martes, agosto 02, 2011

Alejandro Ríos: Sin Lichy ( sobre el fallecimiento de Eliseo Alberto Diego)

Tomado de http://www.elnuevoherald.com



Sin Lichy


Por Alejandro Ríos

No recuerdo una presentación más hermosa en la Feria Internacional del Libro de Miami que aquella protagonizada por Eliseo Alberto Diego la primera y creo que la única vez que lo tuvimos como invitado. Era entonces el ganador del primer Premio Alfaguara, que compartió con Sergio Ramírez y el salón se repletó hasta los bordes. No cabía un alma, sobre todo de gente joven que querían ver y escuchar al escritor que pertenecía al linaje de los Diegos y que no estaba en Cuba desde hacía muchos años.

Ocurrió de pronto uno de esos momentos irrepetibles en eventos de esta índole que suelen ser, más allá de algún debate enardecido, sobre todo entre cubanos, muy formales. Al final, cuando se estableció el diálogo entre el público y el autor, una muchacha atractiva pidió la palabra y dijo que quería cantarle a Lichy, que es como lo identifican quienes lo veneran.

Eliseo Alberto Diego, grande, bonachón, de ojillos escrutadores, se dejó querer por la improvisada trovadora como si la estuviera esperando. Tierna conclusión a todos nuestros desvelos por traerlo a la Feria porque su viaje a Miami siempre solía complicarse. Decenas de lectores hicieron fila para llevarse su autógrafo, a todos deparó un comentario y su sincera sonrisa.

Así lo quiero recordar ahora que no está. Sencillo y triunfador sobre todos los avatares que debió vencer como parte de una generación intelectual marcada por la desilusión donde unos tomaron la decisión de ser parte del proceso dictatorial que los ha vapuleado y otros, irremediablemente, emprendieron el camino del exilio con una marcada melancolía.

(El escritor y poeta cubano Eliseo Alberto en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el 2002.Pedro Portal / EL Nuevo)

Durante una visita a México, un amigo común nos llevó al apartamento de Lichy de donde guardo un recuerdo indeleble. Hablaba con admiración y orgullo de su hija que se había vuelto una mujer hermosa, lo cual no dejaba de preocuparle porque ya no podía retenerla en la casa para protegerla y nos divirtió mucho con historias sazonadas de humor que iba encadenando con proverbial facilidad.

Nos habló de un plan para exiliar a los Castro en la Isla de la Juventud, donde podrían seguir con sus tropelías, en un falso país, sin perjudicar al resto de los cubanos y se burlaba, sanamente, de su tío Cintio Vitier, haciendo esfuerzos denodados por parecer revolucionario en las postrimerías de su vida.

Hubo un momento que nos dio una gira por el apartamento, sobre todo para enseñarnos las fotos familiares y de amigos. Nos llamó la atención que exhibiera, sin recato, al cabo de tantos años, la instantánea de la primera vez que se casó, con aquella bailarina famosa. Ciertamente lucían preciosos.

Lichy perdió a su hermano Rapi, excelso dibujante y mejor persona. Antes había fallecido, también en México, su padre el poeta Eliseo Diego, y pocos años después murió su mamá, Bella Vitier, en Cuba.

Queda en la isla la hermana discreta, María Josefina de Diego García Marruz “Fefé”, con el peso de la responsabilidad de un legado significativo en la cultura cubana. La prensa oficial de la isla ha publicado obituarios que suprimen la mención de su libro más anticastrista, Informe contra mí mismo, y no explica la razón por la cual tres miembros de la familia excelsa fallecieran en el exilio mexicano, distantes del vendaval verde olivo.

Lichy regresó a Cuba para ver a su madre, antes de morir, y luego para tratar de remediar su mal renal. Se cuenta que intentaron, en vano, de involucrarlo en convites oficiales cuando pensaron, de modo artero, que había cedido, pero se mantuvo en sus trece.

No supo de rencores, algo que se nos da tan fácil a los cubanos. Hasta el final escribió incansablemente para suturar las heridas que dieron al traste con su familia y con su patria. Ahora que no está para recordarnos que nadie quería más a Cuba que él mismo, queda su obra donde la furia fue transfigurada en esmeradas jornadas literarias como memorias de un tiempo desventurado.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

NoPC ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Alejandro Ríos: Sin Lichy ( sobre el fallecimien...":

Una sentida elegía, digna del evidente afecto de Ríos por Diego, sobre lo cual no comento. Ahora, entre tanta alabanza a la falta de rencor, o lo que se llama por ese nombre en vez de otro menos peyorativo, voy a decir algo que no debe necesitar decirse: el "rencor" puede ser perfectamente justificado, y si lo es, criticarlo es insolente.

1 Comments:

At 4:59 p. m., Anonymous NoPC said...

Una sentida elegía, digna del evidente afecto de Ríos por Diego, sobre lo cual no comento. Ahora, entre tanta alabanza a la falta de rencor, o lo que se llama por ese nombre en vez de otro menos peyorativo, voy a decir algo que no debe necesitar decirse: el "rencor" puede ser perfectamente justificado, y si lo es, criticarlo es insolente.

 

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