jueves, noviembre 06, 2014

Julio M. Shiling Salubridad como instrumento dictatorial

Salubridad como instrumento dictatorial

Por Julio M. Shiling
5 de noviembre de  2014

La dictadura de La Habana no pierde una oportunidad de sacar provecho de una desgracia. Cuando se trata, sobre todo, de algo que tiene que ver con la salubridad, los Goebbels caribeños se ponen extáticos y son más ingeniosos y cínicos en su maquinación. Era de esperar, al reaparecer el rostro atroz del ébola sobre el occidente de África, que el despotismo cubano aprovecharía los azotes dramáticos de este mal para capitalizar con otro espectáculo mediático más.

La utilización de la salud como herramienta de subversión, en el caso cubano, es tan vieja como la duración de su dominio dictatorial de más de medio siglo y cinco años. El cuidado médico, desde 1959, ha sido un instrumento político del Estado comunista. Este hecho ha tenido dos propósitos fundamentales. Uno ha sido la búsqueda de la legitimación. Cualquier régimen que monopoliza el poder político, coarta libertades básicas y controla los detalles de la cotidianidad de sus ciudadanos tan minuciosamente, tiene un largo espacio que brincar para adquirir credibilidad de los países civilizados del mundo. La mitificación de la medicina en Cuba ha servido de puente para excusar el despotismo.

La segunda finalidad de la fabricada salubridad castrocomunista ha sido para un uso comercial. En otras palabras, el sistema de salud en Cuba comunista ha sido tramado para propiciarle al poder político dictatorial dinero y mucho del mismo, en adición de servir para la validación de su modelo no-democrático. La salubridad en Cuba es, inequívocamente, un negocio muy lucrativo. Esto ha sido una forma genial y perversa de disfrazar un variante de la trata de personas, en la modernidad, con un rostro “humano”.

Esta tarea de encandilar canallescamente a gran parte del mundo, presentando a Cuba comunista como una “potencia médica” que sirve “desinteresadamente” a la humanidad, ha sido posible, no por la brillantez de sus propagandistas, sino por la ignorancia de una parte de los hombres libres y el papel de incautos que han jugado. La clase política en las democracias ha sido particularmente negligente en este aspecto. ¿Cómo es que el castrocomunismo ha logrado esta hazaña? ¿Cuál ha sido la metodología empleada? Podemos concluir que el formulario castrista para engañar a parte del planeta, ha reposado sobre tres partituras insidiosas.

La primera pieza de esta campaña sucia ha consistido en deconstruir la realidad de la salubridad cubana, previa a la implantación del comunismo en la Isla. La dictadura ha concretado este malabarismo informático mintiendo y descontextualizando los hechos del cuidado de salud en Cuba republicana. Podría citar cifras y datos provenientes de fuentes connotadas como las de la ONU que avalan la alta calidad de la salubridad en Cuba antes de la desgracia comunista. Datos e información, habría que añadir, completamente accesible a todo el mundo (libre). Para delimitar un punto, sin embargo, me limitaré a mencionar sólo el caso de la mortalidad infantil en un análisis breve comparativo. La mortalidad infantil es un indicador bastante aceptable para medir el progreso de la salud pública de un país. La dictadura castrista le encante usarla. En efecto, la mortalidad infantil relata el número de niños nacidos que no llegan a cumplir el primer año por cada mil nacimientos. En 1958, Cuba tenía 32 casos de niños nacidos por millar que no llegaban a sobrevivir el primer año. En 2014, esa figura se registra en Cuba de ser sólo 5 casos. ¿Gran progreso, no? Bueno, no exactamente. Esto es un hecho sobre todo si se le da una lectura comparativa y se toma en cuenta el tiempo.

Italia en 1958 tenía una mortalidad infantil de 50 por cada mil y en 2014 la logró bajar a 3. Japón hace 56 años (en 1958) reflejaba una cifra de 40 muertes por cada mil y en 2014 el número es de 2. Francia contaba con 34 casos que para el año que corre (2014) logró bajar la figura a 3. Todos estos casos (Italia, Japón y Francia) tenían tasas de mortalidad infantil más altas que Cuba (podríamos citar muchos otros países más también). Todos lograron mejorar la salubridad pública y superaron a Cuba. Y todo esto lo hicieron sin la necesidad de instaurar una bestial tiranía. Cuba ha tenido un retroceso cualitativo, cuando se mide su nivel de progreso en valorización del tiempo. La falsificación de la realidad médica de Cuba pre-comunista ha sido uno de los fraudes más olímpicos del despotismo cubano.

El otro compartimiento del baúl del engaño que utiliza el régimen castrista es intentar ocultar el apartheid médico que ha existido desde 1959 y que existe hasta este día en Cuba. La diatriba de la igualación está en una contradicción groso con la política oficial de facto de haber construido dos sistemas de salud. Uno ha sido para la alta élite de la dictadura, sus secuaces internacionalistas y extranjeros que pagan por los servicios en moneda dura. El otro es para el resto del pueblo cubano.

La tercera pata de esta troika engañosa es la de enmascarar la producción de médicos con el disfraz de un “humanismo” inexistente, cuando el fin verdadero es el negocio y el lucro. Actualmente, al régimen le entran cerca de $9 mil millones al año por su gesta comercial de arrendar los servicios médicos de cubanos, pagándoles a estos trabajadores sólo una fracción y rapiñándoles la mayor parte. La producción en masa de médicos, como alardea la dictadura de haber logrado, es un despilfarro de recursos. Ningún proyecto racional y sensato podría recetar un curso como el seguido por el castrocomunismo. Desde su inicio, la mala e ineficiente distribución del capital humano en Cuba, sí ha obedecido un fin económico, aunque parecería esto una locura más del régimen. El enfoque exagerado de producir médicos y trabajadores de la salud, no fue concebido para propósitos altruistas. Sí ha servido objetivos propagandísticos, como hemos sostenido. Sin embargo, el hecho de que el tráfico de los servicios médicos a terceros países sea una de las fuentes principales de ingreso de la dictadura, corrobora este fundamento. Son intereses que han convergido. La fábrica de médicos y proveedores de servicios de salud, fue diseñada para inflar, tanto las arcas financieras de la dictadura cubana, como los números huecos propagandísticos en estadísticas de galenos graduados en un país donde el ciudadano no tiene acceso ni a una aspirina.

Nigeria, gracias a Dios, pudo resolver el problema del ébola. Su gobierno adoptó una política sensata de cuidado médico y cuarentena y le dio crédito principalmente a tres organizaciones no-gubernamentales (ONG´s) por su colaboración. ONE, Save the Children (“Salvar a los Niños”) y Médicos sin Fronteras son las tres ONG´s que impactaron la salubridad favorablemente en el caso nigeriano. Ninguna de estas forma parte de ningún gobierno y menos de una dictadura. No vimos la fanfarria mediática enfocadas en estas organizaciones, que cumpliendo un verdadero servicio abnegado, lograron salvar vidas sin las presiones de una tiranía. ONE es un proyecto cofundada por el cantante Bono. Save the Children es una ONG privada con su oficina central en los EE UU. Médicos sin Fronteras, también con filiales internacional en doquier, proviene de Francia. Estas ONG´s están compuestas por voluntarios que sirven a la humanidad sin discursos políticos o eslóganes hipócritas. A estos sí hay que aplaudir. Los “brigadistas internacionalistas” que la Cuba actual envía al occidente de África, son meros peones que un régimen dictatorial e inhumano explota y expropia para limpiar su imagen y abultar sus finanzas,

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 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Todos esos logros alcanzados  fueron   productos del sudor y el trabajo de los cubanos. En 1958 la Deuda Externa Cubana era de solamente  de 7 dólares  por cada cubano. Deuda que era irrisoria comparada con la renta nacional cubana de esos años. En el artículo de donde se tomó este fragmento  aparecen los logros económicos y  educacionales durante  el período republicano de Cuba.

Se puede también consultar el artículo  LA SANIDAD SILENCIADA  del Dr. Antonio Guedes  en http://arch1.cubaencuentro.com/pdfs/24/24ag250.pdf

En cuyo último párrafo se lee: 

Otras naciones del mundo, como Costa Rica, España e Italia, sin pagar el alto precio de los cubanos, hoy gozan de una sanidad y calidad de vida supe- rior a la cubana, y son países que acogen, en las últimas décadas, a los exilia- dos cubanos. 
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Tomado de http://www.vitral.org/vitral/vitral49/cent1.htm
Fragmento del artículo UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LA REPÚBLICA (1902-1958)
de PEDRO PABLO ARENCIBIA CARDOSO

SALUD

Al concluir la guerra, según plantea el Dr. Álvarez Sintes en su libro, los pueblos y ciudades del país estaban en la mayor insalubridad, no había prácticamente, ninguna organización de salud pública.

Entre 1898 y 1899 los muertos por enfermedades contagiosas fueron numerosos, alcanzando la cifra de 27 821; destacándose en particular, las cifras correspondientes a Tuberculosis (2 794), Malaria (1 907), Tifoidea (1 012), Fiebre Amarilla (136), etc.

Durante el período de ocupación norteamericana de 1899-1902 se llevaron a cabo fuertes acciones a favor de la salubridad e higienización del país, y en particular, en la lucha contra la Fiebre Amarilla, la cual asolaba al país. Esa indiscutible labor humanitaria ha sido cuestionada en ocasiones arguyendo que fue motivada por el interés del gobierno norteamericano por la salud de sus tropas en el país y de las ciudades y puertos norteamericanos cercanos a Cuba. En 1899 se fundó la primera Escuela de Enfermeras en el Hospital ¨Nuestra Señora de las Mercedes¨; en el 1900 se enriqueció el Plan de Estudios de Medicina y se fundó la Escuela de Cirugía Dental (Álvarez,2). La esperanza de vida a inicios del pasado siglo XX era aproximadamente de 33 años (Atlas Demográfico de Cuba, 57).

Al instaurarse la República en 1902, la labor de higienización continuó:
¨Los salubristas cubanos, bajo la dirección de Finlay (1902-1908), logran disminuir la mortalidad por tétanos infantil a partir de 1903; erradicar la fiebre amarilla definitivamente en 1908; establecer de manera permanente la vacunación contra la viruela; y elaborar una avanzada legislación en materia sanitaria. Más tarde, al discutirse una nueva ley sobre la estructura del poder ejecutivo en la Comisión Consultiva, se aprobó una Secretaría de Sanidad y Beneficencia, que unía a los departamentos nacionales de Sanidad y Beneficencia, y que entró en funciones el 28 de enero de 1909. Este fue el primer Ministerio de Salud Pública (MINSAP) de Cuba, y del mundo. ¨(Álvarez, 2)

En las dos primeras décadas la labor con respecto a la salud pública fue tal que:

"El país es uno de los más sanos del mundo, como lo demuestran, los datos del último censo, que consignan la proporción de 14,2 de fallecimientos por cada 1 000 habitantes y los publicados por la Cámara de Comercio Americana de la Habana, en su folleto de fines de 1924, que consigna sólo el 12, 54" (Estos últimos años Tomo I, 410) En 1931 la esperanza de vida de los habitantes de Cuba era de aproximadamente 42 años (Atlas Demográfico de Cuba, 57)

En 1958 había aproximadamente 97 unidades hospitalarias, de ellas, 47 prestaban servicios en zonas rurales (Abreu, 40), y 52 casas de socorro municipales además de alguna que otra instalación a cargo del estado y 242 clínicas mutualistas, de ellas 96 en la capital (Anuario Estadístico, 565 y 566 y Álvarez, 2). Las clínicas mutualistas, uno de los representantes de la salud rentada (la otra representante eran las consultas particulares o privadas), eran instituciones que por una módica mensualidad se tenía derecho a consulta, ingreso y cirugía así como a medicamentos; las había de poco más de 2 pesos mensuales, que eran la mayoría, hasta algunas de 10 pesos. En los años cincuenta, aproximadamente millón y medio de personas estaban asociados a las clínicas mutualistas:
¨ Desde la primera mitad del siglo XIX comienzan a fundarse casas de salud privadas y, en la segunda mitad, las asociaciones regionales españolas de ayuda mutua fundan, también, casas de salud mutualistas; ambas consolidan su labor en el presente siglo. Estos dos llamados sistemas de salud (privado y mutualista) tendrían a su cargo, con el SNS estatal (Sistema Nacional de Salud), la atención médica de la población cubana ..." (Álvarez,2)

La Salud en la República, al igual que la Educación, Sistema Judicial, Seguridad Social, Sistema Tributario, Sistema Electoral (salvo en las elecciones de 1901), Sindicalismo, etc., tuvieron siempre su identidad propia, diferenciándose mucho de sus homólogos norteamericanos, lo cual avala la identidad propia que tuvo la República cubana nacida en 1902. Es mi criterio personal que el antiguo Sistema de Salud cubano tenía algunas características muy superiores al Sistema de Salud norteamericano.

En 1958 la tasa bruta de mortalidad de la población era del 6,4 por cada mil habitantes (Zuaznábar, 1) pese a la situación política y de confrontación armada que existía en el país; en 1953 había sido de 6,3 por cada mil habitantes. Esa tasa ubicaba a Cuba entre los países de menor tasa de América Latina y con índices que solamente alcanzaron muchas de sus repúblicas hermanas iberoamericanas veinte años después (Anuario Estadístico de 1988,629 ). La esperanza de vida al nacer era de 58.8 años y la mortalidad infantil en menores de un año era de 32,5 por cada mil nacidos vivos, la cual desde principios de siglo seguía una tendencia decreciente (Zuaznábar, 1) pese al existente rechazo social al recurso del aborto, rechazo que existía hasta en casos en que se presentaran malformaciones fetales en el embarazo, y la no invención todavía en el mundo de algunas pruebas de análisis de laboratorio clínico o algunos instrumentos de la electromedicina(como es, por ejemplo, el equipo de ultrasonido) los cuales permiten detectar tempranamente problemas serios en el embarazo. La esperanza de vida de 58.8 años era superior en esa época a la de muchos países de América Latina y el Caribe, y mayor que las que alcanzaron veinte años después todos los países de África, salvo Argelia y Túnez (Anuario Estadístico 1988, 627). La cifra de mortalidad infantil cubana de 32,5 correspondiente a 1958 era todavía en la primera mitad de los años ochenta mejor que la de muchos países de Latinoamérica en esos años: Paraguay (45,0), Ecuador (69,5), Brasil (70,6), Méjico (53), Colombia (50), Bolivia (124,4), Honduras (82), Perú (98,6), Argentina (35,3), El Salvador (35,1) y Guyana (36,2) (Anuario Estadístico de 1988, 629). América Latina en su conjunto presentó aún en el año 2001 la cifra de 32 (Granma, 5). Cuba en estos dos últimos parámetros tenía índices pertenecientes al Primer Mundo de esos años según los datos de la UNICEF que aparecen en la Tabla de la página 16 del Material de Estudio Nro. 3 del Ministerio de Educación; los valores de Cuba en 1958 en estos dos parámetros con respecto de los Países en Desarrollo y Países menos Desarrollados fueron similares o mejores que los que ellos presentaron en 1992: En China y Vietnam la mortalidad infantil en 1996 era respectivamente de 34 y 40 por mil nacidos vivos (Robaina, 35).

La población cubana en 1958 era de aproximadamente 6 763 736 habitantes y había en el país 6 286 médicos ( sin incluir estomatólogos ) y un total de 32 501 camas y de ellas 28 536 de asistencia médica (Anuario Estadístico de 1988, 564 y 569). Del total de camas de servicio hospitalario 10 643 pertenecían al servicio estatal, servicio en el cual laboraban 1 125 médicos (Zuaznábar, 5). El 51% de las camas de los hospitales estaban situadas en la capital del país (Abreu, 40). Los números de habitantes por cama (237) y de habitantes por médico (1076) en 1958 eran mejores que los de la mayoría de los países latinoamericanos en esa época y más aún, que los que tuvieron esos países aproximadamente 20 años después como se puede comprobar observando la página 675 del Anuario Estadístico de 1988. Observando las cifras de aproximadamente el año 1980 diré, que solamente Puerto Rico (789), Argentina (521), Uruguay (533) y Venezuela (888) tuvieron mejores índices de habitantes por médico que el que tuvo Cuba en 1958; el resto lo tuvieron peor. Al comparar las cifras de aproximadamente el año 1980 con relación al número de habitantes por camas diré que solamente Argentina (176 ), Puerto Rico (229) y Guyana (215) tuvieron mejores índices que el que tuvo Cuba en 1958; el resto de los países latinoamericanos todavía en el año 1980 presentaron índices peores que el que presentó Cuba en 1958. En la Cuba de 1958 el número de camas de asistencia médica por cada 100 000 habitantes era de 422, En América Latina en su conjunto y en estos momentos es solamente de 220 camas (Granma, 5).

La prevalencia de la Lepra en 1958 era de 0,7 por cada mil habitantes (Informe Anual 1976, Anexo p. 46). Las tasas de morbilidad por cada 100 000 habitantes de muchas enfermedades en la Cuba de finales de los años cincuenta eran también mejores que las de muchos países latinoamericanos: Tuberculosis (18,2); Difteria (2,4); Escarlatina (0,1). No se habían presentado casos de Fiebre Amarilla, Tifoidea y Peste Bubónica; al comenzar la República, la Tifoidea, por ejemplo, había presentado una morbilidad de 5,1 por mil habitantes. Las cifras de morbilidad de Viruela, Tifus, Tosferina, Sarampión, Sífilis y Hidrofobia eran de las mejores en América Latina. Las siguientes tasas de muerte por 100 000 habitantes en el año 1958, salvo que se especifique otro año, apoyan lo anterior: Fiebre Tifoidea (0,4); Tétanos (3,0); Tuberculosis en 1959 (16,6); Poliomielitis aguda (0,1); Sarampión (0,4); Meningitis no meningococcica (2,1); Paludismo (0,4); Difteria en 1959 (0,9); suicidio o lesiones autoinfligidas (13,9); accidentes de vehiculo de motor y otros accidentes de transporte (7,2); defunciones maternas (125,3) y defunciones maternas por aborto (9,3). Las dos últimas tasas son por cada 100 000 nacidos vivos. (Informe Anual de 1976, Anexos 36-43). La tasa de mortalidad materna de Cuba en 1958 de 125,3 era mejor que las que aún aparecen en el año 1992 para Países en Desarrollo (350) y Países menos Desarrollados (590) en la Tabla mencionada del Material de Estudio del MINED..

Todo esto debemos de enmarcarlo en el desarrollo incipiente que existía de las vacunas y, en general, del desarrollo de las Ciencias Médicas en esa época a nivel mundial (por ejemplo, la vacuna antipoliomielítica que se aplica en Cuba desde hace cuatro décadas fue creada por Albert Sabin a principios de la década de los sesenta), aunque debo recordar que en esos años los niños de entonces recibimos de manera masiva y gratuita en las escuelas, yo era alumno de escuela pública, las vacunas contra el tétanos y el tifus. Existen cifras de una muy citada encuesta de 1957 de la Agrupación Católica Universitaria realizada a una muestra de 2 500 familias de obreros agrícolas que difieren mucho de esos índices (Pino, 119-120) y que a mí personalmente, me hacen cuestionar la representatividad de la muestra o la fiabilidad de las fuentes indirectas por mí consultadas sobre esa investigación, aunque conozca que en el ambiente rural las cifras de morbilidad y mortalidad de muchas enfermedades eran muy superiores a las que se presentaban en el entorno urbano. La prostitución, de la que se habla en el Análisis Globalizador, se había reducido extraordinariamente pese a la propaganda de algunas agencias de viajes extranjeras, publicadas también en algunas revistas extranjeras, que promocionaban a Cuba como el burdel de América. El bajo índice de enfermedades venéreas que presentaba el país y la información aparecida en el periódico El Mundo del 14 de febrero de 1958 que plantea, que aproximadamente 11 000 personas vivían de la prostitución, hablan del bajo índice de prostitución del país. Debo aclarar que en esa cifra se encuentran: los dueños de casas, burdeles y bares, las matronas, los proxenetas, el personal de servicio y limpieza, los policías corruptos, etc. y los llamados inversionistas, que eran los que echaban a andar el negocio (Abreu, 49). Esa actividad se llevaba a cabo generalmente en zonas muy específicas y era criticada y rechazada socialmente.

En 1958 los gastos del presupuesto del Estado para la salud pública fueron el 5,3% (18 millones) del total de gastos del presupuesto nacional para ese año (Zuaznábar, 107).

Los tres sistemas nacionales de salud (estatal, privado y mutualista) existentes al triunfo de la Revolución de 1959, no cubrían las zonas rurales más apartadas del país. En 1959 se inició la construcción acelerada de 50 hospitales rurales (Informe Anual 1976, 22). A finales de la década de los cincuenta, la muerte por enfermedades diarréicas agudas, muertes fácilmente evitables, ocupaba el tercer lugar entre las causas de muerte para todos los grupos de edades y en primer lugar para los menores de un año (Informe Anual 1976, 45); esta situación continuó hasta 1963 en que ocupó el quinto lugar con el 6,0% del total de defunciones del país. La corrupción administrativa en el sistema nacional de salud estatal provocaba que se dieran tristes situaciones como, por ejemplo, la del hospital psiquiátrico ubicado en la localidad de Mazorra; otra mácula en ese sistema de salud estatal es que frecuentemente se utilizó la asistencia médica (en particular los ingresos hospitalarios) con fines políticos dada la existencia de un sistema pluripartidista con elecciones periódicas y el oportunismo de algunas personas.