SOBRE ACTOS DE REPUDIO EN CUBA: MANGO MACHO Y LOS COREÓGRAFOS
Por Luis Cino
Periodista independiente.
luicino2004@yahoo.com
Arroyo Naranjo, La Habana, diciembre 17 de 2009 (PD) El primer mitin de repudio del que tuve conocimiento fue en abril de 1980. Lo dirigieron contra una vecina que estudió conmigo en la escuela primaria y con la que luego, en la secundaria, ensayé un noviazgo sin muchas perspectivas y menos consecuencias. Isabel López y Reinaldo, su marido, llegaron a mi puerta golpeados, con la ropa destrozada, el terror reflejado en los ojos. Salieron de la embajada de Perú en La Habana con salvoconducto. Las autoridades les dieron garantías de que no les sucedería nada. Ellos ya no podían soportar más el hambre y la suciedad. La primera zurra se la dieron en Miramar, a pocos cientos de metros de la embajada. La segunda fue en La Víbora; la turba estaba apostada, a la vista impasible de la policía, a pocos metros de su casa.
Por aquellos días, los mítines de repudio contra los que aspiraban a escapar del paraíso revolucionario se convirtieron en una deprimente realidad cotidiana. Duraron, ininterrumpidamente y en toda su vileza, desde abril hasta septiembre, cuando las autoridades cubanas cerraron el puerto de Mariel a las embarcaciones provenientes de la Florida. Millares de personas indefensas fueron víctimas del odio orientado por el gobierno.
Muchos años después, tuve un alumno que de pequeño, en 1980, perdió la visión de un ojo a consecuencia de una pedrada durante un mitin contra su padre, “Tato” Varona, un ex-prisionero político que finalmente no pudo salir por el Mariel.
De nuevo truenan los mítines de repudio. En realidad, nunca se acabaron. Parece que para los dirigentes cubanos, la cantidad de errores y horrores no bastan para demostrarles que son absolutamente contraproducentes.
Los estrategas de la represión mantienen profusamente su apuesta por las coreografías callejeras y la indignación popular de utilería. Sólo que hoy son más los que se niegan a la ignominia y el trabajo de los coreógrafos es más difícil.
Pero aún hay turbas vociferantes, pastoreadas por fornidos agentes con teléfonos móviles, que acuden con disciplina partidaria, a bordo de ómnibus Yutong, prestos a gritar, insultar y golpear si es preciso, cuando y donde se les ordene. En el parque Villalón, 23 y G, Regla, la Habana Vieja o Nuevo Vedado. Contra Damas de Blanco, disidentes, blogueros o periodistas independientes. Para ellos, que ensayan torpemente juegos de hutus y tutsis, todos los que difieren del pensamiento único son lo mismo. Sólo importa la consigna: “La calle es de Fidel”. ¡Qué desperdicio tanta calle de todos para un sólo hombre, que por demás, no camina por ellas!
El comunismo con doblaje a lo cubano es poco original. Tomó préstamos de varios totalitarismos. Sólo aportó, por aquello del color local, un tenue tono tropical, congas y mucha chusmería.
Calcó al dedillo los manuales de la KGB y la Stassi. Convirtió los thanzigs maoístas en mítines de repudio y a los guardias rojos en brigadas de respuesta rápida. De los nazis, copiaron no sólo los blockwarts para crear los Comités de Defensa de la Revolución, también los lemas de las calles con dueño (Hitler y los batallones de las camisas pardas).
A propósito, ¿qué dirá Moratinos, el santo patrón de los compromisos apaciguadores que vive en Madrid?
Por estos días he vuelto a recordar los cuentos de mi abuela Margot sobre Mango Macho y sus porristas en los años 30, durante la tiranía de Gerardo Machado. Aquellas arpías usaban black-jacks, manoplas y sus uñas postizas, duras, largas y afiladas como garras, contra las opositoras. A Mango Macho la vieron el 12 de agosto de 1933 huir despavorida. Temía la arrastraran y la hicieran pedazos. Pero parece que no escarmentó con el susto. Dicen que la han vuelto a ver, zafia y amenazante, al frente de una pandilla de clones, al servicio de otra dictadura. Ojala no sea cierto. Estos no son buenos tiempos para fantasmas.
luicino2004@yahoo.com
Fotos: Marcelo López
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Tomado de http://enrisco.blogspot.com
Dignas Herederas de Mango Macho
Hace muchos, muchos años, en la época del general –presidente- dictador Gerardo Machado (tan celoso en hacer cumplir su lema de “agua, caminos y escuelas” como en no permitir muestras de disensión) se creó la llamada “porra”, una fuerza parapolicial destinada a reprimir la creciente oposición contra su gobierno. No les iba mal en su tarea de golpear e intimidar a sus opositores hasta que tuvieron que afrontar un nuevo reto: manifestaciones opositoras exclusivamente compuestas por mujeres. La dictadura machadista con ese curioso sentido de la caballerosidad y la cortesía de que se precian muchas dictaduras decidió que se vería mal lanzar a sus represores sobre las manifestantes y decidió entonces crear la llamada “porra femenina”. Reclutaron en los burdeles mujeres lo suficientemente desenvueltas e inescrupulosas como para aplastar a las manifestantes que se atrevieran a desafiar al régimen. Y así ocurrió. Capitaneadas por una fornida matrona conocida como Mango Macho se dieron gusto golpeando a las primeras manifestantes que se toparon. Pese al éxito de la primera experiencia no duró mucho esta fuerza defensora del orden. Decididos a vengar a sus compañeras un grupo de estudiantes varones un día se disfrazaron de mujeres y salieron en manifestación. Al ser interceptados por Mango Macho y sus seguidoras les propinaron una paliza tal que enfrió para siempre el ardor represivo de estas y puso fin al experimento.
No tengo imágenes relativas a aquellos eventos que ofrecerles pero en cambio les pongo una foto tomada hoy mismo en La Habana. Los personajes son distintos: esta vez se trata de mujeres policías reprimiendo a las llamadas Damas de Blanco que exigían la libertad de sus familiares en prisión hace 5 años al general –presidente- dictador Raúl Castro (quien tras liberar la venta de celulares se siente como Carlos Manuel de Céspedes liberando a sus esclavos). El espíritu de estas mujeres policías parece en cambio ser el mismo que el que animaba a Mango Macho y a sus secuaces. Y a los que las dirigen parece animarlos el mismo prurito de cortesía machista: les resulta inapropiado enviar contra las protestantes a policías hombres y por tanto dispone que sean mujeres las que se encarguen de arrastrarlas. La isla parece atrapada por los mismos demonios que hace 80 años, poco importa que estos ahora aparezcan en formato digital.
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