martes, octubre 14, 2008

MIAMI ATERRIZA EN MADRID


«Miami aterriza en Madrid»

Por Jorge Ferrer | 14/10/2008 2:21



«Miami aterriza en Madrid», titula este periódico. Lo anotó el redactor para decir inmediatamente después que a la recepción que ofreció Jorge Moragas el pasado domingo, a nombre del Partido Popular, acudieron representantes del exilio cubano en España, y nombrarlos.

Léase el texto. Enumera a los asistentes que cree merecen ser reseñados. Todos son cubanos que hacen oposición desde Madrid. Aterrizaron allí hace tiempo. Escaparon o huyeron de Cuba y encontraron en España asilo o cobijo.

¿Qué rayos hace el topónimo «Miami» en ese titular?

Ah, es que, ay, resulta que manifiestan su oposición al gobierno de los Castro. Denuestan la política blandita, la política fofa, de Zapatero y Moratinos hacia La Habana.

Y encima reciben, ¡vaya pecado!, el apoyo del centroderecha español.

Y ahí la ecuación socialdemócrata viene cantada: «Miami aterriza en Madrid».

La absurda y malintencionada falsificación de ese titular es la misma que practica La Habana. Reducir toda oposición a Cuba desde el exilio a una conjura urdida en «Miami». Un Miami entre comillas, por cierto, porque alude a uno que ni siquiera existe.

El Miami de cartón que venden castristas y procastristas de toda laya, con la impagable ayuda de periódicos hechos por socotrocos, ese supuesto enclave de batistianos, peribatistianos, posbatistianos y lo que llaman «la Mafia de Miami» es una de las ficciones urdidas por la izquierda para desnaturalizar la oposición cubana al castrismo, presentarla como mera extensión de política foránea, entreguista, lateral, «anticubana».

La deslocalización el exilio cubano, el establecimiento de enclaves con capacidad de influencia sobre la posición no hacia Cuba, sino hacia la pesadilla del castrismo, en ciudades distintas a Miami desasosiega a los valedores de la dictadura.

«Miami aterriza en Madrid», titulan. Mala noticia, muchachos: hay oposición organizada al castrismo en Madrid.

Cuba ha aterrizado en el mundo, reivindica su lugar y se granjea afectos. Mal que les pese. Poco que pese aún.