jueves, agosto 21, 2008

TERROR SEMBRADO


Terror sembrado

Por Luife Galeano

Una vez más, en Cuba se habla en clave sin sol. Es un parlamento oculto, sin apenas palabras, que refleja, por entre sus líneas, explicaciones que no se conciben expresadas en libertad. No se puede. Está prohibido. Y el terror ha sembrado su espantosa cosecha impidiendo que se entiendan posturas tomadas en un aparente golpe del corazón. Pero no es así. Todo tiene otro sentido.

Hace mucho aprendí que esclavos éramos de nuestras palabras. Amarrados quedábamos a nuestras promesas y que por nuestros actos seríamos conocidos. Y sin embargo, vivimos en un valle de votos incumplidos. De osadas verdades que terminan en mentiras, a causa de manifestaciones que se prolongaron más allá de los límites aconsejables. Mentimos para afuera siendo poseedores de verdades internas inexpresables en ausencia de libertad.

En el caso que nos ocupa, el todo se hizo nada al percatarse de su extrema osadía. Quizás un golpe de aire fresco, un arrebato, desenganchó de momento las ataduras estériles, las de siempre, y desembocaron en un rapto de locura. Extralimitarse es caro. Es mejor dejar que el desinterés borre huellas marcadas. Pero el desinterés no repara el daño, no cura heridas. Cicatriza en falso. Siempre queda latente la marca para abrirse cuando menos te lo esperas.

Tantas son las preguntas. Tantas carentes de respuestas porque éstas no se manifiestan; porque la llave de la cancela no abre el candado que la cierra; porque no se traspasa el umbral ni se cruza el deseo.

Esta vez Míriam ha callado, tal vez empujada por un aviso, por una advertencia que ha puesto de manifiesto el terror al que se enfrenta. Calla o atente a las consecuencias, parece que fueron las palabras que nunca nos confirmarán. Pero el amo del terror siembra su casa de espanto, incluso a los partidarios y a los que profesan una cierta coincidencia con el régimen.

Y, quién sabe, quizás sea más útil así. Desarrollando su labor de periodismo independiente posibilitará que los progresistas afines reconozcan que el proceso está periclitado; que el proceso de cambio se encuentra paralizado y sus constantes semejan el encefalograma plano de los que ya perdieron hasta la forma de caminar.


( Miriam Leiva, al frente con espejuelos, gafas o lentes )

Míriam ha terminado con una lucha para enfrascarse en otra más acorde con sus circunstancias. Ahora le toca contarnos las claves a ritmo de maracas y bongoes, a golpes de tumbadoras que repercutan en las conciencias dormidas.

Ello permitirá que las organizaciones espontáneas que ayudó a crear, se manifiesten como tales; que continúen su silencioso caminar acariciando las malas caras del hostigamiento y el repudio con sus hermosos gladiolos al tiempo que vociferan sus callados gritos de libertad. Así, cada protesta en casa retumbará en el exterior provocando el reconocimiento internacional de la causa cubana. Así, el mundo tomará conciencia de que, en Cuba, no se vive en libertad.

Por extraño que parezca, este acto no es sino una muestra más de que el terror pierde toda su energía. Cuando la protesta se hace en casa resulta más eficaz. Cuando, frente a los ayuntamientos, ante los cabildos y demás instituciones ciudadanas, la sociedad civil se manifiesta, el terror se retuerce herido de muerte.

Acallémoslo con la protesta silenciosa. No permitamos que se las prometan felices al buen recaudo del régimen porque nos han doblegado. A cada advertencia, el pueblo debe responder como la voz de la sociedad civil que no tolera imposiciones.

Déjenme que le diga, de ciudadano a ciudadano: Cuando esta Mazorra insular se encuentre enfrentada a la insubordinación cívica y pacífica, más sentirá que su fin está próximo. Cuando se debata entre disparar o no hacer nada; cuando dude porque sus advertencias no detienen la lucha sino que la transforman y cuando la protesta se eleve por otros medios, empezaremos a librarnos del terror que castiga nuestras vidas.

No veamos en este gesto de Miriam un signo de derrota sino una cuestión táctica necesaria para que la lucha no cese; para que nadie nos acalle la voz. Estos pasos son necesarios para que el gobernante sepa que el poder no le pertenece sino que es del pueblo soberano. Ningún dictador que siembre el terror puede cosechar más que trapisondas propias de rincones oscuros. De rincones que, insisto, se han de desvelar porque el mundo tiene la mala costumbre de ocultarlos.

Faltos de ideas hemos de buscar en nuestras raíces para que surjan nuevas iniciativas. Como le surgieron a otros. Como debería surgir el sol. Pero el sol se oculta. ¿Por qué se oculta el sol?