domingo, julio 22, 2007

QUE HACEMOS CON EL BURRITO

Nota del Blogguista


La expresión ¨aprieto el cuerpo y le doy a los pedales ¨, realmente sustituye en el artículo a la popular expresión APRIETA EL CULO Y DALE A LOS PEDALES !, surgida en la década pasada en la Isla a raiz de la espantosa crisis económica conocida errónea y eufemísticamente como Período Especial y la popularización forzada del manejo de bicletas como medio para la transportación y la búsqueda de alimentos .
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Tomado de El Nuevo Herald.com

Qué hacemos con el burrito

Por Manuel Vázquez Portal


No es de cine que hablaré. Eso se lo dejo a mis amigos Antonio Evora y Alejandro Ríos. Son los especialistas. Pero hay un recuerdo que vuelve a mí cada vez que algo me parece absurdo. Insoluble. Ridículo. El título de un film que nunca vi.

Del endemoniado aluvión de películas soviéticas que inundó mi adolescencia y mi juventud en Cuba, inexplicablemente, ésa que me dejó perplejo ante el póster que la anunciaba en un cine del Vedado, y con la cual no me atreví a traspasar la puerta de cristal que me separaba de ella, he fabricado un símbolo salvador para situaciones donde la obviedad se impone o en las que no hay salidas posibles.

No puedo hablar del tema de la película. Nunca supe cuál era su anécdota. No imagino en qué lugar de la estepa rusa se desarrollaba. No tengo referencia de sus personajes. Ni la más andariega de las ideas sobre la época que aborda. Desconozco el elenco que actuó. Quién sabe si la dirigió un genio, y yo me la perdí. Pero bueno. La ha salvado su nombre en mi memoria. Y eso me ha permitido el juego de imaginar las historias y las soluciones más insospechadas, a la vez que, las más típicas de la vida bajo el socialismo.

Pongo ejemplos. Un día invité a dos parejas amigas a almorzar en mi casa de Alamar. Pero Cuba es Cuba. No lo olvide. Cuba bajo Período Especial, por más señas. A las parejas se le ocurrió invitar por su cuenta a dos parejas más. Y sin avisar. En Miami un Publix, un Walgreen, un Winn-Dixie o el Palacio de los Jugos, en Flagler y la 57, hubiera sido la solución inmediata. Pero Cuba es Cuba. No lo olvide. Y ahí mismo, miré a mi esposa con sabe Dios qué rostro y el recuerdo de aquella película me salvó del embarazo y le endilgué: Qué hacemos con el burrito.

Otro día. Mi esposa y yo estábamos dispuestos a pasar un plácido sábado (para que no lo confundan con el gran tenor) viendo películas y comiendo rositas de maíz, vestidos con ligereza y arrellanados en la calidez del hogar. Pero Cuba es Cuba. No lo olvide. Fúacata. La gritería. Los improperios. La oscuridad repentina. El apagón imprevisto. Vuelta al recuerdo. Firme en el propósito de no amargarnos. Y la oración consoladora: Qué hacemos con el burrito.

Al grano. No más ejemplos. El prolegómeno es elocuente. Diálogo. La palabra de orden. Concepto a la carta. La mesa está servida. Primer bocadillo. Para dialogar hacen falta partes. De lo contrario es soliloquio. Pura misantropía. También puede resultar monólogo. Puesta en escena. Teatralidad a pulso. Una parte pasiva. Escuchando. Sin posibles parlamentos. Hasta aquí ésa es la realidad cubana. Todo el que ha tratado de conversar, a la manera pluripartita, se ha quedado predicando en el desierto o hablando solo, como un orate, en un calabozo. El discurso oficial como única verdad. Dame o te hago la guerra. Te descalifico. Te satanizo. Te encarcelo. Te destierro. Pudiera matizar. Pero no quiero. Apunto únicamente. Jimmy Carter, Zapateros y Bruselas han sobrado en esta larga historia.

No hay diálogo posible si una de las partes quiere imponer. No hay diálogo posible si una de las partes exige condiciones draconianas. No hay diálogo posible si una de la partes hace trampas. De película. Qué hacemos con el burrito.

Realidad monda y lironda. Casi tres millones de cubanos en el exilio. Sin derechos ciudadanos en su país de origen. Disidencia interna descapitalizada. Sin logística que le permita interactuar con la sociedad. Cerrazón de todos los espacios públicos para manifestarse. Legislación regida por el poder administrativo que la sitúa en la mayor de las indefensiones. Rebelión armada, léase terrorismo. Reformismo en la cúpula de poder. Tan agazapado que no se ve. Explosión popular. En balsa. Amo abordando sarcófago. Suplente renqueando de vejez. Amagos de diálogo, condicionado. Pero con el exterior. Con los pobres vasallos no se platica. Pesimista yo. No me la hubiera jugado dentro. Ni me empecinaría afuera. Solo pregunto: Qué hacemos con el burrito, mientras, aprieto el cuerpo y le doy a los pedales.