ráfaga de una ametralladora. No será en batalla, con su traje de guerrillero y las botas puestas. El frágil Comandante libra su última batalla ataviado con pantuflas y sudadera de marca yanki con su nombre en el pecho por si se le olvida quien es. Su despacho es ahora su lecho de muerte. Su desafío ante el ridículo lo hace un verdadero temerario. Se le vio en un elevador ¿rumbo a dónde? Y luego con unos pasitos simulando a Michael Jackson a los 100 años haciendo su famoso moonwalk. Dejó el disfraz de guerrillero para terminar siendo, un saco de huesos. La gran celebración de su cumpleaños es pura propaganda preparada para la muerte de un tirano. Lo rememoraba Adriano; “Es difícil seguir siendo emperador ante un médico.”

El austero marxista, morirá como una de esas ancianas vedettes. Arropado en seda escarlata y a la luz de una lámpara, producto de su botín. Partirá dejando la imagen, no de aquel guerrero que desafió al imperio, sino de un ancianito aferrado a las manos de quien, por el momento, le proporciona el petróleo para la electricidad de su lámpara Tiffany. Y así, deteriorándose día a día, como mismo deterioró a Cuba, se nos escapa, lenta e irremediablemente, Fidel Castro.

El famélico Comandante, muere en sábanas limpias. El austero marxista, resultó ser uno de los hombres más ricos del mundo. Condenó, por décadas, al pueblo de Cuba a la libreta de racionamiento mientras se hartaba de exquisitos manjares y costosos vinos. Farsante hasta la muerte. Su legado, crímenes y destrucción. Su bandera, venderse siempre al mejor postor. Un jugoso subsidio de la antigua Unión Soviética, el precio de la soberanía de Cuba. La sangre de los cubanos se derramó donde los amos de Cuba determinaran, Angola, El Salvador, Nicaragua. Sólo una realidad lo abruma, se le acaba el tiempo.

¿Qué pasará en Cuba? No me gustan las predicciones. A los pueblos les llega su tiempo, y con el tiempo la libertad. Pero el tiempo de Cuba parece maldecido. Se nos acabó un dictador y ya está acomodado en su silla el hermano. “El cancerbero de la revolución” lo ha llamado poéticamente el vulgar Ramiro Valdés. De un plumazo, quedó sellado el destino de los cubanos. Realmente se veía venir. Hace ya algún tiempo, comenzó la venta de Raúl Castro. Un ex general lo considera noble porque llora con frecuencia. Un ex asistente le otorga dotes de buen administrador. Su hija Mariela declaró recientemente, en una entrevista, que el día más feliz de su niñez fue cuando logró que su padre la llevara caminando, cogidos de la mano, durante seis cuadras, a la escuela. ¡Cuánta ternura!

¿Quién aguantó las manitas de los hijos de los fusilados por Raúl Castro? ¿Quién secó las lágrimas de los hijos de tantos presos políticos? ¿Las de tantos hijos de soldados muertos en inútiles guerras internacionalistas? ¿De qué logros se puede hablar en un país donde con la mal llamada educación y cuidado de salud gratuito, imponen una ideología y cercenan la libertad?

Tal vez Ramiro Valdés ha sido el más honesto. Su cómplice de tantos crímenes lo compara con el mítico perro de tres cabezas que cuidaba la puerta del infierno. Un portero brutal y severo seguirá negándole la libertad a Cuba.

¿Qué hará el exilio? Es la pregunta que todos se hacen. Mas allá de celebrar la muerte de un tirano, seguiremos siendo la voz que se ha alzado, en todo rincón del planeta, en defensa de nuestros hermanos amordazados en la isla.

Seguiremos siendo los que exigimos justicia, democracia y elecciones libres. Los que buscamos aliados, a pesar de tanto oportunista que ve en Cuba una oportunidad económica. Seguiremos siendo los que condenamos a aquellos que invierten en Cuba a espaldas del pueblo. Los que nos negamos a que el cubano en la isla sea un ciudadano de quinta categoría porque vale mas un turista, con euros o dólares, que un cubano con dignidad.

Seguiremos siendo seres errantes, con el dolor en el alma de vivir lejos de Cuba, pero con suficiente terquedad para no abandonar el sueño de verla libre. Seguiremos aferrados a la noble intransigencia de José Martí mientras que los Migs del régimen pulverice a seres indefensos, en espacio aéreo internacional, o mueran niños cubanos, hundidos en un remolcador en la Bahía de la Habana. Mientras sigan muriendo balseros. Mientras sigan llenas las cárceles. Mientras siga el acoso a los valientes hombres y mujeres que integran la oposición. Seguiremos siendo el blanco de ataques y calumnias que sólo sirven para no dejarnos confundir o desmayar. Lo dijo el líder estudiantil quien murió en una huelga de hambre, en una prisión en la ciudad de La Habana Pedro Luis Boitel: “Los hombres no abandonan la lucha, cuando la causa es justa.”

Seguiremos siendo cubanos del exilio, hasta el día del añorado regreso. Sólo entonces, dejaremos de serlo para reconstruir una Cuba genuinamente democrática donde no existan diferencias entre cubanos de aquí y cubanos de allá. Entonces seremos cubanos y nada más.