domingo, septiembre 11, 2011

Zoé Valdés: 4 de Septiembre de 1933. La verdad como promesa.

Nota del Bloguista

Les recomiendo a todos la lectura de esta muy interesante perspectiva; en especial, a mi amiga y admirada Zoé Valdés pues quizás le proporcione elementos para esa ya esperada novela.

La visión mexicana acerca de los gobiernos de Fulgencio Batista (1933-1944)

Este trabajo es de la investigadora Felicitas López Portillo Tostado y en su primer párrafo se lee lo siguiente:

¨ Los años de 1933 a 1944, cuando el coronel Fulgencio Batista detentó por primera vez la hegemonía política de Cuba, han sido escasamente estudiados en ese país; lo mismo ha ocurrido en México. Lo anterior guarda relación con los prejuicios ideológicos que mantienen en la oscuridad esos años después del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, y la fascinación que este proceso continúa ejerciendo entre los estudiosos, circunstancias que provocan el olvido de los antecedentes históricos de la República. Como una manera de subsanar en algo estos olvidos, el presente trabajo recoge la opinión que del citado personaje y sus acciones tenían los diplomáticos mexicanos acreditados en La Habana y, en general, el apoyo y comprensión que su figura concitó entre la clase política representada por la familia revolucionaria surgida a partir del movimiento armado de 1910.¨


Fulgencio Batista, Blas Hernández y Ramón Grau San Martín. 1933
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Tomado de http://zoevaldes.net


4 de Septiembre de 1933. La verdad como promesa.



Por Zoé Valdés
septiembre 4, 2011


Una vez más, mi estimado amigo Roberto Torricella me invitó este año a hacer uno de los discursos conmemorativos del 4 de Septiembre de 1934, que cada año se recuerda y celebra en Miami, desafortunadamente no podré asistir tampoco en esta ocasión, porque como saben, el mes de septiembre es el más importante para los escritores en Francia, a nivel de trabajo, y como prácticamente acabo de editar una novela, pues no podré asistir a Miami, lo que sinceramente siento mucho, debido a mis numerosos compromisos con la editorial y las ferias y salones del libro.

No obstante, no quería dejar pasar la ocasión para enviarles un abrazo a todos los participantes, y una muestra más de afecto a los familiares cercanos y a los amigos del presidente Fulgencio Batista y Zaldívar, así como a los que han comprendido, a través del estudio riguroso de la historia de Cuba, la importancia de esta fecha, como tantas otras, escamoteadas por la dictadura castrista a las nuevas generaciones de cubanos surgidas a partir de 1959, el Año del Error.

(Fulgencio Batista y Antonio Guiteras, 23 de noviembre de 1933)

Como algunos de ustedes conocen, llevo años intentando terminar una obra suicida, no tengo otra frase mejor para definirla, que es lo que yo llamo hasta ahora: La novela de Batista, que es un proyecto literario, ambicioso, con el que no me interesa hacer una biografía a pie juntillas del presidente cubano, sino recrear su personalidad de forma literaria, dibujar el momento histórico en el que le tocó desempeñar sus responsabilidades, en relación a la debacle que vino después, con la aparición e imposición del castrismo, como una dictadura de más de medio siglo, que por ser –dicen ellos que de izquierda- ha recaudado simpatías en el mundo entero, pese a la crueldad y el terror que no solo alcanzaron a implantar en la isla de Cuba, sino también en el resto de América Latina, en África, y en todo el mundo, a través del terrorismo de las guerras de guerrillas, y el terrorismo de izquierda, abrazado hoy también por los extremistas del islam.

(Federico Laredo Brú y Fulgencio Batista, 25 de diciembrede 1936)

Para escribir esa novela, que no entrará en lo absoluto dentro de los esquemas clásicos de la novela del dictador latinoamericano tocada por tantos autores de la región, me acerqué a la familia Batista, a los hijos y esposas, a Rubén Batista, a Roberto Fernández Miranda, y a Roberto Batista, entrevisté brevemente a Elisa Batista, a la nieta Esther Batista, y conservo, con mucho cariño, cada una de las palabras dichas, escritas, grabadas, de las horas que pude compartir con ellos. Agradezco la profunda afabilidad y el respeto con los que me recibieron y trataron, así como los ejemplares de los libros que me obsequiaron, y aquella medalla de la Milagrosa que Adelita me regaló, una tarde en que nos encontramos en casa de Rubén y Carmen.

(Recibimiento a Batista, 25 de noviembre de 1938)

La literatura es un misterio, como lo es la creación artística, es un misterio milagroso, porque no sólo a través del trabajo y de la creación literaria el escritor aprehende de la vida, sustrae escenas inconcebibles de la imaginación, además, la historia real, en casos como estos, aportan muchísimo al conocimiento y al acervo cultural e histórico que la sociedad en la que nos tocó vivir nos entregó, y que el escritor a través de su búsqueda, necesariamente, convierte en fuente inagotable de inspiración. Esa sociedad, la castrista, en cuanto a enseñanzas, a mí me dio bien poco, y me arrebató una gran parte de la verdad histórica de mi país, censurando el quehacer literario y artístico de por lo menos cuatro generaciones. Uno de esos ejemplos de censura es la propia historia de Fulgencio Batista y Zaldívar, y de su familia, llevada a lo más bajo e inmundo que se puede llevar la historia de unos seres humanos que formaron parte de la historia. Creo que fue esa la razón por la que me interesó investigar sobre Batista, porque allá por el año 1990, me dije, que no podía ser posible que Batista fuera un hombre tan extraordinariamente malo, como lo pintaba el castrismo, cuando su legado, aun cuando habían querido borrarlo de la historia, se alzaba por encima de los escombros del castro-comunismo, y resplandecía más que nunca en la arquitectura de la ciudad, en ciertas publicaciones prohibidas, en la memoria de los mayores, que empezaban a hacer comparaciones peligrosas, muy a favor de la época batistiana y en contra de la actualidad castrista.

(Mario García menocal y Fulgencio Batista, 19 de marzo de 1940)

A finales de los años ochenta, apareció una pintada en el muro de una célebre calle del Vedado. Era un grafiti enorme que representaba a Fidel Castro cargando en brazos a un bebé con la cara de Fulgencio Batista, sin un solo texto explicativo que acompañara a la imagen, pero los habaneros sabíamos que eso quería decir que Batista era un niño de teta en relación a Castro, en relación a esa “supuesta destrucción de la sociedad cubana” achacada al primero exclusivamente por tantos años. Esa caricatura, que duró menos que un merengue en la puerta de un colegio, fue el último impulso que yo necesitaba para embarcarme -en el bueno y en el mal sentido-, en la novela de Batista, en la que, como supondrán, el 4 de septiembre de 1933, constituye uno de los momentos claves en la historia del hombre, y del país.

En medio de varias polémicas que yo considero menores, entre el exilio y los cubanos de la isla, y de intercambios culturales que hacen el papel de la curita que intenta tapar el triperío infeccioso desbordante, siempre me viene a la mente el joven sargento Batista, cuando decidió ir a hablar a los cuarteles y guarniciones, sabiendo que ya nada podía detenerlo, asumiendo totalmente el liderazgo de las fuerzas armadas, y uniéndolos a todos en la Proclama del 4 de septiembre, un documento histórico, cuya primera firma, de entre los 19 que firmaron, era la de Prío Socarrás, y la última correspondía a la de Fulgencio Batista. Una proclama de gran sentido libertario y democrático que recogía el pensamiento revolucionario de la época y demandaba justicia social, aspiración de todos los cubanos. Así fue, contado a grandes rasgos, cómo el presidente en funciones abandonó el poder, una vez presentada la proclama, y con anterioridad nombrada La Pentarquía.

(Fulgencio Batista y Fernando de los Ríos de la República Española, abril 17 de 1946. Batista apoyó notablemente a la República Española durante la Guerra Civil española)

¿Sería esto posible en la actualidad? No tenemos a unos Castro susceptibles de abandonar el poder, y mucho menos contamos con hombres como el joven Batista, o al menos no los conocemos, ni nombres como aquellos de los que lo acompañaron. El país ya no es el mismo: 52 años de dictadura han dejado secuelas profundamente perjudiciales para un cambio apacible y para una posible reconstrucción inmediata.

Por último, como ustedes sabrán, yo repelo la palabra revolución, pero en este caso, la llamada “revolución de los sargentos”, cumplió su cometido, ampliarle el horizonte a los cubanos y entregarle momentáneamente el poder –no absoluto, como se ha querido tergiversar-, al ejército, el poder que en cualquier parte del mundo el ejército debe tener para que un país no se vaya a la deriva, y se extravíe y hunda bajo el peso de los egos y sinrazones de algunos. Poco tiempo después se recuperó la vía democrática, y mientras en Europa se vivía el horror de la Segunda Guerra Mundial, en Cuba, el presidente Fulgencio Batista y Zaldívar, elegido democráticamente en dos ocasiones, situaba a Cuba entre los primeros rangos mundiales a nivel de importancia económica, política y social. Lo que sucedió después, ya forma parte de otra realidad, también muy discutible, de la historia del batistato y de Cuba, cuya responsabilidad no la tiene un solo hombre, como mismo el castrismo no es responsabilidad de los Castro únicamente.

(Ramón Grau San Martín y Fulgencio Batista, 10 de octubre de 1944)

Nací en 1959, y nadie podrá endilgarme el cartelito de batistiana, despectivamente, como en tantas ocasiones se ha acostumbrado a hacer para denigrar a alguien, formalismo poco educado y que prueba una incultura atroz que tendrá que cambiar más temprano que tarde, y que ya ha ido cambiando sorpresivamente. Es la razón por la me agradaría terminar este texto deseándoles salud, salud, salud. Salud a todos ustedes, salud a Cuba, y salud al mundo. Libertad y vida para los cubanos que queremos reconocer cada una de las partes de nuestra historia, y que nos merecemos esa ansia de salud, porque es muy saludable incorporar a nuestras vidas y a nuestras libertades nuestro pasado, que es el pasado de nuestros padres y abuelos, con sus triunfos y fracasos, con sus victorias y pérdidas, pero sin obviar, ni querer borrar, a aquellos que le dieron, aunque sea, un grano de gloria a la idea de prosperidad que fue posible en Aquella Isla, que un día volverá a ser posible: En Esta Isla.

Zoé Valdés.

Publicado en Libre.
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Fulgencio Batista. Su historia


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Fulgencio Batista: Anti-Americano y Pro-Comunista en 1939


Dr. Antonio de la Cova
Junio 17, 2010


Los cables diplomáticos de la embajada estadounidense en la Habana al Departamento de Estado en Washington en noviembre de 1939 describen a Fulgencio Batista como pro-comunista y anti-imperialista.

Una carta del embajador norteamericano J. Butler Wright, el 7 de noviembre de 1939, al Secretario de Estado norteamericano, menciona “el virulento discurso anti-americano del coronel Batista en Matanzas.” El discurso fue descrito como “odioso y venenoso hacia la política norteamericana.”

Tres días después, un cable de Wright señala el apoyo de Batista a los comunistas como “contribuyendo fondos, asignando a dirigentes comunistas a posiciones de mando, y participación, a través de representantes del ejército, en manifestaciones comunistas.” El despacho No. 2544 de la misma fecha dice que Batista “continúa protegiendo y fomentando el Partido Comunista Cubano.”

Batista poseía todos los ingredientes del clásico militante comunista cubano de los años treinta: autodidacta con un cuarto grado escolar; de origen campesino empobrecido; de familia mixta de blancos, negros, e indígenas; huérfano de madre a temprana edad; trabajó como cortador de caña a los ocho años de edad, luego aprendiz de barbero, retranquero de ferrocarril a los 17 años (foto), y tres años después fue soldado. Su padre Belisario fue soldado mambí a las órdenes de José Maceo y fue herido en combate en tres ocasiones. Su hermano, Juan Batista, murió de tuberculosis y su esposa Elisa Godínez fue lavandera en el campamento de Columbia.

( Fulgencio Batista como retranquero de ferrocarriles )

En contraste, Fidel Castro fue hijo de un rico gallego terrateniente y soldado español represor de la lucha independentista. Estudió en colegios jesuitas elitistas, y se graduó de abogado por la Universidad de La Habana. Solo tuvo dos casos judiciales durante su carrera como abogado, que escasamente duró dos años, de 1950 a 1952. Fue un diletante “revolucionario,” quien al no poder haber participado en la Revolución de 1933 por falta de edad, creó su propia “revolución.”

Estas actividades de Batista a favor de los comunistas cubanos y en contra del gobierno estadounidense han sido omitidas de todos los libros de historia del partido comunista cubano y es tema tabú para los “historiadores” castristas.

“Hay que conocer quienes somos antes de saber a donde vamos.”

-FOTO: El joven Fulgencio Batista, apodado “Mulato Lindo”, cuando era retranquero de ferrocarril en Oriente: latinamericanstudies.org

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Fulgencio Batista en 1933


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SALUDO A BATISTA.


Pablo Neruda.

Cuando la tierra como una inmensa rueda gira y resbala en el espacio nocturno y la noche ha guardado los últimos rumores, el fuego de las batallas y el silencio de los hombres, una pequeña isla queda brillando como una luciérnaga en la selva, una isla que al girar la tierra deja un cometa fosforescente de luz y sonido, una cola perfumada de tabaco y corales, una atmósfera única en nuestra América en que se juntan la alegría y la sombra como dos alas para que baile y vuele la isla con cuerpo de paloma.

Pero no sólo rumor y color hacen a Cuba: la hacen también sendero y sacrificio, áspera lucha y sangre. La hacen los hombres que como el que hoy saludamos amarran en el alma toda la nacionalidad, nacen con el alma envuelta en su bandera y ay de aquel que intente arrancarles su trozo oscuro de la piel del alma: la patria entera se desgarra y quebranta. Ante Fulgencio Batista, capitán de su pueblo, estamos en presencia de Cuba: nadie como él la representa tan poderosamente en este instante, y antaño unos pocos, a quienes él continúa, dejaron dispersos los huesos en cárceles de piedra para que Cuba viviera.

Así pues, este Capitán de las Islas, salido como la fibra o la greda de las raíces populares, pueblo él mismo, pueblo en su gracia, en su intuición y en su fuerza, puede mostrar con orgullo ese rostro moreno que se mantuvo firme para restaurar la patria del más delicado de los héroes de América: José Martí. ¿Y cómo pudo continuar Batista la obra de aquel intelectual soñador y preciso, que toca los extremos límites de la sensibilidad y de la acción? Lo hace porque otra hora ha llegado al mundo, la hora del pueblo, la hora de los hombres del pueblo, la hora en que Batista se confunde con los héroes populares de nuestra época, Yeremenko, Shukov, Cherniakovsky y Malinovsky, que hoy golpea y deshace las puertas de Alemania, los guerrilleros de España y de China, Tito y la Pasionaria. A Batista, en esta hora que también por desgracia, se ha caracterizado por incubar traidores y cobardes, lo ponemos en el marco de los americanos totales, al lado de Cárdenas y cerca de nuestro nunca olvidado, heroico y calumniado, sagrado e inmortal, Luis Carlos Prestes.

Batista, como hombre del pueblo, ha comprendido mejor que muchos demagogos el papel de los intelectuales, y honra a toda América cuando lleva a su gabinete a Juan Marinello, el gran escritor multiforme, que escribiendo con la altura clásica de los españoles antiguos revela el alma batalladora de Cuba en cada una de sus líneas. También cerca de él estuvo siempre el gran poeta negro Nicolás Guillén, a quien ojalá nos lo hubiera traído de regalo a Chile, porque ese poeta de cascabel y de fina sonrisa nos traería en su canto la enseñanza más pura: la de la alegría en el combate del mundo.

Los chilenos damos hoy la mano a Fulgencio Batista, con una franqueza y una sinceridad que llamaríamos chilena si no fueran también condiciones permanentes de Cuba en cada una de sus líneas. Saludamos en él al continuador y restaurador de una democracia hermana, al hombre que recibió la patria anarquizada y despedazada recién salida de las garras de un tirano sangriento, y palpitante aún de la heroica, legendaria lucha que lo derrotara. Saludamos al que pudiendo haber seguido el camino de muchos filibusteros del poder, lo entregó con sus anchas manos morenas a quien eligiera su pueblo. Saludamos al que ha restituido a Cuba honor y nombre, al proteger las organizaciones y partidos del pueblo, al llamar a los mejores intelectuales a colaborar en los destinos comunes, al reanudar las relaciones con la Unión Soviética entre los primeros países de América e Italia, al fustigar y despreciar a Franco y sus enviados públicamente una y mil veces, al iniciar con México, el camino que aislaría más tarde a los siniestros y desleales gobernantes de Argentina.

Y lo saludamos por haber aumentado, con un Gobierno de Unión Nacional, con Saladrigas y con Marinello, con Mañach y con Sosa de Quesada, la riqueza de su país dando mayores esperanzas y realizaciones terminantes al bienestar de los trabajadores de Cuba.

Por eso cuando la isla encantada en que resuenan aún los tambores mágicos del África oscura, aparece en el giro de la tierra alumbrando como una luciérnaga, con su música y sus poetas, sus libertadores y sus montañas de azúcar, aparecen también los rostros de sus patriotas populares, que confundidos como Batista con esta época de grandes dolores y de grandes sueños humanos, no han desmerecido la luz de la Isla sino que han ayudado a que su fulgor nos ilumine en el camino de la libertad y de la grandeza de América.

Tomado de El Siglo, Noviembre 27, 1944.

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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Zoé Valdés ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Zoé Valdés: 4 de Septiembre de 1933. La verdad co...":

Gracias.
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Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Zoé Valdés: 4 de Septiembre de 1933. La verdad co...":

Que descanse en paz EL GENERAL BATISTA
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Nausea ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Zoé Valdés: 4 de Septiembre de 1933. La verdad co...":

Ah, Grau. Viejo cínico y sinvergüenza que trató la presidencia cómo si hubiera sido un juego para su diversión personal. Se burló socarronamente de toda la esperanza que se había puesto en su gestión, y socavó la confianza del pueblo en el sistema político. Prío continuó el desprestigio con su debilidad e incompetencia. Batista, por supuesto, le puso la tapa al pomo, pero hubieron muchos culpables de que una partida de facinerosos sin ninguna experiencia de gobernar pudieran hacerse del gobierno de Cuba con tanta facilidad.
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Nota del Bloguista

Nausea

Ese sistema político en la República, con todos los defectos que tuvieron sus tres ramas durante todos los gobiernos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial , fue uno de los factores ( no el único) que ubicó a Cuba entre las naciones más prósperas del continente. Todos los gobiernos tuvieron sus defectos y aciertos, pero en general sacaron al país adelante en lo económico, en lo social y hasta en lo político que fue donde hubo más problemas . Yo soy de la opinión de que entre las causas fundamentales para que los Castros y cómplices se hicieran y mantuvieran en el Poder está la inmadurez política del pueblo cubano, ya que la gran mayoría hizo y ha hecho dejación ( por ignorancia, miedo, afición al caudillismo, etc.) de su responsabilidad ciudadana.

Sobre algunos de esos aciertos de los gobiernos de la República, contando los de esos tres personajes, puede leerlos en

El Derecho Civil

Política laboral y legislación del trabajo

La seguridad social

Sistema de Salud

Puede leer más en el número 24 de la revista Encuentro de la Cultura Cubana
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El 9 de enero de 1959, en Santiago de Cuba, Fidel Castro dijo: “Hemos roto el mito de que no se puede hacer una revolución sin el ejército o contra el ejército, y hemos roto el mito de que no se puede hacer una revolución en un país sin crisis económica.” Por otra parte, Ernesto ¨Che¨Guevara, al regresar de su primer viaje por el mundo socialista, expresó que para un cubano, acostumbrado a vivir con los niveles del imperialismo, aquel mundo era sorprendentemente pobre. ( Entrevista a Carlos Franqui)


3 Comments:

At 2:00 p. m., Blogger Zoé Valdés said...

Gracias.

 
At 7:55 p. m., Anonymous Anónimo said...

Que descanse en paz EL GENERAL BATISTA

 
At 3:59 p. m., Anonymous Nausea said...

Ah, Grau. Viejo cínico y sinvergüenza que trató la presidencia cómo si hubiera sido un juego para su diversión personal. Se burló socarronamente de toda la esperanza que se había puesto en su gestión, y socavó la confianza del pueblo en el sistema político. Prío continuó el desprestigio con su debilidad e incompetencia. Batista, por supuesto, le puso la tapa al pomo, pero hubieron muchos culpables de que una partida de facinerosos sin ninguna experiencia de gobernar pudieran hacerse del gobierno de Cuba con tanta facilidad.

 

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