BLUFF
Por Aleaga Pesant
Periodista Independiente
Ciudad de La Habana
Cubanet
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Máximo Tomás
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Enero 5, 2007
La conferencia de prensa dada en Madrid por el médico cirujano José Luis García Zabrido, donde informó que el Dr. Castro se encontraba en franco restablecimiento y que podía volver a gobernar, tiene todas las características de las patrañas a las que nos tienen acostumbrados los gobiernos autoritarios y sus servicios de inteligencia, con el fin de ganar tiempo y presionar a las fuerzas contrarias.
Sobre todo, porque el desarrollo profesional y la capacidad de discernimiento de los médicos cubanos, que residen en la isla está fuera de toda duda y la mayoría de las veces es superior -con menos condiciones materiales profesionales y personales- que la de los galenos extranjeros. Lo que hace innecesaria más allá de los protocolos, la consulta a un anodino profesional no cubano sobre los padecimientos de su primer comunista.
La historia poco creíble contada por el médico de la Comunidad de Madrid, quien estuvo supuestamente en las cercanías del caudillo, habla que el Dr. Castro de 80 años se recupera favorablemente de su última operación, que no padece de cáncer de cólon y que estará pronto listo para gobernar.
Esto no tendría mayor interés si no fuera por dos o tres puntos que nos pondrían a reflexionar: Histórica manipulación de la información, la desaparición de Castro de los medios de información en los dos últimos meses y la extraña utilización de una fuente externa poco confiable. Como sabemos, la censura y la ausencia de información son los principales aliados de las dictaduras para lograr sus mezquinos fines y permite a los servicios de inteligencia montar acciones pantallas para ganar tiempo o desconcertar a los contrarios. En estas acciones de inteligencia el gobierno cubano tiene sobradas experiencias. Primero las que trajeron consigo los asaltadores del poder en 1959; luego las que aprendieron de la KGB y la Estasi. De esa manera se construyó una atmósfera de misterio y sigilo, de chantaje y compra de opiniones, que alcanzarían para una enciclopedia de varios tomos.
El ejemplo público más cercano fue en el mes de octubre y estuvo involucrado el Itamaratí y el mismo Presidente del Brasil. Ambos aparecieron como "tontos de capirote", repetidores ingenuos del sistema de inteligencia cubano.
Los del "aparato" pusieron en boca de Lula da Silva una información tendenciosa y a corroborar sobre la muerte o mayor gravedad no confirmada del enfermo. Luego de que los medios de comunicación y la opinión pública internacional quedaron atrapados en la embocada informativa, las autoridades cubanas -en una excelente maniobra de relaciones públicas- se encargaron de desmentir de manera contundente los rumores, presentando al enfermo, nada más y nada menos que un sábado en horas de la tarde. De esta manera, el desmentido se amplificó, además de mantenerse en estelares durante varios días.
En las actuales circunstancias, la necesidad primaria del gobierno de sucesión es hacer olvidar la ausencia del Dr. Castro de los medios de comunicación cubanos y de los faraónicos homenajes en su honor; además de los importantes eventos celebrados en los últimos días.
En el primero de ellos estuvieron, según cifras oficiales, más de 1800 invitados internacionales, entre los que estaban dos presidentes en funciones, un presidente electo, varios cancilleres, intelectuales y Premios Nóbel. Y nadie pudo verlo.
Durante estas jornadas, el sucesor ha ido imponiendo gradualmente una presencia cada vez mayor en el país, con intervenciones simpáticas y carismáticas en los plenarios de la FEU y de la Asamblea Nacional del Poder Popular, amplificados a toda la sociedad por los medios de comunicación masiva.
El lanzamiento de una información a "tiro de parábola" sobre algo definido como "secreto de estado", poniendo en boca de un oscuro médico de hospital madrileño la recuperación de la salud del caudillo, libera al gobierno cubano de dar una versión veraz y responsable sobre el estado de salud de su presidente.
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