UNA VERDAD QUE NO ES DE ESTE MUNDO. SEGUNDA PARTE
Por José Vilasuso
¿Qué exclamar entonces cuando censuramos con acrimonia a quien al fin decidió cambiar la casaca? ¿No estaremos emulando al intolerante por antonomasia? ¿Es que acaso cabe un mejor servicio al mostrenco que demeritar e insultar a quien se cansó de sus bravuconadas? ¿Es que existe el código para fijar fecha y lugar donde dar el salto con garrocha?¿Para dónde coger?
¡Ay Virgen del Cobre! defiende siempre a tus hijos.
Asimilar el significado y contenido, por ejemplo, del enfrentamiento entre Yoani Sánchez y Mariela Castro, seria un excelente catalizador de esta verdad conque intentamos argumentar. El tono autoritario, amenazante que predominó por parte de ésta, repiqueteaba inútilmente en el buen juicio y cordura de aquélla. Un contraste de verdades imperecederas. La sangre joven frente a la gastada reacción. El surgimiento del amanecer frente al ocaso oscurantista. La voz del desconocido frente al nepotismo tradicional. Esa mención al pago proveniente del exterior - no se refería a la cuantía del premio Ortega y Gasset - veladamente imponía la posibilidad de la consabida sanción. ¿No tenía doña Mariela para debatir una idea más original? Ese es el caballo de batalla del ilustre publicista don Ignacio Ramonet. El pago, ¿quién te paga? ¿cuánto te pagan? De esta manera una vez más la hija del general distraía la médula del debate las ideas, apencando en la fuerza. Por si alguien desconoce el ajo picante de este diferendo, aclaro. Todo comenzó cuando en una conferencia pública la señora Castro abogaba por los homosexuales, y Yoani preguntó que si también no se podría abogar por los que sostenían criterios alternos con el gobierno. Era la inquietud caída del árbol maduro.
( Yoani Sánchez )
Ah, pero para varios de los más conspicuos personeros de la avanzada en el orbe capitalista Mariela Castro representa el liberalismo más acendrado, el perfil de la democracia que nos falta. Citarla y quizás en cualquier momento portar un pulóver con su cara inteligente, bonita, y melena desplegada identificaría el sello altruista.
Es por hechos de naturaleza tal que el reconocimiento general de la alta dirigencia publicitaria en una enorme porción del mundo libre va en franco declive. Se estancaron y no se forjan otro destino. Su pérdida de la realidad y atrancamiento en el ayer arrastra la de su estima por los fundamentos piramidales de la propia sociedad. ¿No comprenden que sus puntales ideológicos sobrepasan fecha y lugar? Nadie y nada más los descalifica a la hora decisiva y conteo. De ahí que se pierdan en devaneos y confusiones ante planteamientos no negociables. Su constante cierre de puertas y vuelta de hojas a toda denuncia de censura y otras mil atrocidades que impunemente se perpetúan en Cuba. Las quieren esconder, les restan importancia para dirigir la mirada al discurso altisonante. La vieja cortina de humo. Como si el discurso altisonante fuese más importante que los derechos humanos.
Como no son creyentes no les podemos recordar aquellas palabras de Jesús. El hombre no es para el sábado, pero el sábado es para el hombre. En otras palabras, la ley para el ciudadano. No lo contrario. Menos aun la política, los que mandan deben servir a sus súbditos. Jamás lo opuesto.
Pero Yoani Sánchez es el sustentáculo, una marca que dejará huella. Dedo índice en el periodismo digital. Eco sonoro de los silenciados, respuesta a la censura, verdad que no es de este mundo, pero sigue siendo verdad.
Y vuelta al pasado, bloggera continuadora por antonomasia de la eterna generación portadora de la palabra usada correctamente, cuya fuerza no estriba en otro pedestal que su veracidad. Esa palabra ecuánime no requiere adjetivaciones desmesuradas, sobran. Tampoco se afana en expresar demasiado; lo imprescindible. Tanto dice con unas cuantas cuartillas. Un secreto del buen publicista consiste en dejar al lector con las ganas. Así se abre paso por mutuo propio. Su potencial radica en la médula de sus huesos, el espíritu. Es una especie de lucero brillando en la oscuridad como un cocuyo matancero. Prosa otrora leída en buenos periódicos alrededor de una mesa, limpio el mantel, luego de haber estado bien servida. Ahora se ve traída de la mano a través de los dígitos buenos de un periodismo moderno, que día a día desplaza por derecho propio al cavernario peludo, con barbita, y cuya boina negra le tapa el ojo izquierdo.
No obstante, con la efigie de ese liberal reconocido, a cuyas espaldas se descubre la silueta del Che, los empresarios flamantes del momento persisten en recuperar el campo perdido. Esfuerzo inútil, terreno baldío, dinero no reembolsable.
Pero ¿saben una cosa? No le hacen mella a los periodistas independientes. En prueba de ello quiero ayudarlos un poco. ¿Por qué no le sugieren a Mariela Castro que, con el permiso de su tío Fidel, reconozca la concesión del premio Ortega y Gasset como logro de Cuba. Sería una bonita proposición. Cambio de rumbo. Ahí sí le aseguro que nos dejarían mal parados, de veras.
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