jueves, abril 19, 2007

EL CIERRE DE LA REVISTA VITRAL

Nota del Blogguista
Como colaborador de Vitral durante casi toda su existencia conozco muchas interioridades pero solamente quiero decir estas dos:

1) A Monseñor Jaime Ortega no le agradó la línea de Vitral desde sus mismos comienzos pero eran tiempos de posibles cambios políticos en Cuba ( que desgraciadamente no se dieron) por la caida del campo socialista en Europa del Este, la muy crítica situación económica de la Isla y la desfavorable correlación de fuerzas dentro de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba; el documento ¨El Amor todo lo espera ¨ fue también producto de esa situación en la Isla y de dicha correlación.
Los años han pasado y con ellos: la tiranía logró nuevamente estabilizarse mediante algunas medidas tomadas que algunos académicos e intelectuales confundieron por ingenuidad y desconocimiento de la realidad cubana ( y otros por complicidad ideológica) , con una transición del régimen; también varios de esos obispos murieron o se retiraron y la correlación cambió a favor de la línea del ya Cardenal Ortega, con el cual todos nos equivocamos, incluyendo al Nuncio Beniamino Stella, gran admirador de Vitral y del Centro Cívico de la Díocesis de Pinar del Río.

En una ocasión Pedro Pablo Mejías, quién laboró durante muchos años en el Centro Cívico y en Vitral y que actualmente vive en Naples producto de su salida por la Oficina de Refugiados en La Habana, estuvo preso porque fue detenido con un camión lleno de hojas de papel y otros materiales de impresión para Vitral y el Centro Cívico que le había comprado al régimen a través de terceras personas y entidades para burlar el BLOQUEO y dificultades de compras que siempre han existido contra Vitral y aclaro que no hablo del encarecimiento general que el régimen le ha hecho a la población en general en cuanto a alimentos, y que también han sufrido entidades caritativas de la Iglesia como Cáritas, pese a la flexibilización del embargo contra el régimen que ha existido desde ya hace varios años. El Obispo Serpa no desea hacer gestiones y encarar situaciones con las que durante años Monseñor Siro tuvo que lidear.

Para que no haya dudas de mi vinculación a Vitral, ahí aparezco en una foto con una parte del colectivo de Vitral, cuando fui administrador de la Biblioteca Diocesana, y en http://www.vitral.org están mis ensayos y artículos.

Por cierto, hay rumores que Monseñor Pedro Meurice, quién estaba ya en edad de retiro por el Derecho Canónico, aceleró su retiro para no ser de alguna manera una persona vinculada a esta ofensiva de la línea del Cardenal Ortega. Monseñor José Siro de manera estoica, y más teniendo en cuenta su enfermedad de Parkinson, demoró en poco más de un año su retiro; tal parece que sabía lo que venía.

Con la Hermandad del Preso y sus Familiares, Pastoral Penitenciaria, de la Diócesis de Pinar del Río fundada por el siempre recordado y expreso político Ricardo Urrutía quien cumplió 12 años de prisión, hay rumores qu
e será próximamente afectada. Adjunto a este artículo otro de Dagoberto cuando el fallecimiento de Ricardo; en ese artículo se pueden leer algunos de los obstáculos por los que pasó Ricardo y que también ha sufrido Dago en todos estos años.NO SE LO DEJEN DE LEER pues les aclará más aún quien es Monseñor Siro.
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El cierre de la revista “Vitral”

Por Jorge R Porta

El cierre de la revista Vitral representa otro “sumidero” de la historia de la Iglesia Católica en Cuba que, como el río Cuyaguateje, a veces se hace admirar y a veces se hunde, envuelto en brumas y aguas lodosas, en la tierra de Vuelta Abajo. Sin duda esta acción de la jerarquía constituye un acontecimiento importante porque Vitral, en un país “preso” entre sus costas, se hizo a sí misma espacio de libertad propia y ajena, a base de opinar y hacer lo que muchos quisieran hacer, pero tan pocos tienen el coraje de hacerlo.

( Monseñor Serpa )

Esta decisión del Obispo Jorge Serpa pudiera borrar definitivamente del mapa de Cuba dos probados espacios de libertad, y silenciar una voz valiente, actualmente la única de su clase. En efecto la voz gráfica de Vitral ha constituido un legítimo testimonio de libertad y una invitación a la libre participación pluralista, incluso de sus contrarios, hasta hace una semana.

Aunque los objetivos de Vitral y del Centro de Formación Cívica y Religiosa de la Diócesis de Pinar del Río (“Centro” en lo sucesivo,) inicialmente pareciesen ingenuos o más bien inalcanzables, la realidad nos ha sorprendido a muchos porque, a pesar de la hostilidad gubernamental y hasta de parte del clero de dentro y de fuera de la diócesis que ha tenido que sufrir, la proporción en la que dichos objetivos estaban siendo alcanzados no se puede negar.

El Centro y Vitral han sido los frutos de muchas horas de esfuerzo laborioso, controversial y paciente de un generoso grupo de seglares, a lo largo de más de una década. Aunque tal ejemplo de fuerza moral, de dedicación a la propia liberación y de coraje al servicio fiel de la Iglesia diocesana no le hayan merecido al Obispo Serpa las penas de una explicación pública abierta, amplia, esclarecedora de todas las dudas, suficiente para salvaguardar la confianza en él de todos los pinareños, nada podrá impedir que Vitral y el Centro puedan pasar al futuro como monumentos morales al tesón, la esperanza, la verticalidad, y la catolicidad cubana, de las muchas personas que le aportaron trabajo manual, ideas, sufrimientos y tiempo a lo largo de los últimos 13 años.

Los múltiples e importantes reconocimientos internacionales, la acogida dada a Vitral y el uso que tantas personas han hecho de los servicios ofrecidos por el Centro a quienes los solicitasen, demuestran fehacientemente no solamente la necesidad pastoral de Vitral y el Centro sino justifican ampliamente su permanencia entre las necesidades pastorales de la diócesis aunque fuese difícil conseguir los necesarios papel y tinta. No importa que el gobierno aduzca que provee “servicios” similares, los de la diócesis recibían la validación del pueblo, católico o no.

Me cuesta comprender por que el Obispo Serpa no ofreció, con antelación, de viva voce, quizás en la Misa Mayor de la Catedral, una explicación a tantos seglares que han demostrado una fidelidad tan incuestionable a la Iglesia local. Y si eso no le era posible, entonces no debió rendirse a cerrar a Vitral y al Centro.

Tampoco me convence, aunque quien la ha ofrecido me merezca sincero cariño y un altísimo respeto, la explicación de que quien llegue nuevo a un lugar haga cambios fundamentales simplemente porque “crea que este piano de la esquina deba estar un poco más para acá”.[1] Y que conste, no soy uno de los que gustan de tergiversar las cosas de la Iglesia. Sé que sea un proceder simplemente “humano,” pero no comprendo que el Centro o Vitral puedan ser para alguien pragmático y razonable una prioridad tan alta hasta hoy y al día siguiente puedan ser trivializados comparándoseles con un mueble.

La dolorosa experiencia reciente en los USA demuestra que cuando los líderes de la Iglesia se equivocan, en este caso el Obispo Serpa, sea mucho mejor que cuanto antes lo reconozca, al modo de San Pablo, con humildad, sencillez y franqueza. Siempre ha sido penoso a pesar de la aparente exaltación que lo implique, pero ser obispo se paga tarde o temprano, al decir de otro obispo de Pinar del Río, Mons. Manuel Rodríguez Rozas con las heridas de “la corona de espinas que se esconde en la mitra” que en Cuba es corona doblemente penosa y pesada.” Hubiese bastado con confesar al pueblo que no podía decirle mucho más y haber mostrado, si lo sentía, sincero pesar al decirlo. El pueblo hubiese entendido. Después de todo, la mayoría de la Iglesia Católica en Cuba sigue siendo, a pesar de las procesiones y de las “revistas,” una Iglesia sumida en el silencio.

Este sorpresivo cierre de Vitral y del Centro, ha ocurrido justo cuando salen a la luz las exageradas declaraciones recientes del obispo auxiliar de La Habana, Juan de Dios Hernández, sobre el mejoramiento de las relaciones eclesiásticas con el gobierno. La coincidencia en el tiempo de las declaraciones y el cierre de la escuelita, de Vitral y del Centro, hace a la decisión del obispo pinareño por lo menos imprudente, echa dudas sobre su naturaleza, cuestiona su legitimidad y su autenticidad, y recrudece el sentimiento general de desconfianza con respecto a la sinceridad de la jerarquía cubana. Recuérdese que el clero católico, en general, siempre ha recibido un trato privilegiado en comparación con el pueblo.

( Comunidad Educativa Taller Juan Pablo II, ¨la escuelita ¨)

Algunos demagogos de Miami, no han vacilado en acusar a la jerarquía católica de complicidad o colaboracionismo, ignorando el hecho de que la misma jerarquía católica mantuvo a Vitral y al Centro funcionando hasta ahora. No obstante algunas preguntas que han planteado son muy válidas. ¿Por qué la decisión de eliminar a Vitral y al Centro tan festinada e inoportunamente? ¿Por qué no permitir al menos al Centro? Si las razones del Obispo han sido válidas, razonables y legítimas ¿por qué no explicarlas abierta, ampliamente? ¿Acaso la decisión del Obispo Serpa, como le acusan algunos, ha representado el pago exigido a cambio de la “mejoría” (nadie sabe cuan duradera) aludida por el obispo auxiliar de La Habana, Juan de Dios Hernández? ¿Quién en su sano juicio podrá creer a estas alturas en la buena fe del gobierno castrista?

Vitral no ha sido clausurada por falta de dinero, como otros han afirmado en la televisión de Miami. El obispado de Pinar del Río siempre obtuvo y proveyó, aunque con gran trabajo, los medios necesarios, incluyendo equipos y local. Por su intermedio la revista recibía donaciones voluntarias desde dentro y fuera de Cuba en la forma de contribuciones personales y de premios y reconocimientos institucionales.

Un líder católico de Miami ha afirmado que la jerarquía cubana no puede hacer nada “porque no tiene libertad” para hacerlo. Eso es falso porque lo ha hecho muchísimas veces y, particularmente el Obispo José Siro González lo hizo y al hacerlo se hizo su propia libertad, aunque no deje de ser cierto que seguramente pagó con creces por ello con su sufrimiento.

( Monseñor Jose Siro González Bacallao )

Esta decisión del nuevo obispo de Pinar del Río, Jorge Serpa, representa un cambio radical de actitud en la diócesis. Es una decisión ciertamente tomada en ejercicio legítimo de su autoridad, pero equivocada en cuanto al modo de hacerlo porque no ha debido ocultar las razones de la misma, ni permitir que se manipulase la realidad aduciendo solamente razones de tipo “material.” La Iglesia jerárquica siempre ha estado libre de los rigores del absurdo embargo americano y dispone de recursos y privilegios, en algunos casos, comparativos a los de los diplomáticos y eso siempre ha causado desconfianza y malestar.

Algunos se han atrevido a atribuir la clausura de Vitral y del Centro al “plan” de Dios. ¡Qué insulto a la inteligencia y a la fe! Como pensaba Santa Teresa, Dios no se muda y sostuvo por 13 años al trabajo esclarecedor de Vitral y a la generosa prestación de servicios del Centro. ¡Los que nos “mudamos” somos los humanos y por las causas más peregrinas!

En cuanto a la Santa Sede, ésta no tiene el derecho de interferir políticamente en Cuba, ni siquiera en favor de los católicos. Así provee la cláusula de no intervención de los concordatos que la Santa Sede firma con los gobiernos. Por otra parte ésta, por razones de su propia naturaleza, y a pesar de las históricas inconsistencias en otras áreas, no deja de favorecer sin motivo poderoso cualquier búsqueda auténtica de caminos de libertad y progreso, como es el caso de Vitral y el Centro. Si dejase de hacerlo traicionaría imperdonablemente al Evangelio que trata de predicar. Después de todo no hay otra idea más cristiana que la de la libertad personal que San Pablo llamó como la “de los hijos de Dios.” Además, la Secretaría de Estado apoyaba a Vitral y al Centro y sostuvo la participación de Dagoberto Valdés Hernández en el Pontificio Consejo de Justicia y Paz hasta ahora. ¿Qué cosa pudo haber cambiado para que de repente tal apoyo cesase? ¿Sabremos alguna vez por qué ninguna otra diócesis cubana mantuvo hasta ahora una publicación como Vitral o un lugar como el Centro y la causa de la inconsistencia de la Secretaría de Estado de la Santa Sede en ese sentido? Lo que sabemos es que un solo obispo católico se mantuvo sin claudicar y fue el ahora Obispo Emérito de Pinar del Río y que la Secretaría de estado se lo permitió.

Las iglesias evangélicas siempre estuvieron abiertas a la realidad política de la Cuba actual y en muchos casos la apoyaron. Quizás como Fausto pactasen, por cansancio, con Mefistófeles. El hecho es que, de alguna manera, se aislaron para pactar y eso no les pareció impropio.

De las otras “instituciones civiles” legales en la Isla de Cuba, no todas intentaron desarrollar proyectos formativos similares a Vitral y al Centro. Ni los masones, ni la iglesia ortodoxa, ni los santeros. No puede ser que no tuviesen los recursos humanos o la clarividencia para reconocer la necesidad, aunque tampoco tuviesen un nuncio que les representase ni el coraje para sobreponerse a la opresión que sufren. Esa falta esencial de solidaridad tan generalizada y del necesario coraje, han sido otro factor determinante de que Vitral haya podido virtualmente desaparecer a resultas de un simple plumazo episcopal.

La desaparición de Vitral y del Centro es, primero y principalmente, culpa de la tiranía castrista. Los demás actores del drama cubano, quizás juegan al “juego” por comprar tiempo y porque hayan sucumbido al llamado Síndrome de Estocolmo de tan alta incidencia en Cuba.[2]

[1] Michel Suárez, 12 de abril de 2007 en www.cubaencuentro.com

[2] Al respecto es ilustrativo el pensamiento de Bruno Bethelheim acerca de la colaboración pasiva de tantos judíos durante el Holocausto, en el último capítulo: “El peso de una vida”, en su libro póstumo: La Viena de Freud y Otros Ensayos. Traducción castellana de Teresa Camprodón. Col. Crítica/Drakontos. Barcelona. Ed. Crítica. 1991.
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RICARDO URRUTIA: UN LAICO QUE CREYÓ EN LA PALABRA DE DIOS Y LA PUSO EN PRÁCTICA

“Estuve preso y me visitaste”
(Evangelio de San Mateo, capítulo 25, versículo 36)


Recuerdo que una noche, viviendo yo en la calle Sol, tocó a la puerta de mi casa un vecino y hermano de religión, como gustaba decir él mismo. Era Ricardo Urrutia, que llevaba en la mano una Biblia y unos papeles...Lo que verdaderamente llevaba no se veía a simple vista, era una convicción hecha pasión desbordante: quería hacer un proyecto de “Ayuda al Preso y sus Familiares” porque el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo no lo dejaba dormir en paz. Él mismo había estado preso y sabía en carne propia que ese llamamiento de Cristo era urgente e inaplazable.

( Ricardo Urrutia enfermo y trabajando )

Así estuvo exponiendo su proyecto durante veinte minutos y luego me enseñó los papeles escritos en una vieja máquina donde se podía leer en letras mayúsculas y subrayadas “HERMANDAD DE AYUDA AL PRESO Y SUS FAMILIARES”.
A primera vista el título de “hermandad” me chocó pues evocaba en mí algo de historia medieval, algo que no se usaba... Pero él me explicó: Debe ser una Hermandad porque los que la vamos a formar somos laicos y todos somos hermanos entre nosotros y de los presos y sus familiares. ¡No había por dónde cogerlo!
Así empezó todo y hoy al elevar sobre nuestros hombros de laicos, amigos y hermanos de religión, el féretro con su cuerpo sufrido y yaciente, para colocarlo ante el altar mayor de la Catedral de Pinar, iba yo pensando: este es un laico que escuchó la Palabra de Dios y la puso en práctica “ a tiempo y a destiempo”, más bien, a destiempo.
Allí estaba el testimonio de su obra. Allí entrando a la Catedral un mar de gente de toda condición, estrato social, creencia y color. Eran “su Hermandad”.
En verdad, puedo decir que Ricardo Urrutia no sólo ha dejado una marca indeleble en la historia de la Iglesia y de la Provincia de Pinar del Río. Ricardo es un testimonio viviente, sí, viviente, porque al pasar por la muerte ha resucitado para la vida nueva y plena y nos ha dejado su presencia intercesora y vigilante, para que, en su espejo nos miremos todos.
Para mí, personalmente, fue ejemplo de fidelidad consciente y madura a su Iglesia en la persona de su Obispo, una de las dos únicas personas que al principio creyó y acompañó a Ricardo en lo que muchos, demasiados laicos y laicas, sacerdotes y religiosas, consideraban “todavía” una “verdadera locura” para lo que llamamos con mucha frecuencia “ nuestra situación”.

( Entrada a la Catedral de la procesión con el féretro para celebrar la Misa de Cuerpo Presente que presidió Mons. José Siro. )


Ricardo fue también ejemplo de perseverancia, porque las dificultades internas y las amenazas y presiones externas no lo desanimaron ni lo amedrentaron. Él sabía cuál era su fuente de inspiración:Mateo 25 y sabía en qué manos se había abandonado: las de Dios.... y eso le bastó para fundar y encaminar una obra laical, esencialmente cristiana, profética y de fronteras. Una obra como esas mismas que ahora vemos muy necesarias para el futuro de Cuba pero que no comenzamos ya, desde ahora, y desde lo pequeño, porque “todavía no están creadas las condiciones”, Ricardo las previó, las meditó, las afrontó y las transformó para que el Reino de Dios pudiera adelantarse aquí, en nuestras condiciones específicas. Sin arrebatos ni imprudencias pero con la perseverancia y el tesón que nunca he visto en ningún otro cristiano de mi Diócesis.
Ricardo fue también ejemplo de autonomía laical al mismo tiempo que de adhesión fraterna a la Jerarquía. Él decía: esto nos toca a nosotros y si tengo el visto bueno del Obispo, ya tengo lo que necesito para dar la cara, para dar el frente. Y así lo hizo, sin esperar que el Pastor sacara la cara por él, poniendo en la sala de su pequeña casa la “oficina” de la Hermandad, sobre el techo de su casa el comedor de la hermandad, en el portal y patio de su propia casa, la leña para cocinar para la Hermandad y en su propio corazón la pasión evangélica que lo impulsaba. ¡Qué ejemplo para los laicos de la Iglesia cubana de hoy! ¡Qué ejemplo de libertad y responsabilidad para todos los cubanos de hoy y de mañana!: asumió lo que creyó en conciencia que era su vocación cristiana como laico y lo llevó adelante en comunión adulta y autónoma con la Jerarquía de la Iglesia y en independencia, respeto y libertad con la autoridad civil. Sin miedo y sin falsas prudencias y cómodas justificaciones sacadas de “la situación”. Sin violentar el ritmo pero sin dejarse vencer por todo tipo de dificultades externas e internas, por la novedad de su obra, por los múltiples “consejos” de dejar eso “para cuando se pueda”, de increíbles críticas a su persona, su estilo, su insistencia.
Pero siempre contó, hay que decirlo, reconocerlo y agradecerlo a Dios, con el apoyo de su Obispo sin lo cual nada hubiera sido posible. Eso habla muy alto y muy bien de la misión de guías de los pastores y del estilo de nuestra Iglesia Diocesana, herencia recibida a lo largo de casi dos siglos de parte de la obra paciente y serena, encarnada y profética de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de esta tierra de Vueltabajo. Es parte de la identidad de esta Iglesia, identidad que Ricardo Urrutia ha vivido, enriquecido y llevado adelante.
Por eso las campanas electrónicas de la Catedral, Iglesia Madre, doblaban al rezar por su hijo fiel, valiente y sufrido. El Señor lo acogía en su casa y esta Iglesia lo sembraba en el suelo pinareño para que la semilla de su ejemplo se reproduzca sin cesar entre los laicos católicos de esta Diócesis. Hay mucho que aprender del ejemplo, la obra y la vocación laical de Ricardo Urrutia.
Querido Ricardo: Sabes que en cualquier momento te veo entrar para plantear una nueva solicitud de apoyo a tu Hermandad que es la de Cristo preso. Sabes que siempre tendrás en nosotros los del Centro Cívico, los de tu Iglesia, una respuesta solidaria.Gracias por estar aquí vivo y resucitado. Ya verás desde el cielo, junto al Padre Celestial como crece la Hermandad y todo lo que soñaste se hace realidad. Sólo te pido para este amigo que dejaste por detrás, hermano Ricardo, que tengas una oración ante el Padre, porque sentí lo que tú y viví lo que tú, pero no tengo la virtud que tú tenías de echar para adelante lo que de verdad creías que era evangélico y posible, aunque el mundo entero lo creyera imposible.
Que en Cuba y en su Iglesia cunda tu ejemplo, ¡mira que lo necesitamos mucho! /Dagoberto Valdés.