viernes, junio 13, 2014

Zoe Valdes: El libro que mató a Castro I. Sobre el libro La vida oculta de Fidel Castro, escrito por el ex teniente coronel retirado Juan Reinaldo Sánchez



El libro que mató a Castro I.



Por  Zoe Valdes

Hace dos décadas el periodista y crítico literario Philippe Vallet me preguntó si yo creía que un libro podría cambiar la realidad de Cuba, fue en el año de la publicación de ‘La nada cotidiana’ (1995). Respondí que sí, sin pensarlo dos veces, pero después presentí que me había equivocado. Se lo recordé hace dos años, cuando una vez más fui invitada a su programa radial, popular en toda Francia, y le confesé que me había confundido en aquel entonces. Él sonrió ‘maldito’. Ambos sabíamos de lo que hablábamos. Después de tanto tiempo nada ha cambiado a Cuba como no sea para peor.

Sin embargo, de los muchos libros (ojalá haya más) que se escriben sobre el castrismo y sus malas consecuencias, acabo de leerme en francés uno editado recientemente por Michel Lafon, titulado ‘La vie cachée de Fidel Castro. Les révélations explosives de son garde du corps personel’, de Juan Reinaldo Sánchez y Axel Gyldén. Al principio desconfié, me dije “otro libro más para comentar lo que ya muchos sabemos y que otros ignoran porque no les importa”. Error craso. Como siempre termino los libros que empiezo, pues con este no sucedió diferente. Y, lo leí de un tirón. Este libro podrá cambiar en mucho la opinión que se tiene de los Castro en Europa.

Es un libro escrito a cuatro manos, como ya dije, por Juan Reinaldo Sánchez, el que fue guardaespaldas personal de Castro I y el periodista Axel Gyldén. En este blog he ido colgando algunas entrevistas y artículos sobre la edición, todos favorables.

No conozco a Juan Reinaldo Sánchez, o sea, que ninguna simpatía o antipatía personal me mueve. Ahora quizás lo alcance a conocer un poco más y a explicarme lo que pudo pasar por su cabeza durante todo ese tiempo en que tantas cosas vio, las calló, y cómo se produjo el proceso de pasarse del lado de la verdad que no es siempre -y mucho menos-, tan confortable posicionarse en contra del castrismo.

Que Fidel sea una de las personas más ricas del mundo, que viva como un pashá, que le robe al pueblo cubano lo que el mismo pueblo le entregó ciegamente, no es nada nuevo. Pero aquí las anécdotas por muy anodinas que parezcan, viniendo de la boca de la persona que tuvo en sus manos la vida de uno de los mayores tiranos de la historia, constituyen un testimonio de un descomunal valor. Y no sólo por el valor anecdótico o del voluminoso anecdotario que muestran, sino porque desnudan al personaje hasta los huesos, desintegrándolo.

Nadie más podrá comparar, por ejemplo, a Fulgencio Batista con Fidel Castro, y enseguida tratar de ensuciar al primero y limpiar al segundo; por mucho que los cubanos sabemos que Batista no fue ni remotamente como nos lo pintó el castrismo. Aquí ya no queda dudas de quién es Castro I y lo más importante, ahora en el momento que todavía la gente ansía creer en los cambios fraudes de Castro II, aquí se nos deja más que claro quién es Raúl, por si alguna duda quedaba.

Las anécdotas, por supuesto, cuentan y bastante para un balance racional, sin apasionamientos; como la de esos dos guardaespaldas que fueron elegidos por su grupo sanguíneo, porque Castro I tiene un grupo sanguíneo difícil y necesita en permanencia a dos personas cercanas con su mismo grupo sanguíneo en caso de urgencia. De tal modo estos hombres han puesto sus brazos para donar sangre de vena a vena las veces en que Castro lo ha necesitado, cualquier semejanza con Drácula no es pura casualidad, ni tampoco con el hecho de que el grupo sanguíneo de Castro sea el que dicen los que saben que posee el Diablo. El piso en el Vedado para las vacas, las vacas enumeradas, una para cada miembro de la familia, de las que chupan leche con el paladar delicado de los lactantes, el delfinario, sus playas privadas, el cognac Napoleón, el tratamiento de su ropa, el guardaespaldas que prueba todo tipo de comida antes que Castro, como en tiempos de los reyes franceses, -por miedo a ser envenenado.

Leemos además de la mala, poca, o utilitaria relación que siempre tuvo con sus hijos hasta que se enfermó, y de, por el contrario, la excelente comunicación que mantiene con los terroristas y traficantes de droga del planeta (a algunos de ellos los trataba y trata como a hijos); de los tarros que Delia Soto del Valle le pegó con otro guardaespaldas y de los que él le pegó a ella, Delia, su eslabón frágil; de las casas que posee en todo el país, de las islas de la que es dueño (aparte de la de Cuba), de los otros hijos bastardos ocultos, uno de ellos con su intérprete, Juana Vera, de las citas con sus amantes en la residencia destinada para los encuentros amorosos o revolcones de una tarde. Cualquier parecido con el dictador Rafael Leonidas Trujillo no es tampoco pura coincidencia. Todos son estos caudillos son idénticos.

Juan Reinaldo Sánchez y Axel Gyldén han escrito un libro honesto sobre la deshonestidad, la megalomanía, y la criminalidad de uno de los personajes más siniestros y que más ha sabido engañar al mundo.

Uno se pregunta por qué Sánchez, pudiendo asesinar a Castro I en tantas ocasiones, no lo hizo. La respuesta está en su libro, si lo hubiera intentado, seguramente el primer muerto habría sido el propio Sánchez, entonces este libro, esta confesión tan necesaria para la historia mundial, no existiría. Ya existe. Yo habría preferido que no existiera Castro, claro, el libro es algo secundario en estos casos… Muchas otras vidas se hubieran salvado.

Sin embargo, es probable que el arma que matará a Castro I sea precisamente este libro cuando lo lea, puesto que -según se ha dicho- Castro I lee perfectamente el inglés y el francés. Probablemente no acabe con él físicamente, aunque también cabe la posibilidad de un infarto masivo. Pero sobre todo, este libro, pone la gota en la copa desbordante, es la estocada fatal para lograr que los Castro se despetronquen del pedestal en que han sido injustamente colocados y caigan reducidos a cenizas.

Después de este libro nadie podrá creer nunca que Castro I fue un  anti imperialista, no, porque aquí vemos que el dictador ha sido más imperialista que los mismos imperialistas, más dictador que cualquier otro dictador, más ladrón que cualquier ladrón, más criminal que el peor de los criminales, y que lo único que lo ha movido ha sido su sed de sangre, sus ambiciones, la primera de enriquecimiento individual, y su amor avaro al poder, por lo que ha estado en más de una ocasión a punto de conducir al mundo a una catástrofe, cosa que en parte ya ha conseguido.

¿Reproches al libro? Sí, el de afirmar al final que no le guarda rencor a Castro I, pero sí a sus secuaces. Bueno, lo de siempre, el tema de la “angelicalidad” tan manido. Lo secuaces no serían lo que son sin la inmensa maldad del monstruo. Otro reproche, José Martí no es solamente como se indica en un pie de página: “un gran teórico del anti imperialismo”. Martí es el alma de Cuba. Y bueno, la repetición, “ad aburrimiento“, la misma ‘candanga’ con lo del “dictador” Batista.

Si Juan Reinaldo Sánchez invirtió gran parte de su existencia en cuidar de la vida de Castro, ahora de un plumazo, nunca mejor dicho, le ha dado un sonado y soñado ñampiti gorrión. Este libro podría matarlo de disgusto, reitero, pero en cualquier caso, más bien rematarlo, porque ya estaba muerto. Y muerto estará para la Historia, con mayúsculas.

Zoé Valdés.

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La vida oculta de Fidel Castro



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La vida oculta de Fidel Castro 06/11/2014