sábado, febrero 20, 2010

CUBA: SALIR DE NOCHE

SALIR DE NOCHE




Por Oscar Mario González
Justify FullPeriodista independiente.
osmagon@yahoo.com

Playa, La Habana, febrero 18 de 2010, (PD) Salir de la casa en horas de la noche se ha convertido en uno de los actos de mayor riesgo y peligrosidad en la Cuba de hoy. Sobre todo en la capital del país, donde todos tratan de estar recogidos en la casa cuando el cañonazo de las nueve anuncia la plenitud de la noche. Y no es para menos si se toman en cuenta los innumerables hechos delictivos que ocurren a diario y en mayor cuantía durante aquellas horas en que la lechuza sale a cazar.

Los medios de comunicación, por supuesto, no dicen nada al respecto. Según táctica justificativa propia del totalitarismo en lo concerniente a las comunicaciones, los sucesos delictivos son considerados secretos estatales cuya divulgación beneficia únicamente al enemigo en sus intentos de denigrar a la revolución y poner en duda las bondades del paraíso totalitario. También se suele argumentar que la divulgación de la delincuencia sirve para promocionarla o que el papel y la tinta no deben emplearse en cosas banales.

Pero por más que se empeña el gobierno en ocultar los hechos delictivos, éstos emergen a través del comentario espontáneo que va de boca en boca con increíble rapidez, pero con la desventaja propia del rumor, que siempre altera y tergiversa los hechos.

La ciudad de La Habana, cuya vida nocturna tenía su apogeo al filo de la medianoche y se prolongaba hasta la madrugada, aquel paraíso de trasnochadores que en días de parranda esperaban la salida del sol en un club nocturno de la Playa de Marianao, es hoy una ciudad desierta pasada las nueve de la noche. Muy pocos pobladores se aventuran a salir de noche y cuando lo hacen es por necesidad.

El gobierno alega que ello es propio de una población entregada al trabajo y al esfuerzo, a pesar de que hoy día se trabaja menos y se gana menos que nunca antes en nuestra historia.

Esto, lógicamente, no es válido para la muchachada ardiente en deseos y necesitada de quemar un poco de la abundante energía propia de la edad. Ellos, contraviniendo regaños y advertencias de los padres, desafían los oscuros vericuetos de la urbe y van en busca del placer y la distracción aunque no ajenos al riesgo que tal decisión entraña.

Aquellos cuya edad sobrepasa los 30 años de vida, permanecen en la casa y cierran filas con la familia. Tal práctica se inició, en grande, desde los inicios del inacabable periodo especial allá por los años noventa del siglo pasado. Entonces proliferaban los asaltos a ciclistas para arrebatarles la bicicleta china recién adquirida en el centro de trabajo.

Acto seguido, se pusieron de moda los arrebatos de cadenas por gente especializada en despojar al traseunte de tal prenda en un abrir y cerrar de ojos, con peligro de dañarle el cuello a la víctima; también el despojo con violencia física de una prenda de vestir o de un par de zapatos.

Actualmente, a cualquier hora del día, pero sobre todo por la noche, el ciudadano ha de ser precavido con todo lo que lleve consigo.

En nuestra capital, a diferencia de otras grandes ciudades del continente, no existe el peligro de un tiroteo en plena calle entre pandillas mafiosas rivales. Pero tales fenómenos son hechos puntuales que no caracterizan la vida urbana en su conjunto. En la Habana, sin embargo, el asalto al individuo amparado en la oscuridad de la noche, la violación sexual, el arrebato de cadenas y otros, son actos cotidianos en cualquier barrio capitalino, aunque en algunos sitios resulten más frecuentes. Esto es muy lamentable porque a diferencia de otras urbes, nuestra Habana siempre fue muy segura.

La tan pregonada “tranquilidad ciudadana”, ampliamente promovida por el régimen cubano, no deja de ser, como tantos otros productos de la propaganda, una consigna que nada tiene que ver con la realidad.

osmariogon@yahoo.com