lunes, diciembre 28, 2009

CUBA: Raúl castra

Raúl castra




Por Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Quisiera dejar congelados todos los comentarios leídos o por leer, de aquí y de allá, sobre ese informe que rueda de mano en mano entre congresistas norteamericanos -demócratas y republicanos- sobre el levantamiento del embargo a Cuba como posible herramienta de cambio. Tampoco me gustaría ver avivar con igual finalidad, viejas pasiones que sólo recrudecen lo que los zares verde olivo llaman “bloqueo”.

Pero, como los ademanes de apertura política y económica en manos de los gobernantes cubanos son trazos desalineados y sin crédito alguno, a mi juicio, cualquier concesión bien intencionada para promover la transición, sólo terminará proveyendo el oxígeno que necesita el régimen para mantener el curso de su aberrada política.

Después de lo acontecido los días 9 y 10 de diciembre en Cuba, ¿cómo justificarán sus ideas aquellos que apuestan por levantar el embargo con el argumento de que un incremento de los viajes, un mayor flujo de divisas o la promoción de los intercambios comerciales, culturales y científicos, desatarían los amarres ideológicos que ahogan a nuestra sociedad?

Espero que se haya leído o escuchado masivamente el discurso pronunciado el 20 de diciembre ante la séptima legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular por presidente cubano Raúl Castro. Existe la posibilidad de un mínimo de tembleque entre los diputados presentes, cuando el consejero autócrata exhortó a la desintoxicación racial y de género en los cuadros del Partido, el combate a la inoperancia de algunos administrativos y aniquilar el manejo inadecuado de las inversiones y la entrega de tierras en usufructo. Nada que nos pueda sorprender.

Ahora, en cuanto al derecho ciudadano en toda su dimensión, para quienes disienten de la política oficial, Raúl Castró dijo, y cito: “Aconsejo a unos y otros que cesen las provocaciones de todo tipo”.

Mire usted que las escuelas, los centros laborales, las calles, el Paseo del Prado capitalino y sus leones de bronce fundido, de la noche a la mañana “son de Fidel y Raúl”. Y si gráficamente no lo vemos aun anunciado en una tarja o en un cartel que lo declare, no importa, es el sentir de los porristas castrados por el trompeta y queda demostrado en su toque a degüello frente al creciente ejército de pacifistas.

Razones tengo para abstenerme de apoyar el levantamiento del embargo a Cuba. Cuando el período presidencial de George Bush, hombre reacio en la política hacia Cuba, el gobierno cubano no orquestó una embestida de tanta envergadura contra el movimiento pacifista Damas de Blanco como lo hace ahora con Obama al frente del gobierno norteamericano.

¿Alguien duda que históricamente Fidel Castro se ha envalentonado con los presidentes norteamericanos demócratas, mientras que a los republicanos les ha ofrecido ambas mejillas?

Raúl Castro parece ahora dispuesto a castrar violentamente todo intento de subversión interna al estilo de su hermano predecesor. No quiero decir que con un presidente enemigo de línea dura la represión automáticamente disminuya; sino que para costear la represión hace falta el presupuesto para pagar la logística y activar a gendarmes y porristas.

La explicación de esta nueva oleada represiva está en que Obama eliminó las trabas al envío de remesas y obviamente el Estado tiene ahora más divisas. Los órganos de la Seguridad del Estado y el Ejército disponen de más recursos y hay dinero para costear la represión. Para el gobierno, reprimir se hace tarea de primer orden porque otro estadillo social como el del 5 de agosto de 1994 pudiera surgir en cualquier esquina de La Habana, y esta vez le sería más difícil a la dictadura cambiar la situación “de palo pa’ rumba”, es decir; cambiar el grito de “libertad” por el de “viva Fidel”.

Dejemos de buscar un remedio apaciguador y desconectémosles la oxigenación artificial al régimen. A mi juicio, ninguna política que apueste por el cambio embelesaría a los Castro, ellos sólo se “conmueven” con los discurseros de la izquierda latinoamericana y con los créditos de los complacientes inversionistas europeos.

Las “reformas” del régimen ni se escuchan, ni se mueven. Raúl castra a sus diputados desde el plenario y quiere hacer lo mismo con la disidencia interna. De esta última, de cualquier forma, no obtendrá siquiera un voto a favor.

odelinalfonso@yahoo.com