lunes, junio 20, 2011

Cuba: Iglesia bajo chantaje

Tomado de http://www.diariodecuba.com



Iglesia bajo chantaje


Por Michel Suárez
Madrid
20-06-2011
*******
¿A qué está dispuesta la Iglesia Católica cubana por unos minutos de televisión? ¿Lo hemos visto todo, o falta más?
*******

Hace poco escribí sobre la perversión de equiparar a víctimas con victimarios en el contexto de la España actual, enredada en dilucidar cuáles son los adjetivos más exactos para calificar a Francisco Franco. En Cuba, ni siquiera ha sido necesaria la muerte del dictador para que ciertos ilustrados entren al ruedo de la desmemoria. Esta vez le ha correspondido a uno de los vicarios de La Habana, monseñor Carlos Manuel de Céspedes.

¿Cuánto esperpento está dispuesta a asumir la Iglesia Católica cubana con tal de "conseguir" (santa y callejera palabra) algunos minutos de televisión? ¿Lo hemos visto todo, o todavía falta más?

Monseñor De Céspedes es un viejo conocido de las relaciones Iglesia-Estado. Incluso en los períodos más difíciles, ahí estaba el tataranieto del Padre de la Patria para sosegar las tensiones. ¿Por qué?

(CardenalJaime Ortega y el dictador en funciones General Raúl Castro)

Miembro de la Academia Cubana de la Lengua y único integrante del clero católico que esporádicamente publica en la prensa oficial, De Céspedes acusa ahora a su propia Iglesia, en el prime time de la televisión oficial. La homologa al Estado en la cruzada de los años 60 y asegura que la responsabilidad por los enfrentamientos es "compartida".

El eterno obispable coloca en el mismo plano a los que perdieron colegios católicos y medios de comunicación y fueron expulsados de la Isla (130 sacerdotes y un obispo), con los que ordenaron todas esas tropelías. Su mea culpa es un sinsentido y solo se explica desde el afán de protagonismo de una mente brillante, pero fuera del juego, relegada a asuntos administrativos menores.

¿Cuántos religiosos creen verdaderamente que el clero tuvo las mismas responsabilidades que el Gobierno en aquella ruptura? Es cierto que la Iglesia es una organización privada muy poco democrática, cuyo modo de funcionamiento no tiene nada de ejemplar, desde el punto de vista del ejercicio del poder. Pero equiparar su actitud de los 60 a la de Fidel Castro resulta insultante para las víctimas.

Estas y otras cuestiones llevan a De Céspedes a asegurar en televisión que la situación actual de la Iglesia en Cuba es "normal", e incluso "más normal" que en muchos países católicos. El académico de la Lengua debería explicar, con todas las consecuencias, su concepto de normalidad. Porque lo habitual no necesariamente es lo normal. Que los cubanos nos hayamos adaptado al statu quo, sobreviviendo de mil maneras, no significa que aprobemos el orden existente. Sobre todo, porque la Iglesia sabe perfectamente que los efectos colaterales de toda subsistencia provocan las mayores crisis morales de la humanidad.

(Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García-Menocal)

Una historia urbana, probablemente apócrifa, cuenta el supuesto diálogo entre un alto dignatario de la Iglesia cubana y la jefa de Asuntos Religiosos del Partido Comunista. El primero le reprochaba el ninguneo de Granma con las noticias religiosas, y la segunda le contestaba que el diario oficial tampoco publicaba los escándalos de pederastia en la Isla. Un pacto macabro en toda regla. Da igual si la historia es cierta o no. Lo relevante es que retrata una situación anormal, por más que le pese a De Céspedes, que puede visualizarse en muchos otros aspectos.

Esa jerarquía eclesiástica encerrada en sí misma, que encaja mal las críticas y se da el lujo de tener una política comunicacional casi tan restrictiva como la del propio régimen, está menos preparada que un cuentrapropista para enfrentar un futuro de libertad.

La Iglesia que tan buenos favores ha tributado a los cubanos durante estos años y, la otra, que ha mirado hacia otra parte con tal de retomar, a cualquier precio, uno de los tantos caminos de la evangelización, se encontrarán algún día ante la opinión pública, en igualdad de condiciones, y cada cual podrá sacar sus conclusiones.

Por suerte, existen aún personalidades del clero renuentes al oprobioso trueque como única opción para continuar evangelizando. Y por cierto, esa especie de emulación socialista, que establece estímulos y recompensas (autorización de procesiones y alguna prensa) a cambio de mentiras y silencios, también alcanza a otras denominaciones, como se ha visto estos días en la Iglesia Metodista.

*************

DOS PÁRROCOS CUBANOS POCOS CONOCIDOS QUE ENORGULLECEN A LA IGLESIA CUBANA, LO CONTRARIO DEL CARDENAL JAIME ORTEGA Y OTROS OBISPOS DE LA ISLA

Padre Olbier, quien fuera cura párroco de Gibara, y quien fue enviado por su Obispo a España a estudiar Teología, al igual que al Padre José Conrado, por su posición ante el régimen Castrista. El Obispo que lo envió es el mismo que le pidió a Reina Luisa Tamayo Danger lo mismo que le había pedido la Seguridad del Estado de los Castro.

( su participación comienza en la segunda parte; esta es la tercera)



***********


Padre Vicente Cabrera Delgado

Monseñor Jorge E. Serpa, Obispo de la Diócesis de Pinar del Río, ha dicho que nadie que le busque problemas con el gobierno trabaja con él en la Iglesia. Tal es así, que hasta el padre Vicente Cabrera Delgado, quien dice homilías nada agradables a la dictadura, apenas visita el Obispado y es enviado a los templos donde haya que hacer reparaciones y reconstrucciones para mantenerlo alejado de la ciudad de Pinar del Río. El mencionado sacerdote denunció públicamente que la Seguridad del Estado le había enviado a una mujer para que lo enamorara. El Obispo Serpa le increpó que si él tenía pruebas para afirmar eso. El P. Vicente es una piedra en el zapato del régimen y del Obispo Serpa; otros sacerdotes han cambiado la actitud que tenían hacia el régimen, quizás no tanto por el voto de obediencia como por aquello del libro del Eclesiastés de que todo es vanidad.

******************
ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Orestes L. Puente Mujica ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Cuba: Iglesia bajo chantaje":

En los primeros años de la revolución, para estar de parte del gobierno y ser bien visto por los nacientes dictadores era condición necesaria y suficiente hablar mal de la iglesia y de todos los que tuvieran alguna relación con ella. Ahora parece que se han virado los papeles: para ser un respetable, culto, instruido y actualizado disidente es necesario hablar mal de la iglesia y de su Cardenal y compañía. Yo soy católico desde que nací y eso fue antes del triunfo de la revolución, así que nadie me puede hablar de lo que fue y es ser católico práctico y confeso en Cuba, así que padecí el pedacito que me tocó. Pero me parece que hoy, al igual que antes, quien quiera anotarse un buen punto a su favor, la manera más sencilla es insultando a la iglesia, fundamentalmente a la católica y a su Cardenal. Señores, comprendan de una buena vez que el "enemigo" es otro, que el camino no es atacar, desprestigiar y poner en tela de juicio a los que algo (y más, pienso) han hecho a lo largo de todos estos difíciles años por mantener los derechos ciudadanos en nuestra isla. Nunca nadie podrá estar 100% de acuerdo con las decisiones de la iglesia, ni con ninguna otra institución, eso es correcto, pero los actuales máximos detractores de la iglesia, entre los que lamentablemente se encuentra este blog, piensen si ellos lo hubieran hecho mejor y piensen también si no es mejor invertir todas esas energías en combatir al "enemigo real" primeramente que sí está totalmente identificado. Es más que sabida la frase de "...divide y venceras" y a veces pienso que estos enérgicos detractores de la iglesia (que al parecer pueden mostrar unas hojas de vida inmaculadas) le hacen un favor muy flaco a la causa que dicen defender. Pregúntense, después de todas estas críticas, quien es el que sale ganando; yo no creo tener ninguna duda: el desgobierno cubano. La iglesia y su jerarquía tienen millones de defectos y cosas criticables, de eso nadie tiene duda, son humanos a fin de cuentas y por ello imperfectos pero hay tareas más apremiantes que atacarla en este momento. Repito: céntrense y concéntrense, no es a la iglesia a la que hay que combatir, al menos, por ahora.
**********
Comentario del Bloguista

Soy católico y amo a mi Iglesia y por eso soy tan celoso de los que se apartan de las enseñanzas de Cristo y cuanto más jerarquía, responsabilidad y conocimiento tengan, más dura es la crítica. Los talentos son para usarlo en beneficio de la Iglesia y la humanidad, siendo la Iglesia el conjunto de todos los bautizados, incluyendo aquellos que están ya gozando de la presencia del Señor.

El cardenal, aprobado o no por el Vaticano, le está haciendo el juego a la Tiranía, al igual que otros integrantes de la Iglesia, unos jerarcas y otros no, luego se hace merecedor de todas estas críticas. Jaime Ortega no es merecedor del púrpura cardenalicio, que simboliza aquellos príncipes de la Iglesis que están dispuesto a dar su sangre por Cristo y cuyo título lo celebramos y aplaudimos tanto en Cuba. Si usted leee La Biblia, los más criticados y con más fuerzas son aquellos que son pastores del pueblo de Dios y que se desvían de su misión.

Mis críticas no son contra la Iglesia, pues siempre expongo ejemplos de ella, tanto de laicos como del orden consagrado, que son verdaderos ejemplos de seguidores de Cristo.

Las críticas al cardenal Jaime Ortega y a todos aquellos que en la Iglesia se comportan como él, no merman las que en este blog se le hace al Castrismo. Si usted visita este blog frecuentemente sabe que es así.

********
Orestes L. Puente Mujica ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Cuba: Iglesia bajo chantaje":

Primeramente permítame decirle que mi objetivo en ningún momento es entrar en una controversia, ni con usted ni con ninguno de los autores de los escritos que publica. No soy un fiel seguidor de su blog pero si entro a él con cierta frecuencia. Releyendo la opinión que le envié no le encuentro mucha relación con su respuesta, la cual, por cierto, entiendo muy subida de tono cuando afirma (copio textualmente): “Jaime Ortega no es merecedor del púrpura cardenalicio, que simboliza aquellos príncipes de la Iglesis que están dispuesto a dar su sangre por Cristo…”. Discúlpeme pero no se cuales serán las facultades que le asisten para hacer semejante afirmación, eso, en mi opinión, es una falta de respeto. Yo conozco al Cardenal desde que fue obispo en Pinar del Rio y con él alguna vez tuve discrepancias, conozco al Padre Manolo desde su llegada a Pinar del Rio como párroco de Minas de Matahambre, después en la Ermita, mi parroquia, a Dagoberto Valdés desde la primaria, a usted también, aunque no pueda precisar cuándo fue la primera vez que lo vi en la iglesia, (lo que si no lo recuerdo en mis años de adolescente, de joven, o haber coincidido en algún grupo de la iglesia), en fin a muchos sacerdotes, monjas, diáconos, religiosos católicos y de otras denominaciones conozco, pues le reitero que pise una iglesia, por primera vez, antes del triunfo de la revolución, con muchos he estado de acuerdo y en desacuerdo en alguno aspectos, varias veces lo he expresado, se los he hecho saber personal o públicamente, pero a ninguno les he faltado el respeto de la manera en que hoy se le hace “públicamente” al Cardenal y muchos de sus más cercanos colaboradores. El que no esté de acuerdo con la forma en que el Cardenal maneja las actuales relaciones iglesia-estado a nadie le da derecho a decirle que se aparta deliberadamente de los caminos de Cristo y mucho menos que “…no es merecedor del púrpura cardenalicio” Las criticas, cuando se pasan de tono, cuando se expresan en lugares y momentos no oportunos más que ayudar perjudican, ese es mi punto de vista, eso fue lo que traté de exponerle en mi anterior comentario. Le repito la oración con la cual terminé mi anterior comentario: “…céntrense y concéntrense, no es a la iglesia a la que hay que combatir, al menos, por ahora”. Y por favor le pido, pongámosle punto final a esto que no conduce a nada.

*********
Comentario del Bloguista

Usted haga lo que desee o entienda; yo haré lo que deseo o entiendo.

Jaime Ortega no es merecedor del púrpura cardenalicio, de la misma forma que otros muchos no lo han sido en la Historia de la Iglesia. Le recuerdo que siglos antes el nombramiento de Cardenal se compraba y no había que ser del orden consagrado para serlo, por eso, por ejemplo, el militar Rodrigo de Borja (1431-1503) llegó a ser el Papa Alejandro VI. No se si tendré facultades para cuestionarlo, pero tengo razones para afirmar lo que he dicho, de la misma manera millones de cubanos las tienen para cuestionar el actuar de una parte de la jerarquía Católica cubana .

Si usted está tan familiarizado con el actuar de la Iglesia, podrá percatarse del ¨tirón de orejas¨ que implícitamente están en estas palabras del Papa Juan Pablo II en la visita Ad Limina ( ¨a las fuentes de nuestra Fe¨) de todos los obispos cubanos a Roma después de la visita de Juan Pablo II a Cuba en 1998:

http://www.vatican.va

En 4 se lee.

¨ Ustedes son bien conscientes de su responsabilidad de transmitir el mensaje de Cristo como "verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores" (Christus Dominus, 2). Este mensaje ha de ser proclamado en toda su integri­dad y belleza, sin dejar de lado sus exigencias y teniendo presente que la cruz forma parte del camino de Cristo y del que recorren sus discípu­los. Guiados por el único Maestro que tiene "palabras de vida eterna" (Lc 6, 68) los hombres y mujeres de Cuba han de saber encontrar un sentido renovado y trascendente para sus vidas, acogiendo el amor divino y viendo cómo se abren ante ellos tantas posibilidades de realización personal y social. ¨

y en 6 se lee :

¨En todo el mundo los derechos humanos son un proyecto aún no perfectamente llevado a la práctica, pero no por eso se debe renunciar al propósito decidido y serio de respetarlos, pues provienen de la especial dignidad del hombre, como ser creado por Dios a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26). Cuando la Iglesia se ocupa de la dignidad de la persona y de sus derechos inalienables, no hace más que velar para que el hombre no sea dañado o degradado en ninguno de sus derechos por otros hombres, por sus autorida­des o por autoridades ajenas. Así lo reclama la justicia que la Iglesia promueve en las relaciones entre los hombres y los pueblos. En nombre de esa justicia dije claramente en su País que las medidas económicas restrictivas impuestas desde el exterior eran "injustas y éticamente inaceptables" (Discurso de despedida 25.1.1998, 4) Y lo siguen siendo aún. Pero con esa misma claridad quiero recordar que el hombre ha sido creado libre y, al defender esa libertad, la Iglesia lo hace en nombre de Jesús, que vino a liberar la persona de toda clase de opresión.

Cuando Ustedes, como Obispos católicos de Cuba, reclaman justicia, libertad o mayor solidaridad, no pretenden desafiar a nadie, sino que cumplen su misión, propiciando para el pueblo cubano una vida sólidamente basada en la verdad sobre el hombre. Por ello, les animo a continuar en el trabajo paciente en favor de la justicia, de la verdadera libertad de los hijos de Dios y de la reconciliación entre todos los cubanos, los que viven en la Isla y los que se hallan en otras partes, no ahorrando esfuerzos concilia­dores que permitan ampliar siempre el trabajo caritativo de la Iglesia en la promoción humana del pueblo. ¨

Sí, yo también fui a la Iglesia desde niño y también desde antes de la revolución, pero era de La Habana y sólo fui para Pinar después de terminar mis estudios universitarios. Nunca negué mi creencia en Dios y mi Fé Católica. Todas esas personas de la que usted habla me conocen, aunque fue con el Padre Mario con el cual me relacioné, así que puede preguntarles por mí. Usted añade de su cosecha que, además de al cardenal, yo le falté el respeto a ¨... muchos de sus más cercanos colaboradores¨. No escriba lo que yo no escribí.

Usted al escribir eso de el lugar adecuado, en el momento adecuado, etc., me reordó la estrategia Comunista-Castrista para callar en los debates a una persona e intimidar a las otras y ¨hacer talco¨a todo el que pensara o actuara diferente a ellos aunque tuviera la razón. Gracias a Dios vivimos e un país libre y hago un uso responsable de la libertad.



2 Comments:

At 5:25 a. m., Anonymous Orestes L. Puente Mujica said...

En los primeros años de la revolución, para estar de parte del gobierno y ser bien visto por los nacientes dictadores era condición necesaria y suficiente hablar mal de la iglesia y de todos los que tuvieran alguna relación con ella. Ahora parece que se han virado los papeles: para ser un respetable, culto, instruido y actualizado disidente es necesario hablar mal de la iglesia y de su Cardenal y compañía. Yo soy católico desde que nací y eso fue antes del triunfo de la revolución, así que nadie me puede hablar de lo que fue y es ser católico práctico y confeso en Cuba, así que padecí el pedacito que me tocó. Pero me parece que hoy, al igual que antes, quien quiera anotarse un buen punto a su favor, la manera más sencilla es insultando a la iglesia, fundamentalmente a la católica y a su Cardenal. Señores, comprendan de una buena vez que el "enemigo" es otro, que el camino no es atacar, desprestigiar y poner en tela de juicio a los que algo (y más, pienso) han hecho a lo largo de todos estos difíciles años por mantener los derechos ciudadanos en nuestra isla. Nunca nadie podrá estar 100% de acuerdo con las decisiones de la iglesia, ni con ninguna otra institución, eso es correcto, pero los actuales máximos detractores de la iglesia, entre los que lamentablemente se encuentra este blog, piensen si ellos lo hubieran hecho mejor y piensen también si no es mejor invertir todas esas energías en combatir al "enemigo real" primeramente que sí está totalmente identificado. Es más que sabida la frase de "...divide y venceras" y a veces pienso que estos enérgicos detractores de la iglesia (que al parecer pueden mostrar unas hojas de vida inmaculadas) le hacen un favor muy flaco a la causa que dicen defender. Pregúntense, después de todas estas críticas, quien es el que sale ganando; yo no creo tener ninguna duda: el desgobierno cubano. La iglesia y su jerarquía tienen millones de defectos y cosas criticables, de eso nadie tiene duda, son humanos a fin de cuentas y por ello imperfectos pero hay tareas más apremiantes que atacarla en este momento. Repito: céntrense y concéntrense, no es a la iglesia a la que hay que combatir, al menos, por ahora.

 
At 1:59 a. m., Anonymous Orestes L. Puente Mujica said...

Primeramente permítame decirle que mi objetivo en ningún momento es entrar en una controversia, ni con usted ni con ninguno de los autores de los escritos que publica. No soy un fiel seguidor de su blog pero si entro a él con cierta frecuencia. Releyendo la opinión que le envié no le encuentro mucha relación con su respuesta, la cual, por cierto, entiendo muy subida de tono cuando afirma (copio textualmente): “Jaime Ortega no es merecedor del púrpura cardenalicio, que simboliza aquellos príncipes de la Iglesis que están dispuesto a dar su sangre por Cristo…”. Discúlpeme pero no se cuales serán las facultades que le asisten para hacer semejante afirmación, eso, en mi opinión, es una falta de respeto. Yo conozco al Cardenal desde que fue obispo en Pinar del Rio y con él alguna vez tuve discrepancias, conozco al Padre Manolo desde su llegada a Pinar del Rio como párroco de Minas de Matahambre, después en la Ermita, mi parroquia, a Dagoberto Valdés desde la primaria, a usted también, aunque no pueda precisar cuándo fue la primera vez que lo vi en la iglesia, (lo que si no lo recuerdo en mis años de adolescente, de joven, o haber coincidido en algún grupo de la iglesia), en fin a muchos sacerdotes, monjas, diáconos, religiosos católicos y de otras denominaciones conozco, pues le reitero que pise una iglesia, por primera vez, antes del triunfo de la revolución, con muchos he estado de acuerdo y en desacuerdo en alguno aspectos, varias veces lo he expresado, se los he hecho saber personal o públicamente, pero a ninguno les he faltado el respeto de la manera en que hoy se le hace “públicamente” al Cardenal y muchos de sus más cercanos colaboradores. El que no esté de acuerdo con la forma en que el Cardenal maneja las actuales relaciones iglesia-estado a nadie le da derecho a decirle que se aparta deliberadamente de los caminos de Cristo y mucho menos que “…no es merecedor del púrpura cardenalicio” Las criticas, cuando se pasan de tono, cuando se expresan en lugares y momentos no oportunos más que ayudar perjudican, ese es mi punto de vista, eso fue lo que traté de exponerle en mi anterior comentario. Le repito la oración con la cual terminé mi anterior comentario: “…céntrense y concéntrense, no es a la iglesia a la que hay que combatir, al menos, por ahora”. Y por favor le pido, pongámosle punto final a esto que no conduce a nada.

 

Publicar un comentario

<< Home