BARACUTEY CUBANO

Por Esteban Fernández


Vamos a suponer: Un amigo suyo le pide que lo acompañe al Liquor Store porque quiere comprar una cajetilla de cigarros. Inocentemente, usted entra con él al establecimiento. Allí su amigo saca una pistola, asalta el lugar y asesina al empleado.

Inmediatamente, usted se pelea a muerte con su ex amigo y hasta llega al extremo de denunciarlo públicamente. El error de seguirlo y estar presente en el lugar del crimen es enmendado con su repulsa al hecho delictivo. Y usted se mantiene limpio. Es como atravesar un pantano con un pantalón blanco puesto y salir con él inmaculado.

Ah, pero si usted no hace nada, sigue apoyando a su amigo, se mantiene acompañándolo en los robos por 50 años, asaltan bancos juntos, comparte o aplaude cientos de crímenes más, usted es igual o peor que su amigo. Y desde luego, merecen el mismo castigo. Usted no puede, ni las leyes le permiten, presentarse ante un juez y decirle: “Hace casi un año que me di cuenta que mi amigo es un criminal y un delincuente”. Las risotadas del jurado se escucharían a cientos de millas.

Y ya supongo que el lector aguzado puede imaginarse a que viene este preámbulo: ¡Lo mismo exactamente pasa con toda esta gente que llega al exilio después de haber sido por décadas miembros de la Inteligencia, de la represión, y de haber estado cerca de los hermanos Castro!...

¿No se dan cuenta ellos, y los que le ponen atención, que nunca es mas cierta la frase de “TANTA CULPA TIENE EL QUE MATA LA VACA COMO EL QUE LE AGUANTA LA PATA?” Y parece que mucha gente le pone atención porque, obviamente, suben los índices de audiencia cuando han sido entrevistados en Radio Martí, o en los programas de Maria Elvira Salazar y el de Oscar Haza.

Yo tengo amigos que fueron fidelistas, inclusive fueron Capitanes y hasta Comandantes del Ejército Rebelde, y dirigentes del Movimiento 26 de Julio. Pero a los pocos meses de sentirse engañados mandaron al castrismo al carijo. Y se han mantenido combatiendo la tiranía a brazo partido eternamente.

Pero a los que no soporto son a los que dan la sensación que acaban de descubrir América. No sabía si burlarme o enojarme cuando escuché una declaración del General Rafael del Pino diciendo que "descubrió la maldad del régimen cuando su hijo fue reprimido en una guagua por un miembro de la Seguridad del Estado". ¿Será ingenuo este hombre?

Creo que he escuchado a más de 400 personas diciendo que: El mismo día en que fusilaron al General Arnaldo Ochoa yo dejé de apoyar a la revolución y me di cuenta que aquello era una basura”. ¡Le ronca la carabina de Ambrosio!...¡Eso fue en 1989 y ya la tiranía llevaba 30 años asesinando y destruyendo a la nación!

Hay un tipo que lo ví en una entrevista televisiva diciendo que él, entre los cientos de actividades que hacía a favor del castrismo, también se ocupaba de espantarle los tiburones al tirano cuando a éste le daba por bucear. Desde luego, lo de “tirano” lo digo yo. El lo llamaba todavía: “El Comandante”...

Eso es miles de veces peor que si veo por la televisión a los miembros del clan de Charles Manson- que lo ayudaron a cometer los desmanes y crímenes- decir que “Hace un mes se dieron cuenta de que Charlie no es tan bueno como ellos creían”. Y disculpen porque equiparar a Manson con Castro es como comparar a unas hienas con unos gatitos recién nacidos.

Mi experiencia es que ya a mediados de 1959, el 99 por ciento de mis compañeros de clases en el Instituto de Güines - todos menores de 16 años- se daban cuenta de que lo que nos había caído encima era una brutal tiranía. Y ahí mismo comenzaron las conspiraciones.

Y ahora, zangandongos que se han pasado muchísimos años siendo solidarios con el genocidio del que les hablé hace varios días, quieren y logran bañarse en el Jordán del exilio.