domingo, diciembre 07, 2008

EN BUSCA DE UN ENEMIGO

En busca de un enemigo


Por Pablo Alfonso

Diario Las Americas
Publicado el 12-06-2008

Fidel Castro está desconcertado y rabioso. Le preocupa perder a su enemigo vitalicio. Después de medio siglo confrontando a Washington, teme que el próximo inquilino de la Casa Blanca, no le sirva de contraparte. Por eso ya comienza a sembrar cizaña contra el presidente electo Barack Obama. Por ahora lo hace de manera solapada que es lo que mejor sabe hacer. Prepara el camino para, más adelante, sin dudas, hacerlo de manera abierta y tendenciosa.

Castro quiere aferrarse a ese viejo guión que le ha garantizado el poder durante cincuenta años. Para quienes hemos dedicado casi todo ese tiempo a seguir sus intrigas no es muy difícil interpretar su libreto, con las modificaciones pertinentes.

El prólogo lo publicó el pasado jueves en su artículo “Navegar contra la marea”. El título mismo evidencia esa congénita disposición de Castro a las poses heroicas y a su desnaturalizado quijotismo. Por eso, como heraldo predestinado a revelar verdades afirma que “alguien tenía que dar una respuesta serena y sosegada, que debe navegar hoy contra la poderosa marea de las ilusiones que en la opinión pública internacional despertó Obama’’; y, claro, ese alguien es él, sino ¿quién más?

En lo que a Cuba respecta Castro recuerda que en el discurso pronunciado el 23 de mayo de este año ante la Fundación Nacional Cubano-Americana, “creada por Ronald Reagan”, Obama dijo: “Juntos vamos a buscar la libertad para Cuba; esa es mi palabra; ese es mi compromiso… Es hora de que el dinero estadounidense haga que el pueblo cubano sea menos dependiente del régimen de Castro. Voy a mantener el embargo”.

Castro usa de relleno en su artículo las nominaciones de Obama para su futuro gabinete de gobierno, antes de expresar lo que de verdad le interesa decir: “Con Obama se puede conversar donde lo desee, ya que no somos predicadores de la violencia y de la guerra. Debe recordársele que la teoría de la zanahoria y el garrote no tendrá vigencia en nuestro país”.

Los que no lo conocen o desean hacer como el avestruz, y hasta confundir sus ilusiones con la realidad, prefieren interpretar esa afirmación como una señal de apertura y despliegan titulares - ¿ingenuos, tendenciosos?- como “Fidel Castro dispuesto a conversar con Obama”. ¡Es todo lo contrario, tontos!

Castro utiliza sus mañas para sentar pautas sobre la política que el régimen tiene que seguir ante cualquier intento de la nueva administración que implique una política más flexible hacia Cuba : “Nuestros principios son los de Baraguá. El imperio debe saber que nuestra Patria puede ser convertida en polvo, pero los derechos soberanos del pueblo cubano no son negociables.”

Es decir, seguimos en las mismas. O mejor dicho, el viejo dictador quiere seguir en las mismas. Es lo que le conviene y para eso comienza a sembrar cizaña contra el presidente electo de Estados Unidos.

A Castro le resulta molesto que el presidente de Estados Unidos sea un negro. Un afronorteamericano al frente de los destinos “del imperio” no cuadra con su discurso. Está fuera de su diseño ideológico. Por eso, su esencia racista, sale a relucir sin muchos tapujos, cuando describe a Obama como un afronorteamericano muy exclusivo, diferente, casi un “desclasado”.

“Sin crisis económica, sin televisión y sin Internet, Obama no ganaba las elecciones venciendo al omnipotente racismo. Tampoco, sin los estudios que realizó primero en la Universidad de Columbia, donde se graduó en Ciencias Políticas, y luego en la de Harvard, donde obtuvo el título de Derecho, lo que le permitió convertirse en hombre de la clase modestamente rica con solo varios millones de dólares. No era ciertamente Abraham Lincoln, ni esta época se corresponde con aquella…”

Castro ha comenzado a dibujar a Obama como un ejecutor más de las políticas del imperio. Todavía no le ha dado los toques finales a ese afiche pero acaba de dar sus primeras pinceladas. Con ellas se ha encargado de resaltar los tonos de los nominados a los cargos de Seguridad Nacional y Política Exterior.

La paletada más fuerte se la ganó Hillary Clinton. “No olvido, por mi parte, que fue la rival del Presidente electo, Barack Obama, y esposa del presidente Clinton, que sancionó las leyes extraterritoriales Torricelli y Helms Burton contra Cuba. Durante su lucha por la postulación, ella se comprometió con dichas leyes y con el bloqueo económico. No me quejo, simplemente lo hago constar.”

Lo dicho. Fidel Castro está desconcertado y rabioso. No quiere perder a su enemigo vitalicio. Por eso, si la política de Estados Unidos hacia Cuba, se enrumba por un camino diferente al de los últimos cincuenta años, tendrá que hacer uso de sus más refinadas artimañas para impedir que el enemigo se convierta tan sólo en un adversario con una propuesta política diferente.
Fonte: Identificada en el texto
http://www.cubalibredigital.com