FRAUDE EN LA ACADEMIA
La universidad tradicional cubana ha muerto. En su lugar ganan terreno la improvisación y el invento.
Por Yodel Pérez Pulido
Camagüey. Cubaencuentro
La denominada "batalla de ideas", proceso que guía la política interna en Cuba desde la "lucha" por la devolución del niño Elián González, contempla entre sus objetivos más priorizados el desarrollo de un "nuevo" sistema educativo que se conoce como "universalización de la enseñanza superior".
Tal desgaste, inventiva de Fidel Castro, va costando al país no sólo un fuerte financiamiento en infraestructura pedagógica —entiéndase salarios para inventados profesores—, sino la destitución del hasta hace muy poco tiempo vitalicio ministro de Educación Superior, Fernando Vecino Alegret.
Estudiar por obligación
Millares de cubanos están hoy matriculados en una universidad que, según la política oficial, convierte el estudio en un oficio. La creación de 169 universidades municipales, una en cada ciudad o pueblo del país, constituye el semillero donde han sido sembrados, casi por obligación, los miles de técnicos e ingenieros que laboraban anteriormente en la menguada industria azucarera.
Mediante una convocatoria política denominada "Tarea Álvaro Reinoso", los desempleados de la centenaria industria han sido obligados a superarse "científicamente" en los pocos locales que se han salvado del derrumbe azucarero. Ese fue el regalo enviado por el Comandante después de años de esfuerzos.
Ahora, la desolación y el desamparo tienen solución a partir de una matrícula en una universidad espuria, para estudiar materias que a muchos ni les interesa. Pero deben hacerlo para asegurar, al menos, un salario fijo.
Junto a ellos, comparten pupitres los dudosamente formados trabajadores sociales, recogidos de la marginalidad donde la propia Revolución les puso, y convertidos en una clase laboral que el gobierno utiliza lo mismo para las disímiles demostraciones políticas de apoyo, que para la vigilancia de todo y de todos.
Ese grupo de esclavos laborales fue convertido en bachiller en un solo año de estudios y se les permitió, en pago al esfuerzo diario del apoyo incondicional a la demagogia, el acceso directo a carreras universitarias que van desde Psicología y Derecho, hasta Pedagogía, Comunicación Social, y un invento académico llamado Estudios Socioculturales.
La descomunal matrícula se completa con los trabajadores no graduados en el nivel superior de las diferentes esferas de la producción y los servicios, quienes, desde las organizaciones políticas y sindicales de sus respectivos centros de trabajo, son obligados a convertirse en estudiantes universitarios y construirse un sueño que naufragará apenas llegue la hora de la graduación; así como al ejercicio de una profesión para la que ni siquiera le comprobaron idoneidad, pertinencia y solidez cognoscitiva.
Desplazamiento y profesores 'express'
La mayoría de los profesores de las universidades "tradicionales" del país han sido desplazados hacia las mencionadas "sedes municipales", donde el ofrecimiento salarial es mayor y la frecuencia de sus encuentros con los estudiantes se limita a un día al mes. Pero su presencia en los nuevos claustros es, más que todo, una tarea política y quien no la cumpla puede enfrentar severas medidas disciplinarias.
Dichos profesionales, con años en la enseñanza superior, comparten ahora espacios con personas de todo tipo, que, con ser habilitados durante un mes en un curso de Metodología de la Enseñanza Superior —impartido por un jefe político—, pueden llegar a convertirse en doctores en el período de un año, debido a otro programa "acelerado", creado y monitoreado por el gobierno para la formación masiva e intensiva de los mismos.
Si la bibliografía para la extinta universidad era carente, censurada, casi inexistente, los libros para el naciente método son de 1 por cada 30 estudiantes. En todo caso, cuando se logra acceder a un documento de texto, no es más que un tabloide de ocho páginas donde ha sido condensado, en extremo, el contenido a evaluar.
Existen casos en que ni el profesor que imparte la asignatura domina el material y, así mismo, al inicio del curso debe diseñar y entregar a las instancias de mando los exámenes parciales y finales en los que, evidentemente, no habrá suspensos.
Se ha desbaratado la débil infraestructura pedagógica que alguna vez tuvo la ya afectada universidad cubana. Se ha erguido una enseñanza superior ficticia que casi elimina la asistencia de alumnos a clases y la necesaria comprobación de sus conocimientos.
Pan y circo
El hecho de las altas calificaciones, la poca (casi nula) presencia de alumnos reprobados o suspensos, evidencia que más que enseñar el gobierno juega al pan y al circo.
Desde el punto de vista ideológico, la mayoría de estos nuevos estudiantes son captados para integrar las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas o del Partido único, e insistirles en un compromiso que traspasará los límites de la supuesta academia.
Herederos, según el oficialismo, de la Universidad Popular José Martí, creada por Julio Antonio Mella en los años treinta del siglo XX —en condiciones y circunstancias donde también existía dictadura en la Isla—, la nueva prole universitaria se inventa un prestigio que deja atónitos a los que aún subsisten desde las aulas de la universidad tradicional.
Y es que La Habana está agotando todos los métodos posibles para no tener personas desvinculadas del estudio o el trabajo, con lo que pretende disminuir la creciente oposición a la que se unen, cada día más, profesionales de gran nivel académico y prestigio social.
Por otra parte, la idea de la nueva universidad ha servido para borrar de los cálculos oficiales la gran tasa de desempleo que sacudiría la Isla si los millares de obreros de la colapsada industria azucarera no fueran obligados a matricular en las aulas.
Para la futura época de cambios, habrá, sin duda alguna, que instrumentar un serio proceso de recalificación profesional que desbarate ese artificio, alejado de toda ciencia, que ahora aniquila la universidad cubana, máquina monstruosa donde se están formando los especialistas de la nada.
En julio de 2007 se verán graduados los primeros "profesionales" egresados de tal engendro. Serán miles en todo el país. Muchos esperan, con lógica ansiedad, esa graduación para el ejercicio de sus nuevos oficios, garantizados y bendecidos por una sociedad que ya apenas forma agricultores, técnicos y obreros.
La universalización de la enseñanza superior no sólo es un culto letal a la mediocridad, sino que constituye una de las nuevas armas políticas de la decadente dictadura, esa que exporta sus experiencias a Venezuela y Bolivia y hace congresos de Pedagogía en La Habana para fabricar, a los tontos que asisten, un mundo sólo creíble desde las diapositivas en Power Point.
Habrá que ver qué hará "el país de los inventos" con la esperanza de tanta gente que, una vez graduada en actos masivos y proletarios, no se contentará seguramente con integrar el multitudinario batallón de los sueños rotos, ese que continúa viendo en el Alma Máter un gran abismo.
1 Comments:
Me consta. Tengo familia en cuba que son profesores de secundaria y me cuentan que es su obligación aprobar a un alto porcentaje de los alumnos. Lo mismo está pasando en el pre universitario y ni qué decir de los universitarios extranjeros. He leído en algunos lugares a cerca de la paupérrima preparación que tienen los médicos bolivianos egresados de las facultades Cubanas.
Si la educación en Cuba antes era un baluarte de la Revolución, ahora se ha convertido en la Verguenza del decadente socialismo isleño.
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