LA CONCERTACION COMO ESTILO
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La concertación como estilo
Yaxys D. Cires Dib
La oposición al Gobierno cubano no ha sido un movimiento de masas. Si bien ha existido y existen numerosos grupos, partidos y asociaciones, tanto dentro como fuera de Cuba, la lucha democrática no se ha convertido en un fenómeno popular, entre otras razones por la misma actuación del régimen que no ha dudado en reprimir, infiltrar y manipular su labor, incluso en el exilio.
Atendiendo a esta lógica, es perfectamente compresible que sean muy pocos los que estén dispuestos a dar la cara, aun cuando el terror sistemático del Estado totalitario no es el único a factor a tener en cuenta. Existen males como el caudillismo o el oportunismo que siguen presentes en la cultura sociopolítica cubana.
El Partido Demócrata Cristiano de Cuba (PDC), fundado en Miami en 1991 no escapa a esa realidad arriba mencionada. Sin embargo, la esencia del problema no radica en que seamos o no víctimas de los embates externos o de nuestros propios defectos, sino en la capacidad que tengamos para superarlos.
Para tener éxito en tanto que organización política de carácter partidista, es preciso tener mucho de la capacidad de recuperación de Prometeo; o sea, hay que sobreponerse cada día a las dificultades y ser capaces de renovar nuestras propias entrañas organizativas, partiendo de la premisa de que el picoteo del águila es una realidad inevitable. El empleo del mito prometeico en este contexto podría parecer un tanto retórico, pero en realidad ha sido un referente de la mística de nuestra agrupación; de ahí que, a pesar de no ser un partido de multitudes, no hayamos dejado nunca en el exilio de trabajar por nuestra patria.
En estos últimos años el PDC ha realizado una labor que ha tenido tres ejes centrales: en primer lugar, el trabajo a nivel internacional; en segundo lugar, la colaboración con otras agrupaciones del exilio y dentro de la isla; y, en tercer lugar, el fortalecimiento interno del partido.
El PDC es consciente de que somos los cubanos los que estamos en la obligación de resolver nuestro problema: “La liberación y democratización de Cuba es responsabilidad de los cubanos. Nos oponemos a toda intervención extranjera en los destinos de Cuba…” (Constitución del PDC). Sin embargo, reconocemos la necesidad del apoyo de las naciones democráticas, de los partidos políticos, de las organizaciones regionales e internacionales y de los medios de comunicación. En ese sentido, aunque los verdaderos protagonistas debemos ser nosotros “no dejaremos por eso de recabar acciones solidarias de los gobiernos y otros organismos nacionales e internacionales del mundo libre”.
En esta idea se circunscribe nuestro primer eje de trabajo. Por ello no interpretamos la solidaridad internacional como violación a nuestra soberanía nacional o como una especie de neocolonialismo. El día que nos conste que cualquier acción desde un tercer Estado menoscabe los ideales de democracia y libertad que defendemos para Cuba, estaremos entre los primeros en rechazarlos, prueba de ello ha sido su “oposición al embargo económico impuesto a Cuba, que ha afectado al pueblo cubano y no a la cúpula gobernante que lo ha utilizado de pretexto para justificar sus desaciertos y arbitrariedades en materia de naturaleza política, militar y económica”
Dicho esto, nuestro trabajo a nivel internacional se ha centrado principalmente en la Organización Demócrata Cristina de América, presidida por el mexicano Manuel Espino y de la que Marcelino Miyares (ex -presidente del PDC) es Vicepresidente de Acción Política. Encargar a Miyares de tan alta responsabilidad en la organización regional que reúne a 33 partidos políticos de 25 países significaba dos cosas: en primer lugar, un interés en darle mayor importancia al tema de Cuba –también Venezuela y Bolivia- en las actuaciones de ODCA y en segundo lugar el reconocimiento al estilo de liderazgo del PDC caracterizado por la búsqueda de acuerdos, algo tan necesario para que los proyectos y la democracia avancen.
El PDC ha sido componente fundamental en la organización y confección de la Agenda Democrática para las Américas, siglo XXI acordada por fuerzas políticas, sociales y personalidades en Miami el 25 de enero de 2008. También jugó un papel muy importante en la histórica reunión Foro de Solidaridad Latinoamericana al Encuentro con Cuba que se efectuó en San José de Costa Rica el 14 de marzo de 2008 con la presencia de importantes personalidades de la democracia cristiana regional, entre ellos, Manuel Espino, Rafael Ángel Calderón, Vicente Fox y Vinicio Cerezo, ex presidentes estos tres últimos de Costa Rica, México y Guatemala respectivamente.
En el evento los representantes de los grupos cubanos, expusieron su visión sobre el presente y futuro de Cuba, la cual fue recogida en un documento titulado: Posición Común de los Cubanos.
Los puntos centrales del mismo son: el derecho de los cubanos a vivir en democracia, el rechazo a la injerencia externa, la solidaridad con los movimientos cívicos internos, proyección de la futura sociedad democrática y el diálogo como vía factible de lograr esta meta. Esta Posición Común de los Cubanos sirvió de base para la elaboración por los asistentes a la reunión de la Declaración de Costa Rica que refleja el sentir de los políticos latinoamericanos sobre la situación de Cuba y es una convocatoria a la solidaridad internacional para apoyar la democratización de la isla.
La labor internacional del PDC también se ha hecho presente en la Internacional Demócrata de Centro y en su participación en diferentes actividades convocadas por fundaciones preocupadas por Cuba, como la Konrad Adenauer. En cada uno de estos foros el partido ha recordado la necesaria liberación inmediata de todos los presos políticos cubanos y la indivisibilidad del pueblo cubano.
El segundo eje de trabajo, la acción junto con otros grupos de exilio y de dentro de la isla se concreta principalmente en Consenso Cubano. Según nos relata Marcelino Miyares, entonces presidente del PDC, “el 28 de octubre de 2005, cinco organizaciones de la diáspora cubana fueron invitadas por la Internacional Demócrata Cristina a una conferencia sobre Cuba. Estas organizaciones incluyeron al PDC-Cuba, la Unión Liberal Cubana, la Fundación Nacional Cubanoamericana, el Cuba Study Group y las Bibliotecas Independientes. Al final de la conferencia, en una reunión informal y espontánea, llegamos a las siguientes conclusiones:
a) tenemos más puntos en común que diferencias,
b) ninguna organización cubana dentro o fuera puede resolver sola el problema cubano, y
c) ¿por qué no consensuar un estilo de trabajo que permita sumar fuerzas para lograr la meta común que es la democratización de Cuba?”
Convocaron a una reunión que contó con la presencia de más de 25 organizaciones, donde se comenzaron a dar los primeros pasos hacia la “concertación” de ideas.
El 16 de abril de 2006 fueron dados a conocer en la Ermita de la Caridad (Miami) “Los Pilares para un Consenso Cubano”, los cuales además de reflejar que el exilio es capaz de ponerse de acuerdo, forman un proyecto, que sin decirlo, tiene un profundo sentido humanista y cristiano.
Lo que se consigue gracias al consenso no puede ser capitalizado de manera sectaria por una sola agrupación, pero como partido debemos felicitarnos por estar presentes de manera activa en iniciativas como éstas junto a otros grupos.
El tercer eje tiene que ver con la democracia interna de nuestro partido. En este sentido debe resaltarse que en abril de este año celebramos nuestro X Congreso (el décimo en 17 años), en el cual, tras renovarse la directiva, quedó el profesor Andrés Hernández como nuevo presidente.
Este es un hecho trascendente para nuestra vida como organización, pues de esa manera estamos dando testimonio auténtico de la idea de renovación, participación sin caudillismos y democracia que queremos para Cuba.
Parte del fortalecimiento institucional del PDC en la etapa actual incluye dinamizar nuestra presencia en la isla, dentro de los límites que marca la ley y las realidades políticas vigentes.
Problemas tenemos, como todos, pero nuestra invitación es a no cansarnos de enfrentarlos. A ser capaces de apoyar iniciativas a favor de Cuba, aunque vengan de otros grupos. Sabemos que tenemos muchas cosas en común; no dejemos pues, que nos dividan.
Que nos sirvan de inspiración estas palabras del expresidente checo Václav Havel: “Era fascinante comprobar que la existencia de un enemigo común y de un programa antitotalitario común basado en la idea de los Derechos Humanos hacía que en cuestiones básicas concretas todos tiraran de la misma cuerda”.
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