BARACUTEY CUBANO

Juego de muerte

Por Miguel Cossio


Una vez alineadas las piezas y realizados los primeros movimientos sobre el tablero de esta nueva partida del cincuentenario match nacional, el desafío de la oposición, el exilio y la comunidad internacional se centra en qué hacer para crear opciones de mate a los reyes del castrismo. La pregunta es cómo avanzar sin tener que contemplar impasible el sacrificio último de compatriotas.

Danton, en la Revolución Francesa, pedía ``audacia, audacia, audacia''. Lenin, siempre sinuoso, hablaba erróneamente de ``un paso adelante y dos atrás'', como al final se demostró.

Miembros de la oposición han decidido la trágica variante del sacrificio por la vía de las huelgas de hambre. Los Castro han sido claros. No van a dejar ni una sola casilla vacía. Un solo espacio para negociar o transigir al respecto. Ni permitir que las Damas de Blanco continúen las caminatas por las calles de Cuba, exigiendo libertad para sus familiares presos, sin que se les quiebre huesos, se les arranque pelos, se les pisotee o grite ``negra de mierda'', como ocurrió con Reina Luisa Tamayo.

Raúl Castro confirmó que tanto él como su hermano están jugando a gastar el tiempo del reloj biológico que les queda. A lo sumo, dicen estar dispuestos a cambiar sus cinco peones espías por piezas mayores (los presos políticos), de incomparable valor y naturaleza política y humana.

De manera que una partida encaminada a tablas les favorece. Tablas, para los Castro, significa dejar morir a Guillermo Fariñas y pagar por ello un alto precio en imagen a nivel internacional. Dientes para fuera, califican la situación (las huelgas, las condenas, la cobertura mediática) como una simple escaramuza que no les quita el sueño.

En el fondo están apostando a la fatiga de la oposición, de los medios y de la opinión pública internacional. Han aguantado muchos chaparrones y tienen muchas partidas a cuestas para creer que van a salir de ésta como una más. Olvidan, como decía Lenin, a quien ni siquiera citan ya, que una chispa puede encender toda la pradera.

La cuestión es cómo golpear a la dictadura en su punto más débil. Se necesita una jugada inesperada que consiga mover a esa masa inerte en Cuba, que rechaza al sistema pero que vive de él y en él.

Félix Bonne Carcasés, el probable próximo huelguista de hambre, asegura que lo que va a acabar con el régimen totalitario es la enorme ineficiencia y corrupción del sistema. ``Ni Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni los disidentes vamos a acabar con este comunismo tropical'', dice. Ojalá se equivoque el profesor.

Lo cierto es que si no hay un movimiento nuevo, que saque a los Castro de su posición y los obligue a cambiar la estrategia, pueden perderse vidas valiosísimas, sin hablar del momento. A esto apuesta el castrismo, que ya definió su juego. La opinión pública internacional, la ONU, la OEA son demasiado frágiles y cambiantes. Y un evento puede distraer la atención de lo que ocurre en Cuba.

Los cubanos de la isla y los del exterior, que somos carne y espíritu de lo mismo, tenemos que aprovechar esta hora y pensar en nuevas acciones estratégicas. Llegar al ciudadano común es un reto. Este es el momento de la conjunción de todas las voluntades a favor del cambio; la hora de dar dos pasos adelante. El instante del exilio, para que se organice de verdad y movilice todo su talento y capital en apoyo a la oposición.

Guillermo Fariñas, hoy en su día 44 de huelga de hambre, ha rechazado la oferta española de un avión ambulancia que lo saque de Cuba para salvarle la vida. Su argumento, cargado de humor: ``Sería una lástima que (el gobierno de Zapatero) gaste gasolina en esto''.

El juego se encuentra en un punto de inflexión. Sería descorazonador perder esta partida. Ignorar el sacrificio de los de allá.