viernes, septiembre 10, 2010

Artículo irónico de Luis Cino: DIOS AMA A CUBA

DIOS AMA A CUBA



Por Luis Cino

Periodista independiente
luicino2004@yahoo.com


Arroyo Naranjo, La Habana, 9 de septiembre de 2010 (PD) Dicen que Dios se conmovió tanto cuando leyó “Fidel y la religión”, que decidió desde entonces ocuparse personalmente de Cuba.

Al ver que en la isla anunciaban que iban a rectificar errores y tendencias negativas, preparó todo para la visita de Gorbachov a La Habana. Pero no sirvió de nada. Dios comprendió a tiempo que si la revolución no llegó montada en ellos, no era correcto que se retirara, con sus escombros a cuestas, a bordo de los tanques soviéticos, así como si cualquier cosa.Para que los cubanos probaran su capacidad de resistir y su apego a las virtudes teologales, decidió ponerlos a prueba, como a Job, y les envió -hizo por estos días veinte años de su inicio oficial- aquel diluvio de calamidades que bautizaron como “período especial en tiempos de paz”.

Emocionado por la forma en que crecía el número de creyentes tras el anuncio de que el Partido Único daba permiso para creer en cualquier cosa, envió el picadillo de soya y el cerelac como si fuera el maná y se hizo la luz (cada diez o doce horas).

Luego, se llevó en balsas a los más desesperados para que no crearan más problemas e iluminó al Comandante para que reabriera los mercados campesinos y la gente no muriera de hambre.

E hizo más, en su infinita misericordia. Envió a los inversionistas españoles, italianos y canadienses, a un aluvión de turistas lujuriosos –para gran jolgorio de jineteras y pingueros y revuelo de bisneros, chulos y rentadores de habitaciones. Fue entonces que el Señor logró convencer al Máximo Líder de la necesidad de deponer la soberbia y despenalizar el dólar y pedir hasta por señas las remesas de los exilados.

Y como eran muchos los pecados y la pobreza no resultaba tan irradiante como era de esperar por Cintio Vitier, Frei Beto y ciertos doctores del Vaticano, envió nada menos que al mismísimo Papa Juan Pablo II a oficiar misa en las principales plazas del país, incluida (cómo no) la Plaza de la Revolución. Ya de paso, el Sumo Pontífice se llevó varias decenas de presos políticos que sobraban en las cárceles cubanas.

Pero como el mundo no se abría a Cuba y mucho menos Cuba al mundo, entonces el Señor envió a Hugo Chávez con el petróleo de Pdevesa. Y se hizo la luz definitivamente (si es que no había problemas de generación eléctrica en Renté o Tallapiedra).

Y el Todopoderoso envió al niño Elián para que el Comandante lanzara la Batalla de Ideas, creara el programa Mesa Redonda (con Randy Alonso y Reinaldo Taladrid, esos adalides) y luego de muchas marchas combatientes y tribunas abiertas, le ganara otro pulseo a Miami antes de iniciar la campaña por la libertad de los cinco agentes de la Red Avispa.

Y los cubanos se vieron colmados de ollas arroceras, refrigeradores lloviznados y otros cacharros chinos y el Jefe tuvo a bien explicar cómo se ablandan los frijoles.

Cuando enfermó el Comandante, Dios se preocupó tanto que envió un médico español, y para que no se produjera el vacío, bendijo las fuerzas que participarían en la Operación Caguairán y dio claridad al general-presidente-segundo secretario del Partido Único para llamar al debate nacional y la institucionalidad y acometer los cambios estructurales que el país necesitaba. Pero fue tanta la retranca, que para evitar problemas, el Señor dio por bueno, como mismo estaba, el régimen de sucesión.

Como la agricultura iba de mal en peor y las casas se caían a pedazos, en el año 2008 envió tres huracanes de pegueta para que los cubanos pusieran a prueba su capacidad de recuperación y trabajaran más y mejor. El gobierno aprovechó los ciclones para, además de aumentar el precio del combustible, lanzar una ofensiva contra revendedores e intermediarios que poco faltó para que muriéramos de hambre. Pero Él, en su misericordia, envió plátanos y boniatos para que nos alimentáramos.

Pero nada mejoró. Las ilegalidades, la indisciplina social y la corrupción crecieron casi tanto como el marabú. Fue así que el Señor iluminó a los Jefes para que empezaran a mudar de sitio -como trastos que a la larga pueden resultar útiles- o enviar al plan pijama, a burócratas y corruptos. Personalmente se ocupó de quitar del medio a los más incorregibles e incontrolables en el robo. A los empalagados por la miel del poder los barrió como a cucarachas. El marabú lo dejó, porque resultó ser óptimo para hacer carbón para los Bar-BQ europeos.

Pero no creció la economía ni aumentó la productividad. Todo lo contrario. Para colmo, aumentaron los problemas con la disidencia interna. Dios envió al tándem Zapatero-Moratinos, pero como no bastaron, concedió poderes plenipotenciarios al Cardenal Jaime Ortega para que negociara con el gobierno la libertad con destierro de los prisioneros de conciencia de la primavera de 2003.

Por si fuera poco, antes de declararse incapaz de remediar tanto desastre, el Todopoderoso levantó de la cama al Compañero Fidel, re-su-ci-ta-do, con camisa a cuadros o verde olivo (según la ocasión) y nuevos bríos, para que profetizara el negro futuro nuclear que le espera a la humanidad.

Dicen que Dios anda muy deprimido por estos días. Con todo lo que ha hecho por Cuba, no logra entender por qué los cubanos ya no confían en Él y parecen amarlo cada vez menos. Lo peor es que nadie sabe decirle en qué falló.

luicino2004@yahoo.com