BARACUTEY CUBANO

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De escritores, artistas y espías
de Wenceslao Cruz Blanco, el Lunes, 07 de febrero de 2011 a las 20:16

Me decía ayer Pedro Corzo “que raro, el régimen cubano no ha dicho nada sobre la conferencia del espionaje” y hoy, en la mañana, leo en el Herald el artículo titulado “De escritores, artistas y cederistas” la respuesta a la pregunta de Pedro, presidente del Instituto que menciona en su escrito Alejandro Armengol.

Y digo “respuesta” porque, parafraseando al propio autor, si el gobierno cubano empieza a criticar el acto efectuado en Casa Bacardí estaría dándole publicidad a sus propios delitos y actos contra los Estados Unidos de América. Es mejor, como estrategia, retomar un polémico y anterior evento del Instituto, en el que se entregó una placa de reconocimiento a Orlando Bosch, para de alguna forma, apoyándose en la propaganda de los hermanos Castro, intentar dañar la imagen de una organización que intenta dejar documentado todos los desmanes cometidos por esa dictadura y la lucha de hombres valientes contra ella.

El escrito en el Herald, y siguiendo la misma lógica de Armengol, más bien aprovecha y da publicidad al diputado de la Asamblea Nacional Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y que fuera invitado por una Universidad de Nueva York. En realidad debería llamarse publicidad al panfleto de Alejandro; respuesta, la de cubanos como Geandy Pavón.

Barnet, no tuvo reparos en afirmar, durante una visita a Panamá en 2009, que había visitado 47 países y que todo cubano puede hacerlo si no está preso. Algo que, en definitiva, es cierto. No todas las cárceles han de tener barrotes, hay algunas a las que sólo les rodea el mar. Las pocas “personas libres” en Cuba si pueden viajar y servir a ese despótico régimen en sus respectivas áreas.

La dictadura cubana no creo haya pasado por alto la primera de un ciclo de conferencias sobre el espionaje castrista por no criticarla, desmentirla o mencionarla brevemente en el Granma. Más bien se ha dado a la tarea de utilizar a su red de desinformación en el exterior para, como es habitual, hacer creer que existe un exilio recalcitrante y violento amparado en unas instituciones que le dan “cobijo” y así, de forma no tan directa, intentar desprestigiar las revelaciones y datos proporcionados durante sus conferencias.

Lamentablemente Armengol parece no conocer la rectitud, la dignidad ni la decencia que mueven a muchos cubanos en el exilio para expresarse enérgicamente contra cada acto que efectúan en este país democrático los agentes de Castro. La fidelidad de los exiliados no es absoluta ni un “patrón cederista” como menciona el columnista, es fidelidad al deseo de ver algún día su país libre, por eso han luchado y se mantienen luchando. Decir lo contrario es de desinformados, de ingenuos o de agentes en nómina al servicio del régimen cubano. Y no sé, me da que el periodista Armengol tiene poco de ingenuo y desinformado.