LA PENETRACION CASTRISTA EN AMERICA LATINA
Por Nicolás Pérez Argüelles
Al exilio no nos gusta enfrentar crudas realidades y vivimos de sueños, olvidándonos qué mensaje trató de enviarnos Cristo cuando dijo: ``La verdad os hará libres''.
Me he preguntado 100 veces por qué razón el castrismo, tan fuñido a la hora de mostrar sus precisos triunfos, goza de tanto prestigio en América Latina. He tomado no un bisturí, sino un cuchillo de carnicero y he diseccionado las entretelas de un asunto que, como la luna, tiene dos caras, hasta llegar a las siguientes conclusiones, que quizás como otras veces sean un foul a las mallas. Durante un tiempo pensé que por un bello sentido de justicia o por un complejo de Edipo mal superado, al menos en las cancillerías la admiración radicaba en la fábula bíblica de David y Goliat, por el valiente enfrentamiento de un pequeño país con el más poderoso del planeta Tierra. También resultaba explicable que la masa irredenta hubiese sucumbido a esa magia que posee La Habana para manejar con tanto encanto y descaro sus propios mitos. ¿Pero y los gobiernos? Y los políticos de América, ¿por qué tanta babosería?
La respuesta la tuve en el lugar más insólito para descubrir este tipo de enigma. Fue cuando llegué a tierra el pasado jueves por la tarde, después de finalizar la pesca del día, a la marina de Punta Cana, participando de un evento fascinante, el Torneo Internacional de la Romana del Marlin Azul. Uno sólo puede entender de qué se trata si ha leído Islas a la deriva de Ernest Hemingway.
Mi yate, El Tiburón, un Unisse de 42' del 2000, había capturado ese día 3 marlins blancos fotografiados y taqueados con un número de serie que serían enviados al Bill Fish Foundation para su clasificación, y aun cuando no valían puntos en la competencia nuestro capitán, el famoso Ricardo Torres, alias Ponce, había calificado la jornada de ''decente'' porque a las 8 y 34 de la mañana se nos había escapado, como siempre sucede con los pescadores, que son más mentirosos que los vendedores de autos usados, el gran pez, la presa cumbre, que no vimos porque no llegó a saltar en el aire, rompió el sedal a los cuatro o cinco minutos de lucha, pero definitivamente todos aseguraban en el bote, que ``era un marlin azul de por lo menos 400 libras''.
Cuando llegamos a tierra, el muelle, que albergaba la mayoría de los 44 yates del torneo, era un hervidero de vida y pasión que me trajo un déjà vu de las Regatas Nacionales de Remos de Varadero. Crucé entre la muchedumbre hasta llegar al restauran La Yola. Allí estaba citado con un político costarricense para terminar una conversación que había quedado inconclusa el día anterior, en donde me había dicho par de cosas interesantes, en el restaurant Jelly Fish de Bávaro, sobre la misteriosa influencia de Cuba sobre los políticos latinoamericanos. Nos sentamos en una mesa apartada y en minutos hizo del tema una lectura magistral, sabía lo que hablaba.
El tratar de influir en los gobiernos al sur del río Bravo era una vieja práctica que se remontaba a los inicios de la antigua NKVD, que llegó a tener bajo su esfera de influencia y posibilidad de chantaje a líderes clave como Salvador Allende y José Figueres. En esta época era una pieza clave de este desmadre el cubano Joaquín Ordoqui. Esta trama se sofisticó con el concurso de la Stassi alemana y, cuando llegó a Cuba, tomó altura porque todos conocemos de la enorme imaginación del cubano.
( foto de la izquierda: Fidel Castro y Manuel Piñeiro Losada ¨Barbaroja ¨reunidos en la década de los años 60s con jóvenes latinoamericanos; Piñeiro Losada era el jefe del Departamento América, después de ser viceministro del Interior, encargado de las labores de Inteligencia )
Este tipo de actividad era como el de la elaboración del mármol en Italia, un trabajo artesanal y artístico que trasmitía sus secretos oralmente y siempre estaba en vías de perfección. El tenía un amigo, brillante político hondureño al que un funcionario cubano, después de darle más vueltas que un trompo, le había ofrecido con una delicadeza y una diplomacia summa cum laude ayuda económica en cash para financiar una campaña electoral imbatible y ayuda política de las tropas de choque de izquierda, instrumentos de Cuba en su país. El hondureño rechazó la oferta argumentando que eso era ilegal en Honduras y el funcionario cubano del Departamento América le respondió inmutable y sonriente que lo que sí no era ilegal, aunque al menos era inmoral, que la derecha ocupara una posición política en un país con tanta pobreza, y que carecía de importancia que él dijera no, que ya otros dirían que sí.
En catarata incontenible prosiguió aportándome datos: dos políticos ticos amigos suyos --el uno había operado de la vista a su madre, el otro a su hija de las carótidas en la isla y, en ambos casos, Cuba no les había cobrado ni un solo centavo. Además de la medicina, también penetraban los diferentes países con becas para estudios e invitaciones a militares e intelectuales para visitar La Habana, y que en muchos casos, no en todos, coronaban la operación con fotos o películas de sexo explícito, con lo cual manejaban a la cándida víctima que había pensado que el castrismo era capaz de tener un acto de generosidad sin obtener nada en cambio.
Por último me hizo una pregunta que me puso a pensar. Si con unos medios económicos mínimos, cada cubano con una libreta de racionamiento en la mano y unas cifras económicas desastrosas, sin casi presupuesto, Cuba había obtenido milagrosos éxitos en el campo de la penetración, el chantaje y el espionaje, ¿a dónde se podría llegar ahora que La Habana tenía acceso directo a un petróleo venezolano cotizado a $70 el barril en el mercado mundial?
nicop32000@yahoo.com
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