BARACUTEY CUBANO

CON LO FÁCIL QUE ES SALIR DE CUBA


Por Luis Cino

Periodista independiente.
luicino2004@yahoo.com

Arroyo Naranjo, La Habana, 11 de noviembre de 2010 (PD) Me pregunto si realmente vale la pena responder el artículo de Gabriel Belén, “Es tan fácil salir de Cuba como de cualquier otro país del mundo”, aparecido recientemente en rebelión.org.

En definitiva ya desde el primer párrafo, el autor se refiere al argumento de los detractores del gobierno cubano acerca del descontento generalizado con “un régimen insensible y tiránico que encarcela a sus ciudadanos condenándolos a vivir por la fuerza en un modelo económico y social netamente injusto”, cuyo fracaso los empuja a huir a toda costa a donde sea.

¿Qué se puede agregar? ¿Es que acaso no es así?

Al parecer, para Gabriel Belén, las historias de balseros, el criminal hundimiento del remolcador “13 de marzo”, las “aguas repletas de tiburones” y los miles de cubanos muertos y desaparecidos en el estrecho de la Florida son sólo invenciones de los grandes medios de comunicación. Qué raro que no le dio por repetir el estribillo que culpa a la Ley de Ajuste Cubano, como si la culpa de que salten las personas atrapadas en un edificio en llamas fuera de la malla de los bomberos y no del incendio.

No voy a hablar de las incidencias negativas del embargo-bloqueo norteamericano en la vida de los cubanos durante 50 años, de la ineptitud de los gobernantes cubanos en todo lo que no se refiera a la propaganda y la represión, ni acerca de si los que se van de Cuba lo hacen por problemas políticos o puramente económicos o si es una mezcla de las dos cosas. En realidad, estos temas, de tan repetidos, aburren. Los que aún piensan (o simulan pensar) como Gabriel Belén, nunca cambiarán. A ellos les basta con repetir los argumentos y las consignas del régimen cubano. No hay peor ciego que quien no quiere ver.

No obstante, es difícil dejar pasar, de tanto que nos duelen a los cubanos, algunos puntos del comentario de Gabriel Belén.

Primero, ¿qué reglas rigen al socialismo cubano que no sean los caprichos y el voluntarismo dogmático de la dirigencia histórica que Gabriel idolatra y por la que quiebra lanzas?

Dice muy orondo Gabriel Belén que “en la legislación cubana no existe ningún impedimento para salir del país temporal o definitivamente”. ¿Qué importancia tiene lo que diga o deje de decir la legislación cubana o la constitución socialista de 1976 si el propio régimen las viola con entusiasmo cada vez que estima conveniente?

Explica Gabriel que aquellos interesados en salir del país deben tramitar su pasaporte en la Dirección de Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior (MININT) y luego –como si fuera lo más natural del mundo- solicitar un permiso de salida, que las autoridades se arrogan el derecho de conceder o no, a su antojo.

¿Será Gabriel capaz de imaginar cómo se siente uno cuando tiene que pedir en una oficina policial un permiso en forma de tarjeta blanca para salir de su país y peor aún, para regresar a él sin toparse con un sello en la puerta que indique que el Estado se quedó con su casa y con todas sus pertenencias?

Emigrar o fijar residencia temporal en otro país es un derecho consagrado por el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. En Cuba se viola ese derecho, como casi todos los demás derechos de la Declaración, que es considerada casi subversiva por las autoridades.

Si aceptamos la versión oficial acerca de las motivaciones económicas de la mayoría de los cubanos que se van, similares a la de cualquier emigrante del Tercer Mundo, más inexplicable y perversa resulta la forma en que son castigados por el gobierno de su país.

El que sale de Cuba por más de once meses, lleva en el pasaporte la frase “salida definitiva” acuñada por un régimen que se arroga el monopolio de la patria. Para venir de visita a su país tiene que solicitar un humillante permiso en una embajada administrada por segurosos con disfraz de diplomáticos. En el caso de “las salidas ilegales”, tienen que esperar varios años para solicitar el permiso. El régimen no se preocupa por averiguar por qué motivos se fueron. A todos aplica por igual el aberrante concepto de “la salida definitiva”.

Gabriel Belén cita el dato de que en el año 2008, más de 200 000 cubanos realizaron viajes temporales al exterior. Lo que no aclara bien –o justifica con la “tremenda escasez de divisa provocada por el bloqueo”- es que la mayoría fueron funcionarios gubernamentales y cooperantes internacionalistas que salen a recaudar divisa para el régimen o deportistas custodiados como ganado rumbo al matadero para que no “deserten” a la primera oportunidad.

Hay que ser demasiado cínico para hablar de “vacacionar en el extranjero” en un país donde se vive el drama de las familias separadas durante más de medio siglo y donde a las personas el dinero apenas les alcanza para mal comer. No es fácil entender que durante décadas, millares de cubanos hayan arriesgado en el mar sus vidas y las de sus niños sólo porque ambicionan bienes materiales de la sociedad de consumo, tales como el dichoso televisor LCD de 50 pulgadas al que hace alusión el señor Gabriel en su artículo.

Pero Gabriel Belén, con gráficos y todo, nos recuerda que “según cifras del Banco Mundial, sólo el 15% de las personas más ricas del planeta pueden darse el lujo de vacacionar en lejanas y afrodisíacas playas”… Lástima que no estuvo el camarada Gabriel a la vera de Ricardo Alarcón, el presidente de la Asamblea Nacional, en aquella memorable ocasión en que hizo el ridículo con similares argumentos ante los inquietos estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Al menos para ayudarlo a que el papelazo, compartido entre dos, pesara un poco menos.

luicino2004@yahoo.com

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