jueves, agosto 05, 2010

Sobre los desterrados cubanos en España, sus protestas y las ríspidas respuestas recibidas; Las cárceles españolas

Las cárceles españolas




Luife Galeano


De un tiempo a esta parte se han institucionalizados una serie de precintos carcelarios en la península que, supongo, no obedecen las directrices de Instituciones Penitenciarias. Tal parece que se focalizan alrededor de una serie de orientaciones —llamémoslas así— instrumentadas para reprimir a aquellos que disienten del imperante poder político. Es escalofriante porque el ciudadano no puede discernir de dónde le viene la represión hasta que se la encuentra encima. Tampoco es nada nuevo. En todas las dictaduras y en esos totalitarismos envueltos en visos democráticos, que no sabemos cómo se llaman pero que todos sabemos cuales son, han actuado así de siempre.

Son muchos los que han recibido el mensaje críptico de una protesta proveniente de las altas instancias o la velada advertencia de algún jefe de prensa que presume de haber memorizado tal o más cual cara. Otras veces ha bastado una sutil mirada y, en otras ocasiones, ha sido suficiente la extraña demora en el pago de sustanciosas subvenciones para desengrasar las bisagras de esas puertas invisibles que impiden el acceso a la luz de la verdad.

Es en momentos como esos cuando se pone de manifiesto el calibre y la pasta de la que están hechas las personas. No falla. Se ejerce la sublime presión y salta la marioneta de turno y se inmola representando el papel del esbirro que mueve sus hilos. Entonces, se produce una descomunal conmoción al chirrido de las rejas que intentan oprimirnos y una voz nítida suelta todo el pus del que es capaz de producir un ser humano.

Llevamos algo más de mes y medio escuchando cómo el gobierno socialista se queja sin razón del comportamiento y las actitudes de los presos políticos deportados. Jamás pensaron que tendrían que enfrentarse a unos luchadores que no les iban a tolerar las engañifas y las malas artes conque sojuzgan al propio pueblo español que, sumiso, todavía se deja avasallar por semejante caterva política. Claro que, en su ignorancia, no cayeron en la cuenta que este mismo pueblo mambí los postró de rodillas no hará más de ciento doce años. En aquel entonces hubieron de rendir una isla con doscientos cincuenta mil soldados incapaces de recibir las órdenes de la metrópolis para defenderse. Tal fue el talante de los gobernantes de entonces y así les luce el pelo hoy en día.

Es cierto que ahora gozan del consejo inestimable del dictador antillano que les marca el camino represivo a seguir. Sin embargo, la lucha está en pleno apogeo y los funcionarios maldicen el día en que tuvieron que intervenir para sacarles las castañas del fuego a la cárcel de las antillas. No hay más que ver la prensa y leer los titulares.

La última ha sido la presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado que, en un momento “All Bran”, ha soltado por esa boca lo que, en circunstancias normales, jamás se le escucharía a una persona cuya calidad humana y altura de miras es imprescindible para presidir una institución que presume de unos valores tan preciados y defiende una misión de altos vuelos.

Muy fuerte ha debido ser la precisa que Dña. María Jesús Arsuaga ha recibido para decir sin sonrojarse —así la describe la propia prensa española— que los presos políticos deportados, cito, “se quejan de vicio” y compara el lupanar vallecano a lo que sería “un lujo para muchos españoles”. Yo, que resido en España, le digo a la Sra. Presidente que eso es mentira. El hostal de marras es una pocilga y no se compara con las residencias que se ofrecían a los presos políticos deportados hasta el 2008. Salvo, claro está, que se esté refiriendo al nivel de vida que tendrán los españoles a mediados de 2012 cuando termine la legislatura del presidente Zapatero y podamos comprobar a qué profundidad del abismo nos dejó semejante incompetente.

Pero las mejores perlas vinieron a continuación cuando en un arrebato carpetovetónico y amenazante, perdió los estribos y dijo: “Dejad de quejaros. El tiempo pasa y no os vamos a mantener toda la vida. Así que salid a buscar trabajo si queréis seguir aquí”.

Olvida la Sra. Presidente que el ser humano es libre para hablar —lo contempla la Declaración Universal de los DDHH— y que fue el propio gobierno español el que ofreció casa y trabajo a los presos políticos deportados. Como debe comprender esta señora, lo mínimo que se pide es una vivienda digna y trabajo, el que ustedes prometieron. No sé cómo lo harán porque las cifras del paro no mejoran a pesar de todas las cocinitas que llevan haciendo desde tiempo inmemorial, pero por la boca muere el pez. Si ahora no pueden cumplir, no les echen la culpa a los presos políticos deportados. Tampoco amenace con que no pueden seguir aquí. No olvide que su gobierno aceptó que vinieran a España porque Castro no procedería a sacar a los presos de la cárcel si no aceptaban la condición del destierro.

Moratinos, con canillas temblorosas, cedió y no es justo que, ahora, los presos se tengan que ir. La cosa se pudo haber hecho de otra forma pero la soberbia socialista pensó que podían con todo y su ignorancia hizo el resto.

Desengáñese, los cubanos deportados le han roto el pasodoble. Muy felices se las veían pensando que la Posición Común sería cosa del pasado y que estos luchadores doblarían la testuz. Ahora temen que Madrid se convierta en el núcleo por la lucha de la libertad de Cuba y su presidente salga, una vez más, con el rabo entre las piernas allá por el mes de septiembre.

¡Qué cosas!, ¿verdad Sra. Arsuaga? Usted, que representa a una organización cuya misión —sacado de su página web— es “defender y promover los Derechos Humanos y el desarrollo integral de las personas refugiados, apátridas y migrantes con necesidad de protección internacional y/o riesgo de exclusión social”, ha sacado los pies del tiesto y ha quedado a la altura del betún.

Claro que, poco se puede esperar de una organización “no gubernamental” cuya financiación viene en un 82,7% (cifras auditadas 2008 de unos ingresos totales de 14,292 millones de euros) de las subvenciones del Estado y que la partida más importante de gastos (un 60% del gasto total de 14,385 millones de euros) son los sueldos y salarios y que en ayudas —su verdadera función social— sólo llega al 16,1 % del gasto, es decir, 2,32 millones de euros. ¿De verdad alguien puede pensar que se trata de una ONG?

Por último, decirle que no es el gobierno el que decide el estatus de los que están aquí. Es la Justicia. No quiera convertir a España en otra cárcel para los ciudadanos por real decreto presidencial. Si usted piensa que los presos políticos deportados no son refugiados en necesidad de protección y con el máximo riesgo de exclusión social, es que algo muy enfermo le ronda por la cabeza. Créame.