jueves, enero 08, 2009

ENTREVISTA A NATY REVUELTA EX AMANTE DE FIDEL CASTRO

Nota del Blogguista


Tengo entendido que Naty Revuelta tiene un carcinoma bucal; quizás esa sea la razón por la cual no se dejó retratar. La opinión de algunos de sus contemporáneos sobre Naty Revuelta en su conducta personal durante los años de juventud dista de la expresada por ella en esta entrevista; aunque esas opiniones las he oido de personas con ideas políticas contrarias al Castrismo.

Por otra parte, Fidel Castro después de su ingreso en la Universidad se convirtió en el individuo mujeriego que todos conocemos y tuvo hasta relaciones extramatrimoniales como aquella de la que nació Jorge Ángel, su verdadero primogénito, el cual fue tenido con una humilde doméstica ya fallecida.
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No tengo elementos como para referirme a Naty Revuelta y su conducta durante los años de su juventud, pero para ser honesto la manera en que se expresa me demuestra cierta "ligereza de pies", mucho más teniendo en cuenta las normas de la moralidad de su época.
Náuseas aparte y de cualquier manera discrepo con ella en la idea principal de la entrevista. No creo que Fidel Castro haya puesto su proyecto muy por encima de su vida privada, desde mi punto de vista ha sido todo lo contrario. Su vida personal ha sido precisamente su proyecto, y lejos de vivirlo privadamente lo que ha hecho es tratar de meter a todo el mundo en él, aunque simplemente como pasajeros de segunda. Todo el protagonismo se lo reservó para él. Las violaciones a los derechos humanos son simplemente una consecuencia de lo que digo.

chicho el cojo
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Tomado de http://www.lavanguardia.es/lahabana/index.html

"Fidel puso su proyecto muy por encima de su vida privada"

Por Fernando García
Corresponsal en Cuba

Entrevista a Naty Revuelta, revolucionaria y madre de Alina, hija de Fidel Castro

Fernando García Imágenes de Naty Revuelta -que no quiso fotografiarse en la actualidad- cuando se la tenía por una de las mujeres más atractivas de La Habana. Junto a las fotos, las dos balas de ametralladora que Fidel Castro la envió desde la cárcel y una caja de cerillas hecha por un preso
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Natalia Revuelta, Naty, nos concedió esta entrevista para, a sus 83 años, "aclarar las cosas" de forma que sus descendientes conozcan su historia y sus sentimientos más allá de la breve historia de amor que vivió con Fidel Castro y de la que nació su segunda hija, Alina Fernández. "He sido algo más que la amante de Fidel y la madre de su hija. No fui una loca aventurera".

(Imágenes de Naty Revuelta -que no quiso fotografiarse en la actualidad- cuando se la tenía por una de las mujeres más atractivas de La Habana. Junto a las fotos, las dos balas de ametralladora que Fidel Castro la envió desde la cárcel y una caja de cerillas hecha por un preso )

De origen burgués, con ascendentes ingleses y cántabros, políglota y de esmerada educación, Naty defiende la revolución con igual firmeza que cuando se implicó en ella. "Si algún día esto se vacía, yo seré quien apague el faro del castillo del Morro".

- ¿Cómo era su vida cuando decidió sumarse al movimiento revolucionario?
- Trabajaba en una empresa petrolera (Esso) y recibía un buen sueldo. Estaba casada con un cardiólogo muy prestigioso y teníamos una hija, Natalí. Yo ya había sido chibacista (seguidora de Eduardo Chibás), y entré en política por una cuestión de conciencia. Me hice ortodoxa porque ese partido (Ortodoxo) iba a combatir la corrupción y a luchar por la justicia social y la independencia económica. A raíz de la muerte (suicidio) de Chibás, caímos en un cisma. Batista tomó el poder en 1952. Pasaron cosas terribles. Fue un momento cruento y definitorio. Aquel 10 de marzo del golpe de Estado me vestí de negro para ir al trabajo. De camino a la oficina, decidí hacer algo por personas que estaban en peligro. Entre ellas tenía en mente estaba aquel joven a quien no conocía y que, cuando hablaba en la tribuna, agitaba los brazos hasta que se le bajaban las mangas del saco (la chaqueta): Fidel Castro. Mandé hacer unas llaves de mi casa para que estas personas pudieran disponer de ella y de lo que necesitaran, pues teníamos posibilidades. Hacia octubre, Fidel me mandó un recado con un estudiante universitario, Valls, para agradecérmelo y decirme que sabía que éramos buenos revolucionarios. En noviembre, en la conmemoración del fusilamiento de estudiantes de medicina de 1871, se hizo un acto en la universidad. Valls me presentó a Fidel.

- He leído que cuando él le estrechó la mano usted se sintió "impresionada".
- En realidad siempre estuve impresionada. Pero en el sentido de que Fidel era muy carismático y convincente. Uno sabía que lo que decía era algo que tenía clavado ahí dentro. Y era muy valiente. Pero entonces no existía algo diferenciado desde el punto de vista sentimental.

- No lo había, aún…
- Claro. Esa relación más cercana surgió cuando, a tres meses de aquella reunión en la Universidad, Valls me llamó y me dijo que Fidel quisiera visitarnos en nuestra casa. Recuerdo que comimos jamón asado con piña y que le gustó mucho y no se le olvidó ese plato. Meses después, preso él en la isla de los Pinos, yo iba a enviarle jamón con piña. Aquella noche fue emocionante. Él estaba perseguido y nos planteó que estaba acopiando recursos, armas, todo lo que fuera para el movimiento que estaba gestando. Le dije que podía disponer de nuestra casa, donde yo estaba siempre, para hacer reuniones. Con discreción, claro. Yo me volqué en aquello exclusivamente, aunque sin descuidar mi trabajo, que me aseguraba independencia económica y me permitía evolucionar intelectualmente.

- ¿Se implicaba en las reuniones?
- Por supuesto. Y les atendía. No bebían; tenían instrucciones de no beber.

- ¿Instrucciones de Fidel?
- ¡Claro! Él era el que daba las instrucciones. Fidel iba allí a distribuir tareas. La mía era estar allí y procurar dinero. En aquel momento yo disponía de lo suficiente. Más tarde, en la época de la Sierra Maestra, también estuve recaudando.

- Me decía que fue en esas reuniones en su casa donde nació una relación más personal.
- Lo que pasa es que el trato con una persona a la que ya admiras a priori, y encima en esas circunstancias tan especiales, tan peligrosas, te lleva a una relación más directa. Se crea una cercanía, una preocupación mutua…

- Intimidad.
- Exactamente, pero nunca nos organizamos para que él llegara más temprano ni nada de eso. Nada de tipo personal.

- ¿Eso vino después? Primero fue el asalto al Moncada, ¿no?
- Sí. Ellos hablaban delante de mí cualquier cosa. Habían estudiado militarmente varios cuarteles. La elección no fue al arbitrio. Optaron por el Moncada por su cercanía a la Sierra, a las montañas donde podían atrincherarse después del asalto. El plan inicial era armarse, irse a las lomas y allí empezar la guerrilla. Como harían tras el desembarco del Granma. Antes del asalto, me explicó Fidel, iban a ocupar la estación de radio de Santiago para leer un manifiesto y otros documentos, pero para llenar los tiempos sin voz necesitaban un tipo de música especial, que movilizara pero que no fuera alegre, pues podía haber muertos de ambas partes. Me dediqué a buscar discos durante ese par de meses: Fidelio, la Heróica, la Sinfonía del Nuevo Mundo, Mi Patria. Fueron días muy intensos. Se manejaban asuntos de vida o muerte, yo lo sentía así. Pocos días antes de partir hacia Santiago para el asalto, Fidel me dio el texto del Manifiesto a la Nación que iban a leer. Era el aspecto político de las acciones del 26 de julio. Lo tenía que distribuir en La Habana. Tuve que hacerlo sola. Había que distribuir el documento entre políticos y periodistas fiables, sincronizadamente con la hora en que estarían ocurriendo los asaltos a los cuarteles de Santiago y el cercano Bayamo. El objetivo era que, ante un posible corte de comunicaciones, la gente supiera en La Habana lo que estaba sucediendo en el oriente del país; quiénes eran y qué pretendían.

- ¿Cómo fue la despedida de Fidel antes de partir al Moncada?
- Nos despedimos con un sentido muy histórico, de momento crucial. Con optimismo aparente, aunque yo tenía un temor enorme.

- Pero el día 26 se puso en marcha.
- Sí. Me levanté de madrugada. Salí a la calle a las cinco y cuarto, hora de los asaltos, busqué un taxi y empecé con las visitas. Vi a Pelayo Cuervo, senador; a Raúl Chibás, hermano de Eduardo, a Cosme de la Torriente, presidente de la Asociación de Amigos de la República; a Sergio Carbó, director de Prensa Libre… Ya en casa de Carbó me dieron noticias terribles: sabían del asalto y había muchos muertos, sobre todo atacantes. Quedé desolada.

- Antes del asalto Fidel también le había pedido que, si le ocurría algo, ayudara a su esposa Mirta.
- Sí. Me pidió que me ocupara de su mujer y su hijo Fidelito. Me veía como la buena persona que podía ayudarles.

- Pero cuando le encarcelaron ustedes empezaron a cartearse y hubo un fatal cruce de cartas, ¿no? ¿Puede explicarlo?
- Era la correspondencia de una relación… Cómo definirla… De una amistad distante pero amorosa, diría.

- Es decir que, como ya comentó, ¿hasta entonces ustedes no..?
- Exacto. De ninguna manera. Sabíamos que sentíamos una gran atracción mutua, pero nos respetábamos. Bueno, no sé él, pero yo nunca había violado mi compromiso matrimonial. Mientras, me di cuenta de que Mirta recelaba de las amigas y compañeras de Fidel en el Partido Ortodoxo, a las que yo consideraba compañeras. Decidí callarme que Fidel y yo nos habíamos escrito, pero dije: "Mira, pronto debe de llegar una carta de Fidel porque acabo de enviar a la prisión una caja con libros, golosinas y cosas. Al cabo de una semana, Mirta me llamó y me dijo que había recibido una carta de Fidel que parecía dirigida a mí. Al mismo tiempo, yo había recibido otra que al parecer era para ella, en un sobre algo raro que la entregué sin abrir. Ella, que sí había abierto la carta dirigida a mí, vino a mi oficina y ¡menudo lío me formó! Yo nada temía de esa carta que ella había recibido porque estaba limpia. No podía ser de otra forma. Aquel papel visitó muchas peluquerías de La Habana, pero nunca me lo dio; nunca la leí.

- La disputa entre ustedes sería definitiva…
- Nuestra relación se cortó. Fidel optó por una solución correcta y digna. En lugar de continuar la correspondencia, me dijo: "Cuando necesite pedirte algo, te escribiré en la posdata de las cartas a mi hermana, Lidia". Mientras, yo guardaba recortes de prensa y documentos sobre lo que ocurría en el país. Aquello iba a resultar útil cuando ellos se fueran a México para preparar el desembarco del Granma año y medio después.

- ¿Qué pasó cuando Fidel salió de prisión?
- Cuando se decretó la amnistía (mayo de 1955), él me pidió que no fuera a esperarle; me llamaría al llegar a La Habana. Lo hizo en seguida. Ese mismo día fui a verlo en casa de su hermana. Fue durante esos 53 días en que estuvo aquí, haciendo contactos, cuando sucedió lo inevitable. Lidia tenía dos apartamentos. Pero fue muy poco. Dos o tres o cuatro veces. Y alguna vez en algún hotel. Fue breve nuestra relación.

- Fidel se había divorciado de Mirta.
- Sí. Y entonces se supo que yo no había tenido que ver con su separación. En realidad, Fidel me quería porque, además de ser una mujer atractiva, me tenía por buena, valiente y solidaria. La familia volvió a tratarme, y Lidia me tomó un gran afecto porque descubrió que yo no había provocado el divorcio. En cuanto a Mirta, el problema fue que su hermano, miembro de la juventud batistiana y viceministro del Interior, le buscó un cargo sin trabajo, un cargo botella. Pero el ministro, que tenía un pique con el viceministro, sacó a la luz el asunto. Fidel se divorció.

- Después salió, intimó con usted y marchó a México. ¿Cómo continuó su relación?
- Antes de partir a México, me dejó una misión: que le informara de todo lo que pasara en el campo político y revolucionario. Con informes, recortes, lo que fuera. Pronto me di cuenta de que estaba en estado. Tuve que hacer reposo durante unos pocos meses, pero continué enviando mis informes hasta que desembarcaron en tierra cubana.

- Usted estaba casada.
- No exactamente. Desde la relación con Fidel, separada.

- ¿Se lo contó a su marido?
- No. No era necesario ni quería alterar su vida. Ya en aquel momento teníamos una relación distante aunque civilizada. Éramos muy diferentes y nuestro matrimonio estaba desgastado. Al quedar encinta la separación se hizo definitiva, aunque seguimos viviendo en la misma casa y llevábamos una vida social. No hubo aclaraciones.

- ¿Y Fidel, cuándo lo supo?
- Cuando la niña nació.

- ¿Qué le llevó a ocultárselo hasta entonces?
- No quería que la información llegara a otras manos. Él me escribió algunas cartas desde México y después me estuvo escribiendo Raúl. Pero déjeme decirle… Aquello sucedió propiciado por las circunstancias, por la presión, porque él tenía que irse y yo estaba convencida de que vendría a morir, que lo iban a matar. Y permití que viniera esa criatura porque quería un hijo; un hijo al que podría educar como él hubiera querido. Después resultó ser una niña, una maravilla. Él era libre; tenía sus amoríos por allá. Pero yo no era mujer de amoríos, no tenía necesidad de eso. Yo era una mujer trabajadora que quería tener un hijo de aquel hombre a quien tanto admiraba y quise, y a quien creí que iban a matar.

- Tras el desembarco llegaron noticias de que había muerto.
- Sí, porque lo confundieron con Félix Elmuza (periodista expedicionario del Granma). Me llamó Conchita Fernández, la que había sido secretaria de Chibás, para darme la mala noticia. Le dije que no lo creía. Colgué el teléfono y me fui a regar el jardín como un zombi. Por entonces ya yo estaba vinculada a la Resistencia y al Frente Cívico de Mujeres Martianas. Un día Felipe Pazos, esposo de la jefa de mi cédula en Resistencia, me enseñó un trozo de papel con una palabra. Reconocía la letra de Fidel sin ninguna duda. El papel acababa de llegar de la sierra. Así me enteré. Pazos y su hijo fueron los que llevaron a Herbert Matthews (del NY Times) a entrevistarse con Fidel, entrevista que confirmó que estaba vivo y combatiendo.

- ¿Cuándo volvió usted a tener noticias de él?
- Él me mandó, precisamente a través del hijo de Pazos, dos balas usadas de ametralladora. Sin más. Las tengo ahí. No volví a saber nada directamente hasta que volvió a La Habana con el triunfo de la Revolución, casi dos años después.

- Entonces se encontraron en el Hilton, ya con la niña, que tenía casi tres años. ¿Cuál fue la actitud de Fidel hacia ella?
- Dijo que era muy linda. Y ya. No había que decir más nada. Alguien me aseguró en aquella época que me había mandado a buscar. No traté de confirmar eso porque nunca creí que me hubiera mandado a buscar, dada mi situación de maternidad reciente y mi otra niña. Era absurdo. Si ni siquiera Melba pudo venir en el Granma, ¡cómo iba a ir yo!

- Usted siguió viviendo con su marido hasta…
- Hasta que nos divorciamos en enero del 59. Su abogado, que también fue el mío, me reconoció la patria potestad de mis hijas, sin aceptar mi ofrecimiento de compartirla. Yo me mudé porque él tenía la consulta en la casa. Pero convinimos que Natalí (10 años entonces), que adoraba a su padre, se quedara con él durante la semana y viniera a casa los fines de semana para estar con su hermanita Alina. Mi ex marido se fue a Estados Unidos en el 61. Natalí me planteó que, como su padre tendría que decidir si se quedaba en Estados Unidos (el Gobierno empezaba a tomar medidas para evitar la fuga de médicos), ella quería acompañarlo allí al menos un año.

- Y ella no volvió.
- Él tenía que habérmela devuelto justamente al surgir la operación Peter Pan (traslado masivo de más de 14.000 niños cubanos a Estados Unidos). Actuó egoístamente, pero de manera comprensible y sensata. No volví a ver a Natalie hasta 1982, allá. No nos escribimos mucho porque ella estudió, creció, se casó, tuvo un hijo y se divorció sin estar yo presente. Su hijo me ha dado dos biznietas que no conozco.

- Usted se quedó con Alina.
- Sí. Y continué trabajando. En 1960, la nacionalización de la Esso me dejó sin empleo. Estuve seis meses buscando otro porque no me llamaron al Instituto de Petróleo, donde tenían que haberme trasladado. Al final, una doctora amiga mía que dirigía el Hospital Nacional me llamó para que fuera su jefa de Compras. En el 64 me mandaron a Francia para un estudio de Química orgánica. Allí estuve casi dos años, esperando poder ver a mi hija mayor. Nunca me la enviaron. Por entonces ya tenía 15 años.

- ¿Quién la mandó a Francia?
- Fidel. Había ido a verme para pedirme unos fragmentos de unas cartas. También conversamos sobre mi trabajo entonces y qué me gustaría hacer. Yo me interesaba por el diseño textil.

- O sea que sí volvió a verle una vez más.
- Sí, cuando él quiso que le copiara unos fragmentos de cartas suyas.

- Ya no había relación… ¿O había mala relación?
- Ni buena ni mala.

- ¿Le guardaba rencor?
- Nunca fui rencorosa. Dilucidé con él todas las dudas sobre nuestra relación. Pero yo no sentía el compromiso por ninguna parte.

- Usted volvió de Francia porque quiso.
- Por supuesto. Entonces me asignaron al Centro Nacional de Investigaciones Científicas, donde trabajé desde el 65 hasta el 73. Luego pasé a Comercio Exterior, hasta que me jubilé en 1980. Pero, cansada de tanta vida administrativa, me ofrecí para trabajar voluntaria en el Ministerio de Cultura. Estuve ahí hasta el 94. Mi hija menor se había ido (en huída) en diciembre de 1993, y entonces se planteó la posibilidad de que mi nieta se quedara conmigo. Pero yo tenía claro que los hijos tienen que estar con su madre, y no acepté aunque me quedara sola. En el 94 sucedió algo que me molestó. A partir del 73 me invitaban a la celebración del 26 de julio (conmemoración del asalto al Moncada). En el 93 me reconocieron como combatiente del Moncada y como tal fui a los actos. Y también al año siguiente, pero aquella vez una persona me dijo que esperase en la presidencia mientras los otros combatientes aparecían bajando la escalinata. Pregunté por qué. "Son las instrucciones, compañera", me respondió. Pero yo había ido allí para estar con mis compañeros y no precisamente para sentarme en la presidencia, así que rompí la invitación ante su mirada y no fui a la tribuna. Me quedé oyendo el acto, flemáticamente, por radio.

- Entonces y en general, ¿se sintió abandonada?
- Sola. Me he sentido muy sola. Sobre todo por no tener familia.

- ¿Dejada de lado?
- No sé que decirle, porque tengo tantos compañeros y amigos tan buenos y a quienes quiero tanto… Oficialmente, sí podría decir que se me apartó: nunca se me explicó lo del 26 de julio del 94 ni por qué no me llamaron a trabajar cuando nacionalizaron la Esso.

- ¿Cómo es su relación con Raúl?
- Él y toda su familia siempre fueron muy afectuosos con mi hija, y eso no lo paso por alto, no lo olvidaré jamás; lo tengo en el corazón. Los visitaba, la invitaban a pasar unos días con ellos…

- ¿Y con usted?
- Cuando, dos veces, nos encontramos, hubo aprecio y alegría de volver a vernos.

- Su hija le dio un disgusto y supongo que la relación es difícil.
- Yo quiero mucho a mi hija. ¡Si es lo más inteligente y lo más sensible que hay! Lo que pasa es que ella se fue muy joven y con resentimientos. Se sentía muy marginada.

- ¿Y mantienen la comunicación?
- Por correo electrónico. Buenísima relación: según ha pasado el tiempo, ha ido creciendo y definiéndose.

- ¿Qué opinión tiene de Fidel Castro, como hombre al que amó y como líder?
- Es difícil. Fidel comprometió su vida con un proyecto que siempre ha tenido muy claro. Nunca engañó a nadie. Me imagino que ha debido tomar decisiones que quizá dolieran mucho. Siempre ha sido directo en cuanto a lo que hubiera que hacer, sin importar Fulano, Mengano o Zutano. Pero no creo que en Fidel haya maldad o crueldad, de todo lo han acusado. Lo que sucede es que siempre puso su proyecto revolucionario muy por encima de su vida personal.

- ¿Cree que la revolución ha merecido la pena?
- Absolutamente. Mire qué camino han ido tomando los otros países de América Latina.

- Pero este país está en dificultades.
- Absolutamente también.

- ¿Cree que la revolución aguanta y sigue adelante.
- Absolutamente. Porque ahora ya no estamos solos. Y los cubanos somos muy resistentes.

- ¿No se siente sacrificada por la Revolución?
- Sacrificada, puede que sí. Pero no víctima. Siempre he tenido fuerza para solucionar los problemas y, poco a poco, la relación con mis hijas y nietos. Mi vida es mucho más de lo que se ha contado, en pedacitos y siempre sobre lo mismo. Se ha tergiversado mucho. ¿Quién podría deducir de lo publicado hasta ahora que yo fuera una madre buena, una mujer de trabajo, una revolucionaria sincera.

- ¿No quiso vivir fuera?
- No podría.

- ¿Ve una esperanza de entendimiento con Estados Unidos?
- Lo que ha dicho Raúl me parece correcto: hemos esperado cincuenta años y podemos esperar otros cincuenta.

- ¿Qué cambiaría de su país?
- Se trata más bien de renovar. Por lo que a mi respecta, lo que necesito es que se acaben las trabas para que mi nieta (la hija de Alina, residente en Miami) pueda venir a verme.

- Disculpe una pregunta tan íntima: ¿Sigue usted enamorada de Fidel?
- Como dije en otra ocasión, pasé muchos años para quitármelo del corazón y ponérmelo en la cabeza: lo veo como un ser de tremenda dimensión…

… al que sigue admirando.
… al que sigo respetando. Y así será hasta el final de mi vida.
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9 Comments:

At 5:08 p. m., Anonymous Anónimo said...

Mira que alguna gente pierde tiempo en tonterías! De que vale entrevistar a esta mujer? De que vale entrevistar a Alicia Alonso? Que cosa van a decir que no sea lo que todos pueden predecir de antemanos? Tienen que justificarse, pintarse de la forma mas apetecible, y por supuesto lo hacen. No estamos hablando de María Magdalena ni mucho menos. La Revuelta, como Alicia, hizo su cama como quiso, y ahora no le queda mas que yacer en ella, aunque muy venida a menos. Mejor dejarla a lo suyo.

 
At 3:30 p. m., Anonymous Anónimo said...

No tengo elementos como para referirme a Naty Revuelta y su conducta durante los años de su juventud, pero para ser honesto la manera en que se expresa me demuestra cierta "ligereza de pies", mucho más teniendo en cuenta las normas de la moralidad de su época.
Náuseas aparte y de cualquier manera discrepo con ella en la idea principal de la entrevista. No creo que Fidel Castro haya puesto su proyecto muy por encima de su vida privada, desde mi punto de vista ha sido todo lo contrario. Su vida personal ha sido precisamente su proyecto, y lejos de vivirlo privadamente lo que ha hecho es tratar de meter a todo el mundo en él, aunque simplemente como pasajeros de segunda. Todo el protagonismo se lo reservó para él. Las violaciones a los derechos humanos son simplemente una consecuencia de lo que digo.

chicho el cojo

 
At 2:14 a. m., Blogger PPAC said...

Chicho el Cojo

Comparto 100% con usted en lo relativo a Fidel Castro. Para mí el proyecto único de Fidel Castro fue él mismo; con ello pretendía mostrar a los demás que aquellos que lo humillaron cuando era un niño y adolescente se equivocaron al subestimarlo y menospreciarlo.
Fidel Castro Ruz es un caso clínico.

 
At 10:27 p. m., Anonymous Anónimo said...

Aunque sólo fue una mujer ligera, con mas vanidad y hormonas que cabeza, la señora da pena, entre otras cosas. Lo que necesita es psicoterapia intensiva, y bastante. Ella se ha inventado un mundo iluso casi por completo, lo cual puede ser comprensible como autodefensa, pero la pobre está bien malita. Vive enfrascada en una piadosa ficción, pues eso le evita pensar en cortarse las venas.

Posiblemente hasta se crea las barbaridades que dice, como que Fidel "nunca engañó a nadie." Y eso de que el megalómano antepuso su proyecto a su persona es para reirse a carcajadas. Está muy claro que ella no puede aceptar lo obvio: que su admirado Fidel jamás quiso a nadie, ni siquiera a su madre, mucho menos a una de sus concubinas desechables, meras fichas de turno, como lo fue ella en su momento.

 
At 2:08 a. m., Anonymous Anónimo said...

Pedro:
Definitivamente coincidimos. Siempre he dicho que todo lo que conocemos del señor de marras es consecuencia de su niñez traumatizada (recordar que fue bautizado a los 8 años dado su origen "non sancto"), el artículo sobre el sacerdote jesuita aparecido tanto aquí como en Cubaencuentro es harto elocuente. Por así decirlo ese artículo fue el que me abrió los ojos, era la pieza que me faltaba del rompecabezas. Es un caso clínico y cínico, no me queda la menor duda. Un abrazo y los mejores deseos en este 2009.

chicho el cojo

 
At 12:48 a. m., Blogger PPAC said...

Chicho, el minúsvalido

Le deseo a usted también éxitos y que el próximo año sea próspero y lleno de dichas de todo tipo
Un caluroso abrazo de
Pedro P. Arencibia Cardoso
( su mente gemela en cuanto al Fifo jejeje )

 
At 6:38 a. m., Anonymous Anónimo said...

Cubano 100% dijo:

Hay poca gente que desde el silencio ensenhen tanto..el ex marido de La Revuelta es uno de ellos, no cabe duda que era o es un tipo genial renucio a una patria potestad que le podia costar el paredon y se puso a unas cuantas millas de la madre de su hija......a la que al final recupero (su Hija) Imposible ganar una discusion o pelea con las mujeres a no ser que ellas quieran perder y lo peor es que no olvidan.. y eso de lo que nos acusan de volvernos locos por ellas y dejar todo atras parece ser que no es una caracteristica privativa del Hombre...

Cubano 100%

 
At 4:59 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me parece, que la vida da lo que tenga que dar, pues los cambios de la vida la da la experiencia, por Fidel, sin ser partidario de dictadura ah hecho cambios necesarios, que atraves del tiempo le han servido de inspiracion a otros paises que estan mas jodidos que la propia cuba,por otro lado para entender los sentimientos de una mujer revolucionaria, debe de ser del mismo clan, alardear de que uno es mas chingon ridiculizando... cuando lo que has vivido es tinta y papel y algunos pasajes de niñez en la isla, no implica que te la sabes de todas todas, todos buscamos en la vida ser reconocido fulano de tal es esto, fulanito de tal dejo de ser esto, somos victimas o villanos pero nunca buenos. y señora usted fue hermosisima en su tiempo, como no puede caer a sus pies cuando un especimen de mujer integra, belleza y mente revolucionaria (algo raro encontrar)añadiendole tambien huevos porque no cualquier mujer lo ha hecho y a vivido para contarlo.
sin ser partidario de usted tenga una buena vida y que la lucha siempre siga en pie.

zapatista de corazon..

 
At 10:52 p. m., Anonymous Anónimo said...

OBVIAMENTE QUE NO CUALQUIERA PUEDE ENTENDER A UNA MUJER CON LAS CARACTERÍSTICAS DE ESTA SEÑORA YA QUE EN LAS PACATAS MENTES PEQUEÑO-BURGUESAS NO CABE LA TRANSGRESIÓN,ANIMARSE A LLEVAR A LA ACCIÓN EN CUERPO Y ALMA LO QUE UNO SIENTE, LA ADMIRO SEÑORA Y SIENTO UN POCO DE ENVIDIA POR HABER PODIDO ESTAR CON UN HOMBRE DE LA TALLA DE FIDEL PERO MÁS POR HABER HECHO SU APORTE A LA REVOLUCIÓN DE LA MANERA QUE LO HIZO.

 

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