ALCOHOL VERSUS DISIDENCIA
Por Guillermo Fariñas
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Entre las obligaciones de los Equipos Multi Disciplinarios (EMD) de los órganos represivos está el describirles a los oficiales operativos las denominadas “fortalezas” y “debilidades” de los opositores a los cuales reprimen. O sea, se refieren a las actitudes conductuales que puedan ser usadas para neutralizar a los opositores.
Una de los aspectos más seguidos es conocer al detalle los llamados “hábitos tóxicos” de aquellos que se atreven a desafiar el totalitarismo castrista. Es decir, saber si los escrutados fuman, ingieren bebidas alcohólicas, toman café o se drogan.
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La Chirusa, Villa Clara, 10 de septiembre de 2009 (PD) “En este negocio nuestro vale todo”, le gustaba afirmar al hoy cuasi desaparecido general de división del Ministerio del Interior, Germán Barreiro Caramé, cuando en 1980 impartía conferencias a un grupo de pre-cadetes.
Por lo general, la inmensa mayoría de todos aquellos afrontan al totalitarismo son individuos que poseen hábitos tóxicos considerados leves, como fumar o tomar café (sin este último no fueran buenos cubanos). También constituyen una minoría a los que les gusta darse unos tragos. No conozco a ninguno que consuma drogas psicotrópicas.
La ingestión de alcohol disminuye la rapidez en las reacciones de todo ser humano y durante cierto tiempo los desinhibe en su comportamiento. Estos son aspectos científicamente demostrados por estudiosos y que son conocidos por aquellos que ostentan grados científicos y trabajan para la policía política.
No se trata de abolir de golpe y porrazo la costumbre de beber en los disidentes que les gusta hacerlo como modo relajación ante las constantes tensiones. Siempre que se tome cualquier bebida alcohólica y se sea capaz de mantener la cordura, eso no es criticable, claro, sin llegar a ser un dipsómano o una dipsómana de bibliografía.
Solo un detalle es preocupante en estos casos y es que quienes encaran de un modo público y abierto a la fuerza represiva castrista, no son ciudadanos comunes y corrientes. Quiéranlo o no, permanecen constantemente chequeados por los oficiales de la Seguridad del Estado hasta en sus más íntimos pormenores. Debido a eso se hace aconsejable no ingerir bebidas en lugares públicos con regularidad, pues de hacerlo así, pueden ser orquestadas contra ellos provocaciones por parte de los represores. Y lo doloroso de todo esto, es que pudieran incoarle figuras delictivas comunes para de esa manera disminuir el capital y prestigio internacional con que cuente.
Sería innecesario mencionar en este artículo los casos de reconocidos opositores pacíficos que fueron complicados en delitos comunes bajo los efectos del alcohol. Pero estos ejemplos deben dar la medida a quienes luchan con métodos no violentos contra el castrismo que unos inescrupulosos represores siempre están al acecho.
Es mucho mejor tomar algunos tragos de ron, vino o cerveza dentro de las respectivas viviendas, sin temor alguno, que salir a disfrutar a sitios públicos. No se les debe servir en bandeja de plata la libertad de los disidentes a sus represores.
Sería bueno que algunos prestigiosos opositores cívicos dentro de la isla interioricen que la Patria los necesita en la calle y en la ejecución de proyectos para derrocar de forma incruenta al totalitarismo fidelista. Estos acreditados oponentes deben recordar las palabras del fallecido Gustavo Arcos Bergnes: “La ingestión de alcohol es contraria a hacer disidencia”.
cocofari62@yahoo.es
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