sábado, julio 28, 2007

PARA QUE SIEMPRE NO SEA 26

Para que siempre no sea 26


Por Oscar Peña
A raíz del 26 de julio, fecha símbolo del inicio de la noche cubana más larga, debemos todos los cubanos tener una confesión sincera de errores, debilidades e irresponsabilidades y quizás el ejercicio nos pueda ayudar a nutrirnos cívicamente para ser mejores ciudadanos.

Expresemos todos. Fallaron muchos de nuestros abuelos y padres en:

• No triunfar en política nacional como lo hicieron en los otros renglones en la Cuba de ayer. La Constitución del 40 era virtuosa, pero no fue respetada y sostenida.

• No curar el desorden, corrupción, gangsterismo y crimen que enfermaba a Cuba en la década del 40 y 50.

• La preponderancia de líderes exaltados, demagogos y amantes de la violencia.

• Ser indiferentes ante la grave herida que se le hizo a la democracia cubana en 1952, en vísperas de unas elecciones presidenciales.

• Aprobar el Tribunal Supremo de Cuba en 1933 el salvajismo de que la revolución era fuente de derechos. No se pudo considerar inconstitucional la denuncia del golpe de estado de Fulgencio Batista y sus colaboradores porque ellos se autoproclamaban revolucionarios. Después sucedió igual con los de 1959.

• Al fracasar el diálogo cívico promovido en 1956 entre los partidos políticos y el régimen de Fulgencio Batista para pactar unas elecciones con garantías y cerrarle el camino a la violencia que encabezaba Fidel Castro, muchos optaron por las balas, el crimen político, la Sierra Maestra, el bono del 26, la radio rebelde, el caos, y no por el diálogo, las negociaciones políticas y el voto.

• Al embriagarse con Fidel Castro y creer que podía existir en él la verdad absoluta, la ética perfecta, y considerarle atributos de un todopoderoso.

• Al ser superficiales, no revolucionarios traicionados.

• Al aceptar la división de las familias por diferencias políticas.

• Al creerse que triunfaban cuando eran designados para posiciones para las que no tenían la preparación adecuada.

• Al poner a sus hijos una careta igual a la de ellos.

• Al entregar sus vidas, sacrificios, esfuerzos y endurecérseles el corazón sólo para alimentar el ego de un hombre y el engendro de una feroz dictadura para el país.

Ahora expresemos que fallamos muchos de sus hijos y nietos en:

• También dejarnos embrujar por la demagogia, la retórica, los falsos principios, el libertinaje y desorden que tuvo la familia y el hogar a partir de 1959.

• Al acostumbrarnos a la dictadura, la desilusión, el dogmatismo y el acatamiento absoluto.

• Ser miembros de las organizaciones del régimen.

• Depender para todo del Estado, sin percatarnos de lo que nos quitaban a cambio.

• Ir a guerras de otros países y no luchar por la libertad en el nuestro.

• Aplaudir que metieran en prisión y prohibieran vender sus mercancías a los campesinos independientes, artesanos y otros empresarios particulares que nos posibilitaban comer y vestirnos mejor.

• No percatarnos de que hay países que tienen derecho a la salud pública y la educación gratuita y tienen libertad económica, política y social.

• No sensibilizarnos profundamente con las largas prisiones y el maltrato a otros.

• Dejarnos utilizar como relleno de actos políticos en la plaza y en el malecón habaneros, inclinando la cabeza y aplaudiendo siempre.

• Asistir a los actos de repudio a otras personas por sólo querer irse del país o pensar distinto.

• Ir a las reuniones de la circunscripción del Poder Popular y hablar sólo sobre cosas sin importancia y no hablar de todo lo que nos quejamos en nuestras casas.

• Asistir y votar en elecciones electas e imaginarias.

• Creer que el embargo económico de Estados Unidos era el motivo de nuestros problemas.

• Dejarnos considerar ciudadanos de segunda al lado de los extranjeros.

• Llenarnos de vulgaridad en el hablar.

• Creer las injurias que decía el régimen sobre los disidentes, los presos políticos y los exiliados.

• Generalizar y no entender que hay cubanos malos y buenos en las dos partes.

• Ajustarnos más la careta de revolucionarios para trabajar en el turismo y en las empresas mixtas con extranjeros.

• Ser víctimas-victimarios.

• Decir siempre sí cuando el alma y el corazón decían no.

• Creer que el país era Fidel Castro.

• Irnos de Cuba.

• Quedarnos con miedo.

De nada vale confesar faltas sin comprometernos a cambiar. Trataremos que la vida asfixiante y gris de la Cuba de estos largos años sea la mejor escuela ciudadana que hemos recibido los cubanos para ser mañana un mejor pueblo al que nunca más se le reseque la vida. Trataremos que, al agonizar el castrismo, agonicen también nuestros errores. Trataremos de entender que la libertad y la democracia --que viene en camino penosamente no por nuestro esfuerzo ciudadano mayoritario, sino por el desgaste del largo tiempo, el desgano del país, porque el comunismo no tiene nada que ver con la naturaleza humana, y las leyes de la biología para los gobernantes impuestos-- no será tener anarquía y libertinaje; no será tener carro, casa, fiestas, comida y derechos. Será también tener deberes, amor al país, trabajar y tener disciplina laboral, respetar lo ajeno, las leyes aprobadas, los derechos del que piensa distinto y cumplir con el pago de los impuestos para que el país pueda mantener un funcionamiento óptimo y sostenido.

Roguemos todos porque nuestro herido pueblo y sus hijos evolucionemos.

oscarpenacuba@aol.com