viernes, febrero 23, 2007

PARTIDO SOLIDARIDAD DEMOCRÁTICA: COMUNICADO AL PUEBLO CUBANO

Comunicado al pueblo cubano

Partido Solidaridad Democrática

La Habana – www.PayoLibre.com – El Partido Solidaridad Democrática (PSD), después de pasar recientemente por un proceso de reordenamiento institucional, en el que quedó plasmada la línea de funcionamiento orgánico y comportamiento ético; asume todo un conjunto de proyecciones, que de cumplirse pondrá en tensión todo el entramado organizativo de la institución, con el propósito de desplegar una labor dirigida a lograr entre todos las tan ansiadas transformaciones de las que está urgida la sociedad cubana.

Es por ello que en esta oportunidad damos a conocer nuestras consideraciones críticas de la actual situación en que se encuentra la nación, y de lo que nos proponemos hacer para contribuir, con nuestros modestos esfuerzos, a buscar en conjunto las vías que permitan dar un vuelco a la crítica situación en que nos encontramos, la cual, es un secreto a voces, de que empeora mucho más cada día.


La Cuba actual

La siniestra perennidad de un discurso dogmático, signado por una censura delirante y tabúes aberrantes, marcados además por tenebrosos códigos de silencios indescifrables; hacen de lo anterior que todo pensamiento o idea que se contraponga o denuncie esa ortodoxia inmovilista, sobre todo para aquellos que tienen el valor de asumir tales posturas y que se les puede considerar agrupados en zonas conocidas como contestatarias, la élite no titubee en tildarlos de flojos, blandengues, elitistas e hipócritas. Y a los que no vacilan en asumir actitudes de franco enfrentamiento dentro de los cánones legales y de ser críticos del discurso oficial, se les juzga y cataloga de contrarrevolucionarios, mercenarios y anexionistas.

El gran reto que debemos asumir todos, es llamar a las cosas por su nombre, alejados de las complacencias y los aplausos al dictamen oficial. Por ello, nosotros los liberales agrupados en el PSD nos oponemos, decididamente, a que al pueblo se le den las cosas digeridas. Hay que propiciar los mecanismos para que las personas piensen por si mismas, y denunciar toda mediación deformadora que acalle las contradicciones, en ese desesperado y desvergonzado intento de ocultar la realidad y que no da cabida al necesario debate.

El actual modelo político e ideológico en que se sostiene el gobierno cubano, está acabado. Ello es el resultado de que su socialismo de Estado, tal y como existió en la Europa del Este y en la desaparecida Unión Soviética, estaban y están marcados por sus propias insuficiencias y anomalías. Caracterizadas por terribles desviaciones sectarias y represivas. Hay que sumar a todo esto, el no oculto proceder verticalista e ideologisante, fundido en una despreciable mezcla de un retardado y antidemocrático autoritarismo, que sólo ha servido para generar terribles distorsiones en las que vivimos día a día, tales como la apatía, la simulación, la tolerancia y la complicidad con las actividades ilegales, doble moral y otro sin número de aberraciones.

La sociedad cubana está sumergida en las pestilentes aguas en las que flotan, en acelerado proceso de descomposición, la desorganización institucional, el apresurado descontrol de la gestión económica, las irresponsabilidades y descuidos de todo tipo, el auge desmedido del mercado negro, la imparable corrupción, el desconocer y violar la constitucionalidad y de los órganos que la deben hacer cumplir. Se han cerrado todos los espacios a la crítica, no existe voluntad de escuchar, ni de rectificar y mucho menos la de cambiar nada.

La persistencia de estos males, son el resultado de la desfuncionabilidad sistemática del régimen. Por lo tanto, rechazamos que ello responda a la ineficiencia o irresponsabilidad de tal o más cual organismo, o el proceder imprudente de un determinado grupo de funcionarios. El problema reside en que hay que ponerle término a todo lo absurdo, irracional y aberrado proceder de las autoridades cubanas. Por ello es necesario ir al meollo de las causas de todos esos problemas. Entendamos de una vez por todas que las advertencias, las amonestaciones y las críticas que se hacen de persona a persona, así como los comentarios y rumores de pasillos nos aplastan a todos. Lo que se precisa es someter estos asuntos a un debate nacional impostergable, en la que todos los cubanos, sin exclusión, participen.

Es hora de poner en la picota pública, la falsedad y denunciar el secuestro de las ideas, de la decente y patriótica opinión de los que con certeza quieren a Cuba, y que les expresan las verdades a esa élite que cada día hunde más al país y que no renuncia en apelar al desgastado y falso argumento de catalogar, a sus críticos y adversarios, de quinta columnistas y toda una serie de epítetos que por su inconsistencia resultan bochornosos y falsos, además de tediosos y aburridos.

Sin ambages ni temor alguno decimos que la triste expresión “Con la revolución todo, contra la revolución nada”, descansa en la supuesta inhabilidad de un juicio único, que curiosamente todavía mantienen aupado un reducido grupo de nostálgicos que lo asumen como un compromiso salomónico ya pasado en el tiempo.

Los liberales cubanos que integramos las filas del PSD, y que asumimos la herencia histórica de nuestra nación, consideramos: que ese retrógrado pensamiento, cercano ya a los 50 años, y en plena vigencia la tercera república, resulta totalmente descontextualizado. Sus ideas, por sí sólo, ponen de relieve la evidencia siniestra de la perennidad de lo que en sí mismo avala, dándole hoy el carácter de dogma que les facilite a las élites más inmovilistas, ese don de decidir lo que es válido o no, lo que es oportuno o no decir o discutir, lo que el pueblo puede o no conocer y el derecho que ellos pueden conceder o no para discrepar de tal o más cual decisión.

Muy cerca ya a las cinco décadas, continúan abiertas y sangrantes las heridas producidas por los errores cometidos y que hoy aún persisten. Ocasionados por aquellos que aplicaban medievalmente ese pensamiento de fe, con despiadada intolerancia y represión contra aquellos que consideraban, y que aún hoy consideran, enemigos de sus malsanos proyectos; porque esos represaliados tenían y tienen, aún, el valor de expresar sus opiniones sin plegarse a tales designios.

Somos defensores de que Cuba debe moverse hacia los escenarios de cambio que la época demanda. Lo cual supone que la sociedad debe sacudirse y desprenderse, definitivamente, de todos los criterios estrechos, polvorientos, sectarios y dogmáticos. Porque la verdad es de todos y no de un grupo de desacreditados “elegidos”.

Hacemos un llamado para que se ponga término a que un grupo de personajes continúe actuando al margen de la constitucionalidad y de las leyes, y que insisten en perpetuarse en algo que hace ya bastante tiempo es historia: La revolución.

Cuando estos patricios salen en defensa de sus ideas, que no son las del pueblo, no ocultan su postura reaccionaria y envilecidora de los valores humanos. Cuando algo se les escapa, no vacilan en tildar cualquier pensamiento u opinión que no sean afines a las suyas, de contrarrevolucionarias. Muchas veces inducidos por el odio, la desconfianza de los intrigantes, doctorados en sembrar las discordias en todos los niveles, ya sean el medio o el alto.

Con estas verdades no nos pueden acusar ni perseguir como incendiarios, porque la élite resuelve el problema sólo con tildar, a los que la denuncian, de anexionistas. Argumento por demás falso y en el cual ya nadie cree, incluyendo a los más ilusos. Lo que pretendemos con estos párrafos, es que los máximos representantes del gobierno dejen de ocultar las causas de sus prácticas escamoteadoras, cuando teatralmente acostumbran a abordar los problemas.

Hay que poner fin al síndrome del misterio; basta ya de insultos infundados y agresiones de todo tipo por parte del gobierno cubano, el cual no quiere escuchar y se encuentra, definitivamente, de espaldas al pueblo. Los hombres y mujeres de Cuba necesitan saber lo que ocurre en el país, son muchas las paredes que impiden poder enterarse de lo que un reducido grupo de gobernantes cocinan a espaldas del verdadero soberano de la nación. Esto, como es de esperar, repercute desde hace bastante tiempo, desfavorablemente, contra el quehacer cotidiano del individuo.

Apremia abrir los espacios de debate público, para que se discutan de forma democrática todos nuestros problemas, comenzar a derrumbar todas las inconsecuencias e hipocresías. Sólo de esta forma pondremos fin a los desaciertos históricos que no dejan de cometer los dirigentes del gobierno en sus diversas instancias.

Si se abren los espacios a la opinión pública, se logrará generalizar las discusiones que propicien llamar a las cosas por su nombre, para que los gobernantes se sientan obligados a responder por sus gestiones, desconocidas hasta ahora, porque muchas de las soluciones que tanto ansía el pueblo cubano dependen, en gran medida, de decisiones acertadas que vayan dirigidas a solucionar los innumerables problemas acumulados, con el fin de lograr la mejora del nivel de vida del pueblo y propiciar que el ciudadano, sin temor, le exija cuentas a sus elegidos de su gestión.

Somos concientes que de concretarse lo anterior, implicará un cambio radical del actual modo operandi de las élites. Por ello se deberá producir un progresivo, delicado y complejo reordenamiento de todo el aparato gubernamental, para que el pueblo comience a gobernar y no un grupo de burócratas y favorecidos que en la práctica han demostrado ser verdaderos usurpadores y secuestradores de la república, siempre en nombre de una revolución que hace mucho tiempo desapareció, y que continúan aferrados al poder.

Sabemos que por algo hay que comenzar. No ocultamos lo peligroso que resulta la delicada situación reinante. Para los liberales del PSD, esto no es ajeno. La olla se encuentra herméticamente cerrada y cargada hasta el tope, con una presión excesiva por la acumulación de tantos años de abusos e injusticias, por lo que en cualquier momento pudiera estallar. Por ello debemos buscar la fórmula entre todos para que esto no ocurra.

Es notable y conocida la sistemática ausencia de democracia en Cuba. No resulta sorpresa para nadie, la carencia absoluta de participación ciudadana, privación total de transparencia y pluralidad informativa, así como la de opinión pública.

Día a día se agravan los problemas económicos, el pueblo pide a gritos cambios y reformas. Basta ya de pregonar una esperanza que no llega. Los trabajadores sólo producirán y crearán riquezas en la medida que se les estimule. Lo que está bien claro para todos, es que no con consignas, los hombres y mujeres que trabajan, podrán elevar sus estándares de vida.

Este es el momento oportuno para que se abran las puertas a la creatividad, al talento y a la iniciativa de los cubanos, más que demostrada por su alta capacidad emprendedora. Debemos poner fin a la locura económica de centralizarlo todo y a la vez, mostrar la falsa imagen populista de que se ocupa y lo controla todo, cuando realmente ocurre lo contrario.

Los entendidos en la materia y aquellos que no le pierden ni pies ni pisadas al gobierno cubano, son conscientes del fracaso de este primitivo y desactualizado método de gobernar; debido a que ese estilo de trabajo es el generador de las diversas deformaciones administrativas y de la creciente corrupción a todos los niveles. Son esos los problemas y no otros los que están en el tintero. Debemos y tenemos que solucionarlos con urgencia de una vez y por todas.


Comité Ejecutivo Nacional del PSD

Dado a conocer por: Osmar Laffita Rojas
Sec. Relaciones Públicas y Portavoz del PSD


PARTIDO SOLIDARIDAD DEMOCRÁTICA
Miembro Pleno de la Internacional Liberal (IL)
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CAMPAÑA CUBANA POR LA LIBERTAD DE LOS PRISIONEROS POLÍTICOS
"Acuérdate de los presos como si tú también lo estuvieras".
Hebreos 13-3