sábado, agosto 21, 2010

CUBA: CUATRO AÑOS SIN POLÍTICA EXTERIOR

CUATRO AÑOS SIN POLÍTICA EXTERIOR




Por Julio Antonio Aleaga Pesant

Periodista independiente.
aleagapesant@yahoo.es



El Vedado, La Habana, 19 de agosto de 2010, (PD) Pasaron cuatro años desde aquella noche en que Carlos Valenciaga con voz nerviosa leyó el comunicado por el cual F. Castro nombraba al sucesor y a su cuadro acompañante. De allá a acá poco cambió en la política exterior cubana, basada en tres factores: la conflictividad con los Estados Unidos, el uso del “poder blando” con América Latina, África, Asia y Oceanía y el congelamiento de la política con Europa.

Quizás el cambio más importante ocurrió con la democión de los tres artífices más importantes de la política exterior hasta la convalecencia de F. Castro. Carlos Lage, Fernando Remirez y Felipe Pérez fueron mutados por burócratas menos conocidos y “más cercanos” a R. Castro. Los removidos, saltando etapas bajo el manto protector del convaleciente, lograron convertirse en los ejecutores de los diseños del Máximo Líder. Su destitución por razones obvias dejó a oscuras a los interlocutores internacionales. Pero también a él, por ser sus poleas de conexión con el mundo exterior en una chacumbeliana relación de entrada y salida.

En su relación con los Estados Unidos, más por el consenso burocrático que por las llamadas intromisiones de F. Castro, el actual gobierno militar quedó más en el juego de palabras que en la aplicación de políticas que permitieran un acercamiento concreto al gobierno norteamericano, aunque el Presidente Barack Obama (desde enero, 2009) trate de viabilizar políticas flexibles con relación a la monarquía, al prometer un diálogo “sin condiciones con los enemigos de los Estados Unidos” y querer pasar la página con el caso Cuba.

Atrás quedaron las afirmaciones de “vamos a hablar de todo” que hiciera R. Castro en la Cumbre del ALBA, rectificadas más tarde por él mismo al condicionarlas. Mientras, el ejecutivo norteamericano gradualmente llevaba las relaciones al nivel previo al mandato de su predecesor G. W. Bush. La permisibilidad de viajar a la isla de los cubano-americanos y el envío de remesas, la autorización a que las empresas de comunicaciones pudieran establecer contratos con el gobierno militar y ahora la liberalización de viajes a académicos y periodistas entre otros, reciben como repuesta el silencio de las autoridades o la negativa a actuar en la isla de las empresas de comunicaciones.

En la V Cumbre de las Américas, celebrada en Puerto España en abril de 2009, el Presidente Obama dijo estar preparado para que su administración junto con el gobierno cubano se involucraran en una gama de asuntos, en los que incluyó derechos humanos, libertad de expresión, reformas democráticas, drogas y asuntos económicos. Sus palabras cayeron al vacío. El gobierno cubano no dio un paso institucional que pudiera justificar la intención de la contraparte al acercamiento. Todo lo contrario. Con el estandarte de los cinco espías presos en los Estados Unidos, levanta campañas de desinformación y ataque al vecino.

Un caso parecido ocurre en sus relaciones con la Unión Europea. En los cuatros años de gobierno interino primero y luego formal, las relaciones con Bruselas avanzaron menos de lo esperado, aunque un caballo de Troya llamado España hiciera la quinta columna contra los defensores de los Derechos Humanos y el Imperio de la Ley entre los 27.

No obstante, ante el impulso norteamericano, la UE levantó en junio de 2009 las pocas restricciones aplicadas durante la Primavera Negra de 2003 a la cooperación con la isla y un par de dignatarios de esa comunidad visitaron el Palacio de la Revolución mientras otros funcionarios de menor nivel hacían mutis por las fuerzas prodemocráticas atascadas entre la represión policial y la ausencia de recursos para revertir la realidad nacional.

La presión interna definida en la heroica muerte por huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo el 23 de febrero de 2010 y la resistencia de las Damas de Blanco a la violencia policial pusieron en entredicho la legitimidad del régimen en el escenario internacional y la potencialidad del Estado para cumplir el contrato social y mantener la gobernabilidad.

Ante la repulsa internacional por los dos hechos trascendentales, el gobierno permitió las marchas de las Damas de Blanco, solo en La Habana, y decidió liberar/desterrar a los restantes condenados de la Primavera Negra, que aun se mantenían en prisión. Utilizó para hacer pública esta decisión al Cardenal de La Habana y al Canciller español. Sin duda una decisión tomada ante la respuesta de los presos políticos que no aceptaron ser cambiados por los espías presos en los Estados Unidos.

Según afirmó recientemente el diario austriaco Der Estándar: “La crisis económica ha puesto a Cuba en jaque. El Gobierno tiene dificultades para pagar sus créditos. Un acercamiento a la Unión Europea y a Estados Unidos es, amargamente, necesario, para recibir nuevos créditos internacionales y evitar la quiebra del país".

Pero eso es solo parte de la verdad. La monarquía cuenta con apoyos suficientes en las dictaduras mundiales y su posicionamiento en organismos internacionales. La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, es solo un botón de muestra.

Por eso mantiene la estrategia de su poder blando hacia el resto de la comunidad internacional. Ataca a las naciones democráticas en los foros internacionales y apoya a las tiranías como Irán, Zimbabwe o Sudán. Es animador de un club anti israelí. Envía médicos, maestros, entrenadores deportivos y otros profesionales en calidad de semi-esclavitud, en especial a países de América Latina y África, con los que compra el silencio de esas naciones. Cerca de cien mil profesionales, se encuentran en esas condiciones en el exterior.

Cuatro años pasaron desde el cambio de mandos. En ese período, la política exterior del gobierno militar se mantuvo inerte. La tendencia a la modernización y al establecimiento del país en el tablero mundial sigue sin verificarse.

aleagapesant@yahoo.es