sábado, octubre 24, 2009

CUBA: CONQUISTAR ESPACIOS

CONQUISTAR ESPACIOS




Por Jorge Olivera Castillo

Habana Vieja, La Habana, 22 de octubre de 2009, (PD) Ya no es una ilusión, un borrador, algo que espera por articularse. El Club de Escritores de Cuba (CEC), es una nave llena de esperanzas y buenos propósitos, con la proa en dirección al futuro y con la certeza de consolidar una idea que surge a partir de la necesidad de crear un espacio, sin las sombras del estado.

Sus miembros asumen el compromiso de hacer valer la verdadera libertad de creación. Esto solo es posible fuera de esos mundos dominados por comisarios y censores que el poder ha colocado en todas las instituciones culturales con el fin de controlar y manipular un sector, regularmente problemático y proclive a reproducir esquemas ajenos a las unanimidades y otros vicios totalitarios.

Hoy las políticas de coacción para domesticar a los creadores incómodos, no son tan visibles como antaño. Ahora el poder recurre, cada vez más, al uso de la zanahoria. Premios, viajes al extranjero, regalos, derecho a publicación, entran dentro de un juego en que el escritor termina cediendo. Resistirse a estas transacciones, es optar por la vía del enfrentamiento a un sistema que se apoya en presupuestos políticos sin nada que ver con la pluralidad, la tolerancia y la real independencia, elementos tan indispensables a la hora de pensar tanto en el arte como en la literatura.

Quiénes han sobrepasado la delgada línea de permisividad o simplemente deciden oponerse frontalmente a las “sugerencias” de los policías disfrazados de escritores e intelectuales, pues terminan en el exilio, en el ostracismo o en la cárcel.

El Club de Escritores surge como un oasis en medio del desierto. Es obvio señalar, que la nomenclatura no puede convivir dentro de un ambiente de distensión y diversidad en el terreno del arte y la literatura.

La ideologización a ultranza, estimulada por la clase política dominante, con sus inamovibles empeños en controlarlo todo, no admite desgajamientos. No importa que aparezcan, desde hace un tiempo a acá, visiones críticas sobre diferentes temáticas, impresas en diversos medios oficiales. Eso es parte de una táctica con el fin de alimentar las tesis de los tontos útiles y las de los cínicos de siempre que coinciden en correr, un poco más allá, los límites de las expectativas en relación a presuntos movimientos aperturistas en el ámbito de las ideas y de la cultura.

Detrás de esas fachadas siguen las mismas intenciones, de una élite de poder, en superponer sus intereses a los de la sociedad en su conjunto.

En la nómina del Club aparecen prolíficos escritores convencidos de la importancia de congregarse alrededor de un proyecto que surge en la periferia de una revolución que pudrió la honestidad y el coraje de quiénes han sostenido y sostienen las cuarteadas columnas culturales de la nación, salvo honrosas excepciones.

Algunos de los integrantes del Club han podido publicar parte de su obra en el extranjero como Jorge Olivera. Los poemarios Confesiones Antes del crepúsculo y En cuerpo y alma, así como el cuaderno de relatos Huésped del infierno, son tres de los textos que tuvieron que cruzar el mar para ser publicados en Miami, Praga y Cádiz respectivamente.

Otros de los afortunados, es el ensayista y novelista Orlando Freyre Santana que alcanzó el premio Franz Kafka, y la correspondiente publicación, con su novela La sangre de la libertad. Nada de esto tuvo como escenario La Habana. Los hechos ocurrieron en Praga.

Freyre tiene inéditos dos libros de ensayos, Los escritores y la revolución cubana y Calibán en los tiempos del A.L.B.A. También Olivera tiene inéditos el poemario Cenizas Alumbradas y el libro de cuentos Antes que amanezca y otros relatos.
Víctor Manuel Domínguez, es otro de los creadores que sufre los golpes de la censura. Sus libros de cuentos Canción de los olvidados y Pasaporte para las estrellas, se mantienen a la espera de poder llegar a las imprentas de alguna editorial foránea. Su novela costumbrista Operación caldosa se añade al catálogo de obras proscritas.
Cuentos de La Habana, obra escrita por Juan González Febles, tampoco será admitida en la lista de textos a publicar por las casas editoras cubanas.

Luis Cino y Ramón Díaz Marzo se le suman en ese listado fatal, con sus libros de cuentos Los más dichosos del mundo y La obscura escalera, respectivamente.
Lucas Garve y Miguel Iturria Savón, han podido saltar las barreras de la censura. Iturria ha logrado publicar con una editorial de Sevilla, España, las antologías: José M. Chacón y Calvo: visión de autores españoles y Españoles en la cultura cubana. Tiene inédito el ensayo Los vascos en Cuba. Dime como hablas……., es el título de un libro de Lucas Garve publicado por el sello Carta de Cuba radicado en Miami.

Por su parte el poeta Rogelio Fabio Hurtado ha publicado en Miami, El poeta entre dos tigres y Viñetas para un invisible.
Desde que rompió con las instituciones culturales oficiales, el escritor Luis Felipe Rosabal no ha podido publicar nunca más. Tiene inéditos el libro de cuentos Cuando se vaya la luz, mi negra y los poemarios Para dar de comer al perro de pelea y Caminen en fila india.

Hugo Araña Sanchoyerto, Lázaro Roberto Gutiérrez Castell y Guillermo Fariñas también se cuentan entre los escritores marginados tanto por el contenido de sus obras como por su postura contestataria.

Hay más nombres que incluir en esta breve muestra de cómo el poder actúa con los que no siguen sus pautas.

Sobre esas ruinas es que se crea el Club de Escritores de Cuba. Una entidad que busca reunir el talento y el coraje de personas que prefirieron estar fuera del corral. Bien lejos de la manada de escribanos dispuestos a vender su conciencia y su libertad por miedo o por conveniencias ajenas a la ética y la moral.