sábado, agosto 09, 2008

PEQUEÑECES

Pequeñeces


Por Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUÍN, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - “Nicio fue un viejo jodío”. Es lo que dice la gente. El hombre tenía un carácter fuerte. Vino desde Niquero, construyó un rancho junto al río Cauto, y un amigo le dio un conuquito pa´ que sembrara y sobreviviera con su familia. Allí estuvo tres años comiendo lo que producía y vendiendo huevos de gallina a quilo.

Luego se mudó para el poblado y llegó a ser dueño de una bodega, una heladería y dos puntos de venta en el mercado, más doce carretones tirados por caballos preparados para vender agua, siete carretas Cartepillar y dos chambelonas que se usaban para tirar caña en la zafra y madera en tiempo muerto.

También construyó una casa grande de madera y techo de guano en las afueras del pueblo y se volvió un negociante el guajiro.

Su casa era una maravilla, según cuentan los hijos. El piso era de tierra con ceniza y en la sala sólo había un banco largo de madera de palma. Las visitas venían y conversaban, se brindaba café y mientras la tertulia andaba un lechón entraba por la puerta de un cuarto y salía por el otro como dueño de casa. A veces tenían que espantar las gallinas empecinadas en subir sobre la gente. Y de pronto un chivo berreaba en la cocina y la conversación se interrumpía brevemente:

( Río Cauto, su nacimiento)

–Verdad que tiene salud ese chivo; ¡vaya que parece un tenor!

Así eran las cosas, mi papá cuando niño siempre anduvo descalzo, como los demás muchachos del barrio, a pesar de que el par de calza pollos valía un peso y mi viejo con siete años ganaba dieciocho pesos mensuales repartiendo, antes de salir para la escuela, la leche de seis familias vecinas.

El que no viva lo que estamos viviendo hoy, puede que no entienda, pero he descrito un paraíso que sólo los más viejos pueden recordar. También habían injusticias y desigualdades, cosas que cambiar o mejorar, todo el mundo tenía muchos hijos y casi siempre moría alguno. La mortalidad infantil era un problema y existía el dicho de que cada niño venía con un pan bajo el brazo, porque en ese tiempo el trabajo era de verdad fuente de riquezas.

Hoy casi nadie quiere trabajar, porque del salario no se puede vivir, y es como dice la gente: “El que piense que me paga, que crea que estoy trabajando”. Pero con la pérdida del valor del trabajo y la sustitución del patrón explotador por el amo funcionario del Estado, se perdió también el pan que traían los muchachos bajo el brazo al nacer, por eso ya ningún guajiro tiene diez o doce hijos, uno o dos y va que chifla.

No por gusto que en Cuba el aborto es casi un método anticonceptivo. ¡Si hasta a las cigüeñas las hemos tenido que hacer sopa pa’ alimentar a los muchachos!, y aún así, llegan a la secundaria revigíos. Claro que luego hacemos ejercicios y algunos crecemos, por aquello de que si nos hacemos deportistas la vida se nos compone.

Dicen que los europeos tienen los mismos problemas que nosotros, pero como somos mejores, ya nos estamos adelantando e imponiendo leyes para aprovechar por la fuerza la población laboral disponible. Pero es como yo les digo: “tantas moscas no pueden estar equivocadas. Esto es socialismo¨. Pero bueno, otro día continúo hablándoles de nuestras pequeñeces.