martes, febrero 08, 2011

CUBA: Los nuevos ricos llegaron en el 1959

Nota del Bloguista

José Antonio Fornaris hace la observación de lo que dijo Jesús, pero no tiene en cuenta que además de la forma en que se llega a rico, también se debe tener en cuenta como actúa ese rico respecto a las necesidades y urgencia de las otras personas.
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Tomado de http://www.primaveradigital.org

Los nuevos ricos llegaron en el 59

02 de Febrero de 2011

Por José Antonio Fornaris

Managua, La Habana, 3 de febrero de 2011, (PD) En el último número de Palabra Nueva, revista de la Iglesia Católica, a la venta desde el jueves 27 de enero, la milenaria institución muestra preocupación por el rechazo que pudiera existir en Cuba al surgimiento de nuevos ricos.

En un extenso artículo del director del órgano, Orlando Márquez, titulado “Sin miedo a la riqueza” se argumenta a favor de ese estatus porque, según se respira en todo lo escrito, es inevitable. No obstante el autor no está a favor de los ricos y deja clara su posición: “Como católico, no creo que enriquecerse sea glorioso”.

Yo, que también soy católico, creo que ser rico es formidable siempre y cuando esa riqueza, en alguna forma sea buena para tu país. Lo infernal es la oscuridad del origen de la riqueza.

Agrega Márquez: “Yo sí creo que Jesús dijo aquello de que es más fácil ver pasar un camello por el ojo de una aguja que ver entrar un rico en el Reino de los cielos”.

Jesús lo que dijo fue “por la puerta de la aguja”, que era una puerta baja por donde esos cuadrúpedos entraban a la ciudad casi que de rodillas.

De todas formas, Cristo, a pesar de su portentoso cerebro -es bastante evidente que Dios le permitió utilizar su cerebro en mucho más del 10% de su capacidad- no vio, o no quiso ver, que en el futuro sería posible ser rico sin la usura, sin robarle al prójimo y sin hacer mal.

Ahora bien, ¿qué es ser rico en Cuba? Dado el poco poder adquisitivo que tiene la moneda nacional, ¿qué cantidad de ese dinero habría que tener para ser considerado un nuevo rico? La cifra debe ser inmensa.

Entonces el asunto hay que valorarlo desde otro ángulo. Por ejemplo: si yo viviera en una gran casa en el reparto Siboney, con la mayor parte de mi familia, donde no se careciera de nada material, donde ante el menor peligro al status quo pudiera encerrar a mis hijos con sus esposas y mis nietos, aunque dejara fuera a la esposa de mi hijo Alejandro porque él ha contraído nupcias hace poco tiempo, pero la pudiera mandar para otra casa grande que también tendría en el balneario de Varadero, sería, no debe haber dudas al respecto, un hombre rico.

Los nuevos ricos están en Cuba desde enero de 1959, lo que ocurre es que como viven en lugares y barriadas exclusivas no se conoce mucho de las riquezas que poseen. Si surgen otros ricos, pues simplemente buscarán la forma de que el Ministerio del Interior los autorice a ir a residir a las “zonas congeladas” que existen en el país.
“Palabra Nueva” asegura además que “el fin del Estado paternalista hará que algunos se sientan huérfanos y otros liberados”.

¡Dios mío, que padre tan tiránico! En el estudio del esclavismo clásico se acepta la variante paternalista, pero la esclavitud ha sido uno de los peores horrores que ha cometido la humanidad.
Hace unos días en La Habana Vieja me encontré con un colega –no pertenece a la prensa independiente- y me hizo el cuento del tren soviético.

“Cuando los zares, el tren funcionaba más o menos. Lenin trató de que al menos continuara de esa forma y llamó a los camaradas a realizar trabajo voluntario para echarle el carbón a la caldera, pero no resultó. Stalin determinó que había que obligar a la gente a alimentar el tren para que funcionara. Eso tampoco sirvió. Khrushov decidió que lo importante era ocultar que el tren no funcionaba bien. Pero Gorbachov dijo que lo que había que hacer era buscar un tren que funcionara bien.”

En Cuba lo que hay que hacer es lo mismo. En cuanto a la riqueza en manos de hombres y pueblos, más de uno de nuestros pensadores ha opinado, entre ellos José Martí, que habló bastante sobre el tema. Entre esas cosas dijo: “La riqueza no es culpa, ni la elegancia ni el arte de la vida, cuando se los gana con el trabajo lícito”.

A estas alturas de los tiempos no se puede continuar dándole más vueltas al asunto. Para que nuestro tren funcione, hay que cambiar a los gobernantes. A partir de ahí, la patria comenzará a acumular riquezas.

fornarisjo@yaoo.com