sábado, septiembre 12, 2009

SALVADOR ALLENDE, SU NO ACLARADA MUERTE

Nota del Blogguista

En ese tiempo hubo el rumor de que un barco cubano que llevaba armas para las milicias chilenas zarpó rápidamente de puerto chileno cuando el golpe militar se llevó a cabo.

Posteriormente Alejandro Ronda, hoy retirado general de Tropas Especiales del MININT que atiende la Seguridad en Internet por parte de la tiranía Castrista, introdujo armamentos para los combatientes chilenos que se enfrentaron al régimen del general Augusto Pinochet.
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ALLENDE


Por Luis Cino

Arroyo Naranjo, La Habana, septiembre 10 de 2009 (PD) Fidel Castro demoró 35 años en aceptar la posibilidad de que Salvador Allende se suicidara en el Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973. La versión oficial cubana insistía en que el presidente chileno había sido muerto por el fuego enemigo mientras que empuñando el fusil que le regaló el Comandante, resistía el asalto de los golpistas.

“No hay contradicción alguna entre ambas formas de cumplir con el deber”, escribió el Comandante en junio de 2008 en una Reflexión dedicada al centenario del nacimiento de Allende. Allende peleó hasta el final para impedir que le arrebataran la banda presidencial. Algo bastante inusual en los golpes militares en Latinoamérica.

No obstante, hay una insistente versión de que Allende, durante el cerco de La Moneda, fue ultimado de un rafagazo por el cubano Patricio de La Guardia. Dicen que tenía órdenes de La Habana de impedir que cayera prisionero. Tal vez nunca se sepa la verdad. De cualquier modo, es poco probable que Allende se hubiera rendido. Terco como era, rendirse no era su estilo.
Luego de participar en 4 elecciones consecutivas desde 1952, Allende triunfó en los comicios del 4 de septiembre de 1970 como candidato de la Unidad Popular, una coalición de comunistas, socialistas y radicales de izquierda. Cuando asumió la presidencia el 3 de noviembre de 1970, Chile pasó de la revolución demócrata cristiana de Eduardo Frei a un gobierno cuyo objetivo declarado era implantar el socialismo.

La dramática presidencia de Allende discurrió bajo el dilema de si era el presidente de todos los chilenos o sólo de un sector de la Unidad Popular. Marxista alejado de los métodos leninistas, sus políticas fueron rebasadas por los elementos de la extrema izquierda que exigían una mayor radicalidad. La derecha, apoyada por Washington y las dictaduras militares de la región, le declaró una guerra sin cuartel.

Todos conspiraban contra Allende. En las barriadas obreras y en las mansiones del barrio alto. En la embajada norteamericana y en la cubana. Lo mismo los pistoleros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria que los chicos bien de Patria y Libertad, “los gangsters de la sedición”, que decía el cantautor Víctor Jara.

A Fidel Castro nunca le convenció ni le agradó que la Sierra Maestra chilena fuera la elección de un presidente marxista dentro de las reglas de juego de la democracia representativa. Desde los comienzos del gobierno de la Unidad Popular, quiso influir para que las cosas se hicieran a su manera. La ayuda cubana le haría más daño que bien a Salvador Allende.

Fidel Castro visitó Chile a fines de 1971. Permaneció más de 20 días en el país austral y lo recorrió de punta a punta. Pronunció discursos incendiarios y opinó profusa e imprudentemente acerca de todo. Mientras trataba de convencer a los jefes militares de que el socialismo no era antagónico con los institutos armados, aconsejaba a Allende la formación de milicias obreras. La visita, que pareció interminable, fue el catalizador de la crisis.

El presidente Allende recibió la última carta de Fidel Castro, fechada el 29 de julio de 1973 (42 días antes del golpe militar), de manos de Carlos Rafael Rodríguez y Manuel Piñeiro (Barbarroja), que viajaron a Santiago con el pretexto de la reunión del Movimiento de Países No Alineados. Su objetivo real era reiterar a Allende el apoyo cubano en la guerra civil que parecía inminente y que el Comandante en Jefe de la revolución latinoamericana ansiaba por sobre todas las cosas y hay indicios que preparaba en el mayor sigilo. “Hazles saber a Carlos y a Manuel en qué podemos cooperar tus leales amigos cubanos”, escribió Fidel Castro.

Allende no pudo o no quiso formar las milicias proletarias como aconsejaba Fidel Castro para “mantener la adhesión de los vacilantes, imponer condiciones y decidir el destino de Chile”. Tuvo que escoger entre dos cruentas opciones: la guerra civil o el golpe militar. Enfrentó lo último en compañía de un puñado de colaboradores y varios cubanos de las tropas elite del MININT. Cuando los carabineros hallaron el cadáver del presidente en un salón del Palacio de La Moneda, el fusil ametrallador que le regaló Fidel Castro estaba a sus pies.
luicino2004@yahoo.com