jueves, noviembre 25, 2010

LIBRO Adrián Leiva. La batalla inconclusa SOBRE EL DISIDENTE CUBANO ADRIÁN LEIVA Y SU CONFUSA MUERTE AL REGRESAR A SU PATRIA RECLAMANDO SU DERECHO

LIBRO SOBRE EL DISIDENTE CUBANO ADRIÁN LEIVA Y SU CONFUSA MUERTE AL REGRESAR A SU PATRIA


ADRIÁN LEIVA. LA BATALLA INCONCLUSA


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¿ QUIÉN FUE ADRIÁN LEIVA?
RECORDANDO SU VIDA, OBSESIÓN Y MUERTE

Archivo de Baracutey Cubano
Nota del Bloguista

Muy buen artículo donde se muestran algunos de los puntos débiles de la versión oficial Castrista. Boca de Jaruco fue un lugar muy frecuente de salidas y entradas clandestina a Cuba en la primera década; de ahí que sea uno de los puntos más vigilados por las Tropas Guardafronteras Castristas. Desde hace muchos años las personas que se van de Cuba en lancha raramente usan esa zona para salir de Cuba salvo que sean personas del lugar que conocen bien todos los movimientos de las TGF o salidas permitidas por la tiranía; o ambas inclusive.
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Tomado de http://cubanet.org/

Confusa muerte de un periodista


Por José Antonio Fornaris

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - “Me lo mataron porque quería regresar a su patria”, dijo entre lagrimas la madre del periodista independiente Adrián Leiva Pérez, que murió ahogado el 24 de marzo, según lo informado por la policía política, aunque el cuerpo le fue entregado a sus familiares trece días después.

Eva Leiva Pérez, hermana del colega fallecido, narró que el lunes cinco de abril se personó en Villa Maristas, cuartel principal del Departamento de Seguridad del Estado, para indagar por el paradero de su hermano, pues desde Miami, familiares y amigos le habían comunicado en varias ocasiones que Adrián había salido para Cuba en una lancha.

“Me presenté allí por la mañana, y sobre las tres de la tarde, luego que dos médicos me tomaron la presión, dije que me iba, porque no estaba allí detenida; que había ido a averiguar por mi hermano. Fue entonces que me dijeron que Adrián estaba en Medicina Legal y que hacía falta que los acompañara a identificar el cadáver”.

“Los agentes dijeron que mi hermano había llegado a las costas de Cuba en una lancha, por la zona de Jaruco, junto a tres hombres que se encuentran detenidos. Que la embarcación los dejó como a una milla de la orilla, que lo rescataron vivo en el agua, pero no pudieron salvarlo porque estaba en muy mal estado, y murió ahogado”.

( Adrian Leiva en el ataúd )

También le dijeron que no habían informado a la familia porque tardaron en establecer su identidad. Que los restos mortales de su hermano serían llevados para la funeraria a las ocho de la mañana del martes 6, y que sólo podría ser velado hasta las cuatro de la tarde de ese día.

El cuerpo llegó a la funeraria de Santa Catalina y Buenos Aires, en la barriada de Santos Suárez, por un presunto error en los documentos confeccionados por Medicina Legal, a las once y veinte. Cuatro horas y cuarenta minutos después, partió el cortejo fúnebre hacia el cementerio.

Durante ese tiempo estuvieron presentes en la funeraria un teniente coronel de la policía política, de completo uniforme, y varios oficiales vestidos de civil. Seguridad del Estado había anunciado oficialmente que estarían presentes durante el velorio.

Adrián Leiva Pérez, de 51 años, formó parte durante varios años del Movimiento Cristiano Liberación, que preside Oswaldo Paya. Luego pasó a integrar la prensa independiente dentro de la isla. En el año 2005 llegó a Estados Unidos con visa de refugiado político.

En mayo de 2008 regresó a Cuba con la intención de establecerse nuevamente en el país. Aquí están su madre, que tiene 81 años, su única hija, su hermana y sus sobrinos. En octubre de ese propio año, fue obligado por las autoridades migratorias y la Seguridad del Estado a regresar a Estados Unidos.

( Asistentes al velorio de Adrian Leiva. Al centro la madre de Adrian (vestida de morado).)

Sus familiares aseguran que en 2009 compró hasta el boleto de avión para regresar de visita a Cuba, pero las autoridades de la isla no le otorgaron el permiso de entrada.

Durante sus varios años de opositor pacífico y periodista independiente, Adrián Leiva Pérez fue interrogado y retenido por la policía política en múltiples ocasiones. Sus datos personales, por las gestiones que hizo para salir del territorio nacional, se encuentran en las oficinas de Emigración y Extranjería. Todos los cubanos poseemos un carné de identidad que entrega el Ministerio del Interior. Su rostro no sufrió ninguna transformación o deformación por la muerte. Es imposible creer que el motivo para no haber avisado de inmediato a los familiares y retener el cadáver durante tantos días, en una especie de secuestro, fuera la imposibilidad de establecer su identidad.

Su sobrino, Denis Leiva, asegura que Adrián tenía hematomas en el pecho, debajo de la región glútea y en ambos costado en la zona de las costillas.

fornarisjo@yahoo.com

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Palabras para oidos humanos:
Carta de despedida de Adrian Leiva
a sus amigos del exilio

(en su primer intento de regresar a Cuba)

«Los desterrados saben que la tristeza que inunda el alma en la tierra,
es el dolor mismo del destierro. Hay almas que no saben nada de esto, porque hay almas-nubes, y almas-montes, y almas-llanuras, y almas-antros.»
José Martí

Palabras para oídos humanos

Adrián Leiva

Creo necesario escribir estás palabras, no para justificar ningún acto de mi vida, sino para compartir mis pensamientos con ustedes.

Algunos de los que recibirán estás líneas me conocen desde la infancia en mi Palatino querido; otros, la dicha de su presencia me llegó más tarde, dentro de Cuba o en mi viajes a los Estados Unidos.

Prefiero titular esta carta “Palabras para oídos humanos”, porque lamentablemente los cubanos un día, sin darnos cuenta, dejamos de razonar con la lógica de los seres humanos y empezamos a “pensar” como dóciles “compañeros”. Ese fue el momento en que nos robotizamos y nuestras mentes tomaron un oscuro y triste camino.

También fue el momento en que dejamos de preguntarnos dónde está nuestro derecho como seres humanos y nos convirtieron en seres casi humanos, sin derechos.

Dejamos de amarnos unos a otros, para vigilarnos y descalificarnos unos a otros. Yo desconfío de ti y tú desconfías de mí.

Así de sencillo, dejamos de preguntarnos porque el cielo es azul, lo irracional se volvió cotidiano. Sólo bastaba que algo viniera del “nivel superior” o que el encantador de multitudes lo dispusiera en un discurso con plaza llena.

Nos impusieron el lenguaje del razonamiento antihumano; el razonamiento del “compañero”. Todos de una manera u otra hemos sido intoxicados en mayor o menor medida por el virus. Unos a favor, otros en contra, pero todos dejándonos de amar y viéndonos como enemigos, y descalificando nuestra condición humana por la mutua desconfianza.

Poco a poco perdimos la razón de las palabras PATRIA, FAMILIA Y NACIÓN.

Amigos míos, cada persona es libre de fijar residencia en el estado que desee. Es válido y respetable ese derecho, pero jamás un pueblo fue tan autodestructivo al descalificar a sus hijos por razones migratorias, como lo ha hecho lastimosamente el pueblo cubano.

Algunos recordarán los gritos de “gusanos” a quienes se marchaban del país. Más tarde, los mítines repudio y los gritos de “escoria”. Fijar residencia en otro país era, y continúa siendo, un delito para el cubano y, peor aún, ejercer el natural derecho de volver a residir en el país de uno es un pecado capital, toda vez que “aceptamos” la denigrante “salida definitiva” que nos impone el fidelismo.

No sé si mi lejana raíz de hebreo (algunos nos generalizan inapropiadamente como judíos: soy de Palatino, no de Judea) me haga sentir el natural derecho de volver a mi tierra y negarme a ser un emigrante, por la simple razón de tener patria. Somos los cubanos el único pueblo que no lucha masivamente por retornar a su tierra, sino más bien añora salir de ella.

Culpar un gobierno de esta realidad es justo, pero también debemos recordar que a todos nos toca una dosis de responsabilidad social. Si la emigración fuera la solución de nuestros problemas, con once millones de visas se acabaría el problema de Cuba, claro, también desaparecería la Nacíon Cubana.

Amigos míos, no permitamos que el derecho a estar en nuestra patria o el de fijar residencia en otro país, sea motivo para descalificar a ningún cubano llamándolo gusano o infiltrado. Continuar pensando así es hacerle un favor a los que nos impusieron la filosofa del odio y la división.

Lo normal sería que todos los cubanos, de manera lógica y masiva reclamáramos nuestros derechos civiles. La mayoría de nosotros alega que viene buscando “tierra de libertad”, sucede que una vez en ella no actúa en consecuencia y se niega a reconocer que la libertad comienza en el alma.

Aceptamos dócilmente pagar un dólar por minuto de llamada telefónica a Cuba, permitimos precios súper abusivos en pasajes, tarifas de remesas y envíos por libra de mercancía a Cuba, nos imponen una “salida definitiva” con burdas excusas y, como si fuera poco, en la llamada tierra de libertad, políticos de origen cubano abogan por leyes que nos permiten viajar a nuestro país sólo cada tres años, actuando de igual modo que el sistema que dicen combatir y sumándose a la violación del artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

¿Cuándo comenzaremos a entender todos los cubanos que lo normal es batallar por nuestros derechos civiles, que somos cubanos porque existe Cuba y que descalificarnos sólo contribuye a que continuemos pensado como compañeros, no a razonar con la lógica de lo que realmente somos: seres humanos?

Cuba comenzará a ser un poco más libre, el día que cada uno de nosotros mentalmente comience a ser también más libre y a buscar la razón y la lógica.

Si por defender el derecho de ser cubano y estar en Cuba, me descalifican mis compatriotas y me acusan de ser en lo que no soy, ni nunca he sido, entonces, con todo dolor, tengo que reconocer que el fidelismo no se ha mantenido sólo por la fuerza, sino por la pobreza de mente y alma de una parte considerable de nuestro pueblo. Que Dios perdone tanta pobreza de razonamiento en algunos cubanos.

Pero, sabiendo que llegaría a oídos humanos, sólo quería robarles unos minutos con la lectura de esta carta, a los que deseen hacerlo, cuando ya no me encuentre entre ustedes y disfrute del privilegio de andar por las calles de mi Habana, destruida sí, pero mi Habana al fin. Si eso es un delito que me juzguen mil veces, pero teniendo patria no me resigno a ser extranjero.
Reconozco que no tengo el valor de ustedes, para soportar tanto dolor en el difícil arte de ser un emigrado.

No me despido, sólo les digo hasta otro día y que Dios permita que las barreras que hoy impiden que los cubanos tengamos una política migratoria normal sean levantadas pronto, para el bien y la unidad familiar de todo nuestro pueblo.

Adrián Leiva Pérez
Ciudadano cubano

Miami, abril 7 de 2009




DISIDENTE CUBANO REGRESA A CUBA Y MUERE.
04.06.2010