BARACUTEY CUBANO

Por Juan González Febles
Periodista independiente
juanchogonzal@gmail.com
23/09/2010


Lawton, La Habana, 23 de setiembre de 2010, (PD) En una ocasión inmerso en un diálogo desigual con un esbirro diplomado y doctorado, este me dijo que si hubiera nacido en los Estados Unidos, quizás estaría vinculado a la lucha por el socialismo por allá. En fin, soy en su criterio un inadaptado incapaz de vivir en paz con ningún orden establecido. Afirmó que soy un ‘rebelde sin causa’ y que gracias a tipos como yo, tipos como él deben defender a la sociedad.

Ante sus títulos y diplomas, me sentí abrumado. Le dije que en realidad, siempre ha habido inadaptados y por supuesto, como contrapartida lógica, siempre hubo esbirros consagrados a defender a la sociedad de la actividad perniciosa de los inadaptados.

En algún momento del pasado, inadaptados-abolicionistas, inconformes con la esclavitud, creaban redes conspirativas para sustraer esclavos y para destruir ese sistema. Estas redes eran combatidas por los esbirros-rancheadores del momento. Hay tanta injusticia en el mundo, que en la actualidad, se reverencia a los inadaptados abolicionistas, mientras nadie recuerda o quiere recordar a los esbirros.

Hubo inadaptados en lucha por el sufragio femenino o por la jornada laboral de ocho horas. Un poco más acá en el tiempo, Vaclav Havel, Lech Walezza y Andrei Zajarov pasarán a la historia como inadaptados al comunismo y más allá de eso, como adalides y héroes de la libertad. Nadie recuerda a los esbirros que enfrentaron. No se sabe si los hubo de uno o de dos apellidos.

La vocación y la condición de esbirro, está fuertemente vinculada a la condición de chivato. Los chivatos y los esbirros son el par ordenado por excelencia o la célula básica de la opresión. No hay esbirro sin chivato. Pero tanto sobre el esbirro como sobre el chivato pesa una maldición: Pasado un tiempo, nadie quiere acordarse de que existieron.

El inadaptado deja una huella entre los suyos a partir de que hace esfuerzos comprendidos o no, para que el mundo sea diferente y mejor a la forma en que lo encontró. Tenga o no éxito, la posteridad agradece mucho a sus inadaptados de todos los tiempos.

He visto que el mundo se escandaliza porque un pastor bautista fundamentalista en La Florida, tuvo la idea de quemar libros de ‘El Corán’ en público. Sin ser partidario de fundamentalismos o de quemar libro alguno, lo que me molesta sinceramente es que no se arme un escándalo superior cuando un grupo de hijos de… Corán o del concepto de revolución, ahorcan a una mujer en una plaza pública, con una grúa y por adúltera o las golpean en las calles por pedir la libertad de los suyos.

Por mi condición de inadaptado y de hijo de esta Isla, no me gusta que se golpee a las mujeres o que se les ahorque en plaza pública o en privado. Muchísimo menos por adúlteras. Pero bueno, ya dije que donde hay inadaptados que se oponen a que se lastime a las mujeres, debe haber (los hay) esbirros que las ahorquen o que las golpeen en las calles o fuera de ellas, orden mediante.

Esto entra en la mecánica mediática que por su complejidad, se me parece un tantito a la mecánica celeste. Pongamos por ejemplo como el gobierno cubano despotrica sobre lo que da en llamar la ‘mafia anexionista de Miami’. Rasgan sus vestiduras en público para denunciar lo que denominan ‘industria anti castrista’. Curiosamente, jamás les he escuchado dirigirse o atacar al ‘hard core’ que dirige realmente las alegadas mafia anexionista-industria anti castrista.

Esto es, que fuera de unos cuantos ataques chancleteros en Granma para consumo local y alguna que otra sobredimensionada ‘revelación-más-de-lo-mismo’ del siempre mediocre Jean Guy Allard, al gobierno cubano no parece interesarle mucho la actividad básica del lobby legislativo cubano-americano en Washington.

Curioso en realidad. Este lobby con sus altas y sus bajas lo mismo promueve apoyos internacionales, organiza un carnaval en Miami, otorga por debajo de la cuerda asignaciones de recursos, descubre dineritos ocultos del régimen, coloca entrevistas o cualquier otra zarandaja en la bandeja del presidente, detiene alguna que otra maniobra como el canje de un espía y definitivamente, organizan y pontifican a nivel mundial el escándalo o el homenaje. En fin, son la nata de la política o como se dice en Cuba: ‘el pollo del arroz con pollo’.

En este caso el gobierno cubano y su (no hay que negarlo) eficiente maquinaria de propaganda y relaciones públicas, se limitan a ataques personales muy puntuales a algunas figuras. Llaman al legislador Lincoln Díaz-Balart ‘el búfalo’ y a la Sra. Ileana Ros Letinehn, ‘la loba’. Los señores legisladores Menéndez, Sires y el hermano menor, Mario Díaz Balart, escapan en términos de sobrenombres y descalificaciones. Ahí termina todo. Como grupo gestor de todas o casi todas las cosas, se van limpios. Que nadie me pregunte por qué. Es un hecho al que habría que buscarle una respuesta que no sea por supuesto, intentar silenciar a quien lo comenta.

Así es el mundo y hay quien culpa a Dios por ello. Quizás sea por ese detalle de que lo han representado como un viejito barbudo e irascible. Los viejitos barbudos van en camino de acumular fama, entre otras cosas, por mandar a golpear mujeres o ahorcarlas. Parece un patrón en Teherán o La Habana. Entonces, como todo viene en el paquete organizado por Dios, aun no sé si es misericordia o castigo eso de que pasado un tiempo, nadie se acuerde del esbirro.

Pero posteridades aparte, en la actualidad, los adaptados, los aprovechados y los esbirros de Irán, hoy necesitados de tecnologías nucleares para modernizar la sharia, piden, a partir de la diferencia de culturas y el respeto al Corán, que se les permita un tiempito más para maltratar y ahorcar mujeres con grúas en plazas públicas y además, que nadie le dé candela al Corán en ninguna parte del ancho mundo.

Los de Cuba, por su parte esperan, que se les conceda más tiempo para que los cubanos vivan sin derechos sus miserables viditas. Esa es la pequeña diferencia de opinión que existe entre los inadaptados de Cuba que aspiran al cambio radical y la transición democrática y sus adaptados chivatos, esbirros y aprovechados que dinerito mediante, lo rechazan. El tiempo dirá la última palabra. Ojala y no sea una mala palabra.