EL PASADO DE RAFAEL ROJAS
viernes 15 de febrero de 2008 1:50:40
Por Jorge Ferrer
Esas protestas en boca de dos de los más grandes intelectuales de la República son testimonio de algo más que de la mera frustración, llamada precisamente «republicana». La Cuba de la que se lamentaban, una Cuba falta de tradición codificada y deseosa de disponer de un corpus ordenado y coherente sobre el que levantar el andamiaje de una civilidad y una cultura sólidas apenas difiere en lo esencial de la Cuba de principios del siglo XXI.
Motivos de Anteo. Patria y nación en la historia intelectual de Cuba, el libro de Rafael Rojas que sale a la venta por estos días publicado por Editorial Colibrí, está animado por esa necesaria voluntad catalogadora del pasado intelectual de Cuba con vistas al ordenamiento de los discursos públicos del nacionalismo cubano.
Insertado en una trilogía que conforman, además, Isla sin fin (1998), donde ya Rojas avanzaba algunos de los temas que aquí retoma, y Tumbas sin sosiego (2007), Motivos de Anteo dibuja una cartografía de las ideas en la Cuba colonial y postcolonial que se convertirá en lectura insoslayable.
Buena parte de la historia de Cuba pivota sobre la tensión entre la excepcionalidad y la endeblez de su tradición. Por un lado, la presunta grandeza hilvanada en una larga serie que incluye múltiples etapas que van desde la «Llave y Antemural» hasta «el Primer País Socialista de América»; por otro, la triste y reiterada evidencia de la incapacidad de los cubanos para dotarse de instituciones y discursos modernos y de un régimen democrático estable y eficaz. Discursos calamitosos o eufóricos que pueblan días y noches de cualquier cubano, resida en la «ciudad letrada» o en el último rincón de la isla o el exilio. Lo que perdimos aquí o allá. Lo que tuvimos, lo que pudimos tener, lo que tendríamos, lo que tendremos. Nuestro nacionalismo, nuestro afán de excepcionalidad, nuestras utopías baldadas una y otra vez.
Con Motivos de Anteo. Patria y nación en la historia intelectual de Cuba, Rafael Rojas acaba de llenar un espacio enorme de esa oquedad nacional. Ha conseguido insertar de una vez por todas a la historiografía cubana en una senda donde documento, indicio y discurso se juntan en el espacio de la historia de las ideas, donde se asocia lo disociado, se reúne lo disperso, se juntan los destellos en único haz de luz.
La patria y la nación, tantas veces travestidas en las voces tierra, sangre o memoria son el punto de partida de esta aventura que rastrea las cuitas identitarias de los cubanos, los acomodos del ideario de José Martí en los discursos políticos y culturales cubanos o las estrategias de construcción de discursos nacionalistas de Ramiro Guerra, Enrique José Varona, Jorge Mañach, Fernando Ortiz y los escritores aglutinados en torno a la revista Orígenes.
Es libro que no merece glosa fácil; merece lectura reposada. Y obliga a ella. A una lectura donde habrá momento para la sorpresa y momento para la protesta; rato para disentir y ratos para alegrarse porque el pasado de Rafael Rojas, el pasado según Rafael Rojas, esboce una Cuba aceptable, y amable, para todos.
Por cortesía de Rafael Rojas y Editorial Colibrí con los lectores de El Tono de la Voz, que les agradezco, inserto la cuarta parte de la introducción a Motivos de Anteo.
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