miércoles, febrero 27, 2008

SUCESION Y BLINDAJE

Tomado Cubaencuentro.com


EDITORIAL

Sucesión y blindaje

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Los cambios no serán creíbles sin reformas económicas profundas y la liberación de todos los presos políticos.
martes 26 de febrero de 2008 13:43:00
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Raúl Castro acaba de asumir las máximas instancias de poder en la Isla garantizando la continuidad del régimen y bajo promesa de emprender cambios en el sistema productivo. Con el fin de dejar clara su política de continuidad, aludió 17 veces a la autoridad de Fidel Castro. Puso a consideración de la Asamblea Nacional la necesidad de consultarle a éste cualquier nueva medida. Y se extendió acerca de la importancia del Partido Comunista, cuyo primer secretario es su hermano mayor.

Cerrado a toda idea de relevo generacional, el Consejo de Estado terminó integrado, en lo fundamental, por miembros de la vieja guardia y militares de alto rango. Y resultó electo como vicepresidente primero José Ramón Machado Ventura, a quien se le atribuye inmovilismo e intransigencia. Podría interpretarse que, con este nombramiento, la gerontocracia cubana se blinda ante la posibilidad de que, desaparecidos ambos Castro, las generaciones más jóvenes impulsen transformaciones.


( Raúl Castro, Juan Almeida y Machado Ventura. (AP) )

De cara a las necesidades de la población, no existen cambios creíbles sin reformas económicas que vayan desde la liberación de las fuerzas productivas hasta la adopción responsable de una economía de mercado. Y, aun cuando las autoridades no admitan variaciones en el ámbito político, resulta prioridad indiscutible la liberación de todos los presos de conciencia y el cese inmediato de los actos represivos.

El actual presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros anuncia nuevas medidas para las próximas semanas. Las peticiones de la población han sido recogidas ya en el "proceso de debates" convocado por él mismo. Se trata, en su mayoría, de exigencias urgentes. En el caso de que unas medidas impuestas a la mayor brevedad consiguieran aliviar la dramática situación económica, Raúl Castro despertaría un voto de confianza en la población. Ganaría, de este modo, tiempo y credibilidad, dos ingredientes que hoy le son imprescindibles.