sábado, abril 04, 2009

BELKIS, ELVIS Y JON

BELKIS, ELVIS Y JON

Por Luís Cino


Arroyo Naranjo, La Habana, abril 2 de 2009 (SDP) Gracias a un libro prestado, he pasado un fin de semana de lujo con Belkis, Elvis y Jon. Es decir, Belkis Cuza Malé, Elvis Presley y Jon Burrows, el mejor entertainer (que no uno de tantos impersonators) del Rey del Rock and Roll. No estoy seguro si Elvis y Jon eran la misma persona. Sólo Belkis lo sabe y me temo que no lo dirá ni bajo tortura. Ella tiene experiencia al respecto, y créanme, no la lograron doblegar por Villa Marista.

Casi al final de su libro de 1994 “Elvis: la tumba sin sosiego o La verdadera historia de Jon Burrows”, (¿reportaje, testimonio, relatos de viaje, novela parasicológica, exorcismo nostálgico?), Belkis Cuza Malé nos da la opción de tener una respuesta propia. No afirma ni niega. Para ella, “seguirá siendo –puesto que se ha salvado- el Espíritu de Elvis”.

OK. De cualquier modo, Elvis vive. ¿Quién lo duda?

El libro fue un buen pretexto para el reencuentro con Belkis. Hacía años echaba de menos sus crónicas en el Nuevo Herald y las cartas digitales en La Casa Azul. Admiro su poesía desde los tiempos de Juego de Damas, cuando compartía con otro poeta inmenso, Heberto Padilla, las represalias de una dictadura con ojeriza por los poetas.

Luego de tantos muebles viejos “comprados en el museo de la vida”, Belkis aún puede ser (me lo confirman amigos comunes) la reencarnación de la reina Hatshepsut o la poetisa Juana Borrero, entrevistar al espíritu de Elvis o escribir poesía en Fort Worth, Texas, como mismo lo haría en Guantánamo o La Habana. Es una suerte poder contar con ella.

En agradecimiento por el libro, por la visita a Graceland y por tanta poesía, quiero dedicarle una sesión de música. Especial para ella. De tanto leerla, conozco sus gustos. Primero, los viejos discos de Elvis: Loving you, Suspicious minds, Heartbreak Hotel, Jailhouse rock y por supuesto, Love me tender. También Blue Eyes crying in the rain, de Willie Nelson. Y Everything I own o It don’t matter to me, de David Gate and Bread. Sabemos que ya no se hacen canciones así. ¡Qué pena que haya cambiado tanto el mundo!

Para el final, no puede ser otra canción: Bob Dylan en Forever young. Con toda la intención y los mejores deseos del universo… May you stay forever young… En la isla de los vasos rotos, debe quedar alguno sano para brindar. ¿Sería mucho pedirle bailar esa pieza alguna vez en el patio de su casa en Fort Worth?
luicino2004@yahoo.com