RAÚL RIVERO. Cercanía de una mujer lejana: Herta Müller
Tomado de http://www.elnuevoherald.com
Cercanía de una mujer lejana
Por Raúl Castro
Madrid -- La oposición pacífica, los presos políticos, todos los que quieren liberar a Cuba --la silenciosa mayoría de la isla y el exilio que nadie puede callar-- acaban de encontrar una compañera de viaje en esta Europa en la que algunas corrientes y voluntades oscuras pretenden santificar la dictadura con un certificado de buena conducta y pasarle una transfusión en la sala de urgencias.
Hablo de Herta Müller, una señora esbelta y ausente, de ojos claros, que escribe poesía y relata, en una prosa severa con entradas sin aviso de cierto lirismo, las historias que tuvo que vivir bajo un régimen totalitario. Las que vivieron sus amigos, la familia y todas las personas a las que les tocó pasar por la tierra en la Rumanía pobre y fantasmal de Nicolás Ceaucescu.
Ella ganó este año el premio Nobel de literatura, y la evocación de su obra, su presencia en decenas de entrevistas con los medios de prensa más influyentes del mundo occidental, han puesto en primer plano otra vez una realidad que en esta parte del planeta se clausuró hace veinte años.
La Academia sueca dijo que la escritora con la concentración de la poesía y la franqueza de su prosa representa el paisaje de los desposeídos. Y es la existencia diaria de esos sectores de la sociedad la que aparece sin anestesia en las páginas de sus novelas.
( Herta Müller )
Cuando Herta Müller cuenta sus experiencias --como el totalitarismo viene de un mismo molde enfermo--, cualquiera que haya vivido en uno de esos países tiene la impresión de que está frente a un retrato de su sociedad.
``En Rumanía'', le dijo al periodista Carlos A. Aguilera, ``la mayoría de las personas sabían leer y escribir, pero si has sido educado para no pensar, eres un analfabeto de otra manera.''
``Cuando una vida humana ha sido más corta que una dictadura, esa vida ha sido robada por el estado [...] Tuve la suerte de sobrevivir, pero tengo amigos que murieron antes y eso es algo que todavía duele'', afirmó.
La escritora recuerda sus años bajo el gobierno comunista y asegura que ``la frontera era un imán, y todo el mundo ansiaba estar fuera, fuera, fuera. Vivir en Rumanía desde por la mañana hasta por la noche sólo se soportaba con la idea de que no era para siempre, sino algo provisional, de lo alguna vez saldríamos.''
En ese sistema, explica Herta Müller, la industria era un depósito de chatarra y la agricultura estaba destruida. Para el estado ``la única labor productiva que merecía la pena era la fabricación del miedo y, al final, sólo se tenía un montón miedo.''
Hace poco, durante la celebración de la Feria del Libro de Francfort, mencionó directamente los gobiernos de China, Cuba e Irán. Espero, dijo, que el premio Nobel me permita ofrecerle un amparo a todas las víctimas de las dictaduras.
Herta Müller vive --a veinte años de la caída del muro de Berlín-- empeñada en que los seres humanos no olviden la tragedia del comunismo. Ese empeño la acerca a los cubanos. Es una mujer solvente y herida que cuando habla de los sufrimientos de su vida, habla de muchas vidas.
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