Raúl y Asociados, Inc.
Por AndrésReynaldo
Cuarenta personalidades cubanas y norteamericanas han hecho un llamado al presidente Barack Obama para que suavice el embargo a Cuba.
La iniciativa tiene una notable excepcionalidad histórica. Universalmente, los opositores a las dictaduras piden a Washington que exija a los opresores el restablecimiento del estado de derecho o, en caso mínimo, que suavicen la represión. Carlos Saladrigas, el Cuba Study Group y los firmantes de la petición apuestan, sin embargo, por la inversión y la supresión parcial o completa del embargo en aras de una hipotética construcción (¿en tres, quince años?) de la sociedad civil.
No debemos pensar en la asfixia de la dictadura más larga, destructora y expansionista que hayan visto las Américas. En rigor, el solo reclamo a un incondicional e inmediato retorno a la democracia y el enjuiciamiento de los principales actores totalitarios es criminalizado como una invitación al baño de sangre. So pena de ser considerado anacrónico, contraproducente y, en suma, antipatriótico, el discurso ha de inhibirse de los más elementales principios.
Máscara de más, máscara de menos, este gesto no apunta a la supresión del embargo, sino a consolidar económicamente a Raúl y su mafia vasalla antes de la supresión del embargo. Al pueblo llano, el comercio de empanadas, la reparación de aires acondicionados y el divino arte de la peluquería. A la elite, los grandes negocios que configuran la superestructura económica de un país. Cheo con el paladar de la esquina. Raúl y los suyos con el puerto del Mariel.
La idea de introducirle a Raúl el Caballo de Troya de una sociedad civil económicamente independiente, en estrecha conexión con Estados Unidos, ofende al sentido común. Aún así, el debido respeto a las inteligencias de Saladrigas, sus asociados y sus defensores consigue trasladar esta petición a Obama desde el terreno de las patológicas estupideces al terreno de los repugnantes y fraudulentos enigmas.
En este tránsito del castrismo sin mercado al castrismo con mercado se alista todo un ejército de intelectuales, blogueros, académicos, curas, empresarios y mucha, mucha gente de prensa. Saladrigas y el Cuba Study Group cabalgan a la vanguardia. Ahí están sus declaraciones y sus hechos. La propuesta de salvar a Cuba concediéndole a la dictadura una patente de perpetuidad y enriquecimiento marca un degradante hito.
Cierto que el desarrollo económico genera democracia. Pero sólo allí donde existe un estado de derecho. A pesar de las sanciones de medio mundo, Irán disfruta de un mercado pujante, con sectores de tecnología y servicios sumamente competitivos. El auge del nivel de riqueza en Vietnam y China no impide que la pena de muerte ajuste de manera cíclica el espacio del pensamiento no oficial.
Notemos además que a las antiguas naciones comunistas de Europa del Este no las liberó el comercio minorista, ni siquiera la sola acción de los sindicatos independientes y los disidentes, sino la promesa de Gorbachev de mantener en sus cuarteles a las ocupadoras divisiones de tanques del Ejército Rojo.
Por último, ¿la proliferación de paladares ha fortalecido a la disidencia? ¿El incremento de vendedores de figuras de yeso logró contener la represión? ¿Conspiran contra Raúl los amoladores de tijeras? ¿Protestan los forradores de botones por el asesinato de Oswaldo Payá? ¿El millonario Silvio Rodríguez compone canciones para las Damas de Blanco? ¿Los millones de Ramiro Valdés sostienen a un sector aperturista?
Saladrigas se pregunta qué de malo pueda haber en que un cubano de acá invierta en la incipiente empresa de un cubano de allá. Nada, por supuesto. La aberración consiste en pedirle la solución a Obama y no a Raúl. Basta con restaurar las plenas libertades civiles y económicas para todos los cubanos. Con eso desaparece la ley Helms-Burton, que determina el embargo. Extraña que mentes tan ágiles malinterpreten dilemas tan simples.
En el sórdido rompecabezas de Cuba han encajado nuevas piezas. Si Obama le concede este deseo a Raúl veremos el establecimiento de jugosos negocios de líderes, herederos y agentes económicos del castrismo situados en las dos orillas, en conjunción con capitales cubanoamericanos y norteamericanos. Imposible saber si Saladrigas y sus asociados van a ganar algo. Salta a la vista todo lo que han perdido.
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